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Jeff

—¿Se puede saber qué estuvieron haciendo durante el mes en el que debían estar preparándose? —preguntó Way con una voz fría y calmada, pero que destilaba enojo.

Pensé que Way había venido a visitarme para hablar sobre el baile que se daría en casa de su tío, pero resultó ser una reunión de emergencia a la que también acudió Alan. Así que al final nos encontrábamos los tres en mi habitación a la hora del té. La energía que emanaba de Way sería capaz de aterrorizar al más valiente, pero no podía hacer más que aceptarlo y bajar la cabeza. Después de todo, tenía razón. Esa persona también lo había mencionado. Yo no había hecho bien mi papel. No era culpa de Alan.

El ambiente en la habitación estaba cargado de tensión. La luz del atardecer se filtraba por las cortinas, proyectando sombras alargadas que parecían acentuar la gravedad de la situación. El aroma del té recién servido apenas lograba suavizar el aire denso y pesado. Yo, por mi parte, no podía evitar sentirme culpable y avergonzado deseando que el suelo se abriera y me tragara.

—Way, las cosas al final salieron bien —trataba de conciliar Alan—. ¿No viste el periódico?

—Lo vi, claro que lo vi. Allí ya se menciona lo que todo el mundo decía. Gracias a los dioses los vi cuando se retiraban y se me ocurrió mencionárselo al periodista del News1, y sugerir sutilmente cuál podía ser la causa de su prisa, sumado a los labios hinchados de Alan. Por cierto, ¿Qué pasó realmente? Dudo mucho que en realidad se hayan escondido para besarse hasta tal extremo de que quedaras así. O en su defecto, de ser así, hubiera sido Jeff el que terminara con los labios hinchados si me atreviera a apostar —espetó Way, curioso, con una ceja levantada.

—¡Way! —exclamó Alan, sus mejillas tiñéndose de un rubor intenso, haciéndolo ver muy lindo—. Desvía la vista, Jeff, desvíala. — Tuvimos un pequeño accidente —continuaba, su voz apenas un susurro—. Ya decía yo que ese artículo era demasiado, si tú tuviste que ver.

—¿Sí y qué? Al menos yo traté de salvar el día a diferencia de ustedes —exclamaba Way, enfurruñado, cruzando los brazos—. ¡Ustedes... Jeff!

—¡Sí! —respondí rápidamente, sintiendo un nudo en el estómago.

—¿Le tienes miedo a Alan? —preguntó ferozmente, sus ojos clavados en los míos.

—¿Qué? No... no...

—Entonces, ¿por qué lo evitas como si tu vida dependiera de ello? ¡Esto es por un bien mayor! No te iba a pasar nada por darle un beso.

—Way, espera... —intentó mediar Alan.

—¡Tú no digas nada! Debiste tomar la iniciativa y besarlo. O al menos lo hubieses hablado con él antes sobre lo que iba a pasar.

—Era la primera vez que concursaba con pareja, yo solo... solo lo olvidé —se excusaba Alan, apenado, mirando al suelo.

—Se los dije, todos los están observando. Están viendo un mínimo error para hundirlos. ¡Para que todo lo que se ha logrado se pierda! —Way se levantó mientras caminaba de un lado a otro, murmurando—. Respira, Way, respira.

De repente frenó y nos miró con una determinación helada. Luego, con voz calmada, nos dijo lentamente con una sonrisa siniestra:

—Bueno, al menos parece que aceptan sus errores. Ese es el primer paso. El siguiente es empezar a solucionarlo. Por ejemplo, ¿Qué pareja recién casada y enamorada se sienta tan lejos?

Alan y yo nos miramos. Yo me encontraba en el sofá grande mientras que Alan se encontraba en el pequeño a un lado. Sentí una punzada de nerviosismo en el estómago.

Corazones en guerra (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora