Corona de Hielo, como su nombre indicaba, era un paraje helado y hermoso. Teñido de blanco de manera permanente, era visible en el horizonte desde mucho antes de alcanzarlo.
Si Jack no hubiera tenido su poder de nieve, habría empezado a sentir el descenso de temperaturas hasta llegar a ser un frío helador al atravesar la frontera que lo separaba del Lago de los Cisnes, en el que también era invierno.
Su objetivo era el palacio de hielo, en el que intuía que podría encontrar a Elsa. Su corazón aleteó en el pecho y de nuevo el recuerdo del contacto frío de su piel le hizo cosquillas en el vientre. Sintió la calidez del rubor en sus mejillas y dejó escapar el aire entre sus labios.
Se concentró en el vuelo, en las corrientes que lo mecían e hizo varias piruetas en el aire, diluyendo el recuerdo de Elsa.
Tras lo que había visto hacer a Kai en el Reino de las Arenas, necesitaba hablar con ella.
Él también tenía poder, como ellos, pero era algo oscuro y malvado, muy diferente al de la nueva Reina de las Nieves o el portador del invierno —este ya se había hecho conocido en algunos reinos—. Jack había empezado a advertir que su presencia en el cielo asustaba a los habitantes, ya fuera por lo obvio —no era habitual ver a un chico provocar nevadas desde el cielo— o por los rumores que se estaban extendiendo desde la muerte del sultán y que le ponían en el punto de mira. Por eso se mantuvo oculto y posó los pies en el suelo en un callejón cercano a la plaza principal.
Kai era como un fantasma. Se desvanecía, oscurecía lo que tocaba. Mas Jack era el único al que habían visto llevar frío. Comprendía los rumores y el temor, pero no por ello lo veía justo
Le sorprendió encontrar el palacio con las puertas abiertas. Ya no estaba rodeado por un muro y la boca se le abrió por la sorpresa.
Era más majestuoso de lo que había pensado en un origen. Relucía helado imponiéndose en la plaza y sobre toda la ciudad. Con sus torres altas acabadas en afilados tejados en forma de copo de nieve. La luz azulada que desprendía cuando las lunas tejían hilos brillantes a través de sus paredes heladas.
Estaba tan ensimismado que no se percató de que unos patines rasgaban el río a su espalda a toda velocidad. Una figura helada, con una trenza celeste revoloteando tras ella, llegó hasta el chico y le rodeó los hombros.
Jack sintió la magia enroscarse con la de ella antes siquiera de darse media vuelta y su propio poder reaccionó ante el de Elsa. Lo sintió trazando diferentes melodías dentro de sí y cuando sus miradas se cruzaron comprendió que ella estaba sintiendo lo mismo.
Tuvo la tentación de acariciarle el rostro y volver a deleitarse con las chispas heladas que le recorrían al hacerlo.
—¿Otra vez tú, Jack Frost?
La voz chillona de Mab le hizo salir de sus ensoñaciones de caricias heladas y sacudió la cabeza, volviéndose hacia la pequeña mujer, poniendo los ojos en blanco.
—He llevado el invierno a todo el mundo.
—No a todo el mundo, podría enumerarte la lista de los que te falt...
—Tengo que hablar con Elsa.
Una de las finas cejas del hada se elevó, poniendo en duda su justificación, pero Elsa tomó al chico del brazo y le guio hacia el interior del palacio.
—Yo también tengo que hablar contigo, Jack.
Mab los siguió malhumorada, sintiéndose ignorada. Ninguno de los tres dijo nada más, mientras atravesaban el umbral de la puerta y recorrían la sala del trono —que en realidad no parecía tal—.
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El origen del invierno
FanfictionUn retelling crossover sobre Elsa y Jack Frost que podéis conseguir en Amazon. Un espejo. Un lago. Un corazón helado. Una magia de nieve. Una corona. Un propósito. Un solo poder. ¿Y si Elsa y Jack Frost fueran el origen del invierno? Cuarta entrega...