Jack miró a su alrededor con satisfacción. A la mayoría de los reinos mágicos del oeste había llegado el invierno gracias a sus poderes. No pensaba que pudiera llegar a hacerlo, pero estaba disfrutando de esa experiencia.
Había llevado el invierno al Reino de la Torre, después había pasado por el Reino de la Manzana de Plata, las Islas Piratas e incluso había visitado lugares curiosos, como uno que parecía hecho de chocolate y caramelos. Ahora flotaba sobre un nevado reino de Nunca Jamás.
Vio a lo lejos a unas hadas pelearse con unas bolas de nieve y soltó una risita. Le tiró una a la más grande y se escabulló entre las nubes.
Tenía que elegir su próximo destino y no sabía bien si ir hacia el Reino de la Rosa Escarlata o a Camelot. Sacó una moneda de oro que llevaba en el bolsillo y se encogió de hombros.
—Echarlo a suertes siempre es una buena manera de tomar una decisión como esta —se dijo.
Tiró la moneda al aire y esta cayó sobre su palma mostrando una estrella de corona con muchas puntas.
—Que sea el Reino de la Rosa Escarlata entonces.
Lo único que lo separaba de su nuevo destino era el océano, descendió lo suficiente como para quedar a pocos metros del agua y dio una voltereta en el aire, seguida de un giro sobre sí mismo. Se sentía como cuando patinaba. Descendió un poco más mientras aceleraba y el agua se curvó a su paso. Extendió las manos a ambos lados de su cuerpo y con ese gesto llegó la nevada. El agua salada le salpicó la cara cuando la rozó con las yemas escarchadas de sus dedos y Jack ascendió entre los copos que se arremolinaban a su alrededor.
Se detuvo con la respiración agitada en la costa. Vio la ciudad, el palacio a orillas del mar que la presidía y volando más alto fue directo allí.
Observó unos breves instantes a aquella gente, ocupada en sus quehaceres diarios. Un aguijonazo de nostalgia le hizo recordar cuando él era así. Un chico sencillo aprendiendo a llevar la empresa de su familia. Más allá. Si miraba más atrás, también veía a un niño enamorado del hielo y del patinaje.
Ahora llevaba el frío, el invierno. Invocó su poder y sonrió al ver las primeras expresiones confusas con los primeros copos. La primera reacción siempre era así. Sorpresa, después deleite y, por último, sentían el frío.
Pronto las prendas de abrigo serían algo habitual en los hogares, como también lo sería la llegada del invierno.
Para cuando se alejó camino de otros pueblos, el castillo se había cubierto de nieve y la ciudad entera tenía su propio manto hibernizo. Las estrellas ya se habían hecho con el dominio del cielo y las lunas brillaban con intensidad salvo una.
El Bosque Escarlata se extendía por todo el reino y Jack se dispuso a cambiar el verde agua de las hojas por el blanco níveo de su magia.
Con un solo movimiento de mano, el cielo cambió, como ya acostumbraba, y él descendió en picado mientras los copos iniciaban su propia danza, rodeándole y cubriéndole con un manto que Jack manejaba a voluntad.
Serpenteó entre los árboles, deslizándose entre ellos hasta que el aire cambió.
Estaba empezando a diferenciar su propio frío de aquellos que había detectado con anterioridad en otros reinos. Había uno, más habitual que otro, particularmente extraño. Oscuro, el frío de la ausencia de calor. Era difícil describirlo.
En cambio el otro, el que ahora mismo besaba su piel y tironeaba de su propia magia, era limpio. Frío y de algún modo... brillante.
Sacudió la cabeza y posó los pies en el suelo, ya cubierto con una fina capa blanquecina.
Dio un paso tras otro, dejándose llevar por el magnetismo del otro poder. Se le secó la boca, pues a medida que se acercaba, la sensación de anhelo se intensificaba. Necesitaba saber de quién o qué provenía esa magia.
Y, entonces, se detuvo en seco cuando vio frente a él una figura de largo cabello celeste, bajo una corona helada que reconoció al instante. Estaba de espaldas a él y en derredor había chispas de hielo que provenían de sus dedos, que lanzaban flechas de hielo.
«La Reina de las Nieves».
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El origen del invierno
Fiksi PenggemarUn retelling crossover sobre Elsa y Jack Frost que podéis conseguir en Amazon. Un espejo. Un lago. Un corazón helado. Una magia de nieve. Una corona. Un propósito. Un solo poder. ¿Y si Elsa y Jack Frost fueran el origen del invierno? Cuarta entrega...