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Alan

¿En qué rayos estaba pensando Pete? Entiendo que quiera solucionar el conflicto lo más pronto y de la mejor manera posible, pero un matrimonio no es cualquier cosa. Estaría amarrado a ese pequeño chico mimado de por vida. Era un precio realmente alto a pagar. Y, además, considerando el pasado, ¿Cómo podríamos confiar el uno en el otro? Simplemente, no lo veía posible.

Y ahora, un baile. Él debe saber, seguro lo sabe, todo lo que esto despertará en la gente. Los herederos de dos reinos que se odian cierran el baile del rey Pete. Los rumores y especulaciones se dispararán. Supongo que quiere sentar una base para que, en caso de que se acepte su propuesta, haya un precedente de cercanía.

Se anunció la última canción. Todos se dirigieron a la pista de baile. Respiré profundo. Solo es un baile. Puedes soportarlo, Alan. Solo es un baile.

No había perdido de vista al chico desde que nos reintegramos al salón de baile. No me pasó desapercibido cómo su rostro se iluminaba hablando con otro noble. Un noble que parecía tener intenciones de sacarlo a bailar. Sentí una punzada en mi corazón, extraña e incómoda y me acerqué con prisa, mi corazón latiendo con fuerza.

—Príncipe Jeff —le dije con extrema educación mientras realizaba una reverencia superficial.

—¿Sí? —preguntó sin expresar absolutamente nada. Lo cual, teniendo en cuenta las circunstancias, era sumamente difícil. Lo estaba haciendo a propósito.

Sonreí, luchando con mis ganas de dar media vuelta y marcharme. Ignorando las miradas y susurros, le dije de la forma más dulce de la que fui capaz:

—Me prometiste un baile.

Claramente, él no había prometido tal cosa, pero Pete lo había pedido de forma especial, así que no le quedaba de otra que seguir el juego. Pude ver cómo suspiró resignado y asintió sin ganas. Giró y se disculpó suavemente con el noble que lo acompañaba antes de, por fin, deslizar su mano en la mía. No pude evitar notar que era más pequeña que la mía.

El salón de baile estaba lleno de luces titilantes y el murmullo de conversaciones. Las parejas giraban elegantemente al ritmo de la música, creando un ambiente casi mágico. Lo guié al centro del salón de baile, donde ya había otras tantas parejas. Apoyé suavemente mi mano en su espalda baja y lo acerqué un poco a mí. Lo sentía demasiado cerca. Esta era una de las razones por las que este tipo de música en los bailes no me gustaba, pero en este momento no era como si tuviese otra opción. Lo sentí dar un respingo y ponerse tenso antes de que empezáramos a danzar. O a intentarlo.

Apenas llevábamos unas cuantas vueltas y ya me había pisado al menos tres veces. ¿Lo estaba haciendo a propósito? Cada vez susurraba "lo siento, lo siento" de forma más temblorosa, mientras miraba el suelo y apretaba sus preciosos ojos cada vez que lo hacía de nuevo.

—¿No sabes bailar? —pregunté curioso, tratando de mantener mi tono neutral.

—Ya dije que lo sentía —esbozó sin dejar de ver el suelo, su voz apenas un susurro.

Sentí una mezcla de frustración y compasión. A pesar de todo, había algo en su vulnerabilidad que me conmovía. Traté de guiarlo con más suavidad, esperando que se relajara un poco.

—Eso no fue lo que pregunté —insistí, intentando captar su mirada.

—Tu pregunta es sumamente grosera. Considerando su estatus social, pensé que tendría más modales, su alteza —respondió, su tono frío y distante.

No sé por qué el hecho de que me llamara "su alteza" me resultaba tan incómodo y agravante. Tal vez era su tono, tan cargado de desdén. Me detuve abruptamente y él levantó la mirada del suelo, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y temor. Odiaba esa mirada. ¿Estaba nervioso?

Corazones en guerra (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora