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Alan

—¿Cuánto? ¿Hace cuánto tiempo se lo llevó? ¿Cómo saben que fue él? —pregunté con urgencia, sintiendo un nudo formarse en mi estómago. La ansiedad comenzaba a apoderarse de mí, y cada segundo que pasaba sin respuestas claras aumentaba mi desesperación.

—Golpearon a sus guardias. Lo extraño es... —dijo Babe, frunciendo el ceño mientras miraba a su alrededor.

—¿Qué? —respondí, sintiendo la tensión en el ambiente como una cuerda a punto de romperse.

—Se llevó a Way también —espetó Pete, con una mezcla de incredulidad y preocupación en su voz—. Y a Dean.

Fruncí el ceño, tratando de entender. ¿Por qué llevarse a Way y a Dean? Algo no cuadraba. La confusión y el miedo se mezclaban en mi mente, creando un torbellino de emociones que me costaba controlar.

Me dirigí corriendo a la habitación de Jeff. Había algo que no estábamos viendo. ¿Por qué llevarse a los tres? Eso no tenía sentido. Entré a la habitación e inspiré profundamente, mirando a los lados, buscando alguna pista. Y allí estaba, sobre la cajita de medicinas de Jeff.

Querido Alan,

No tuve opción. Por favor, no me odies. Se supone que los amigos deben apoyarse, incluso cuando las ideas parecen descabelladas. Trataré de cuidarlo lo mejor que pueda, pero por favor, date prisa y ven a rescatarnos. Estaremos en la mansión Blake. No sé quién encontrará esta carta primero, pero mira a tu alrededor, la persona que falta es la culpable. Trae muchos hombres y haz una entrada triunfal. Pero, sobre todo, rápida.

Con todo mi cariño y arrepentimiento,

Way

Posdata: Lo siento, Alan. Te compensaré. Jeff

—¡Ahhhhh Jeff, en qué estás pensando! —dije antes de dar media vuelta, sintiendo una mezcla de frustración y desesperación. La idea de que Jeff estuviera en peligro me llenaba de una angustia insoportable.

—Planearon irse juntos, ¿cierto? —preguntó Pete al entrar a la habitación, suspirando profundamente. Su voz era un eco de la desesperación que yo sentía.

—Sí, ¿Dónde queda la mansión Blake? Avísale a Kluem, necesitamos salir ya.

—Mis hombres están preparados, al igual que los que trajo Pete —espetaba Charlie, caminando con prisa a mi lado. Su determinación era palpable, pero también lo era la preocupación en sus ojos.

—Su alteza, no hemos podido encontrar a Kluem desde hace rato. Es como si se hubiera esfumado —me decía uno de mis hombres, con preocupación en su rostro.

Me detuve unos segundos para procesarlo. "Mira a tu alrededor, la persona que falta es la culpable", había escrito Way.

—¡Joder, es Kluem! —me di cuenta, sintiendo mi corazón latir con pánico. La traición de alguien tan cercano me golpeó como un puñetazo en el estómago.

Kluem, quien sabía cada uno de mis movimientos. Mis fortalezas y debilidades.

Kluem, quien se encargó de New, quien luego apareció muerto.

Kluem, a quien se suponía yo entregaría el trono.

—¡Mierda! ¡Maldición! —grité, sintiendo la desesperación apoderarse de mí—. Él mataría a Jeff, y saber eso me hizo sentir que yo moriría con él. No lo permitiría. La idea de perder a Jeff me llenaba de una desesperación tan profunda que apenas podía respirar. No podía fallarle. No ahora.

Pete, Charlie y yo partimos a caballo, el sonido de los cascos resonaba en el camino. Babe se encargaba de organizar los carruajes y coordinar la logística. Aunque Babe quería acompañarnos, su misión era crucial: llevar al médico real y las medicinas necesarias para salvar vidas. Y Charlie conocía la ubicación de la mansión y sabía cómo llegar lo más rápido posible.

Corazones en guerra (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora