18

221 29 6
                                    

Alan

Mi felicidad por dormir a su lado se vio opacada por su indiferencia y frialdad. Si no se hubiese asustado tanto esa noche y yo no hubiera actuado de forma lastimera, sé que ya me habría echado sin contemplaciones.

Ese día llegué ansioso, con el corazón latiendo a mil por hora, deseando saber cómo había ido todo. Mis hombres me comentaron que al final Jeff se había excusado antes de tiempo por un dolor de cabeza, y quería saber si era real o si lo había usado, como habíamos hablado, para escapar.

Al entrar en nuestra habitación, sentí un frío que no provenía del clima, sino de su actitud. Su muro ahora era mucho más alto y gélido que antes. Lo encontré en la cama, en posición de loto, tejiendo con una serenidad que me resultaba ajena. Al mirarme, resopló y rodó los ojos con fastidio, mientras guardaba sus materiales al lado de la cama y se acostaba, dándome la espalda.

—Jeff, ¿Cómo te fue? Me dijeron que te dolía la cabeza. ¿Te encuentras mejor? —pregunté con cautela, mi voz apenas un susurro.

—Estoy bien. Que descanses —me dijo con una voz quebrada, como si cada palabra le costara un esfuerzo monumental, finalizando de una vez la conversación—. No... no olvides la medicina —añadió en un susurro apenas audible antes de cubrirse completamente con la manta y darme la espalda. A pesar de todo, aún parecía preocupado por mí.

Los días siguientes no fueron mejores. Incluso a la hora de comer, Jeff devoraba su comida con prisa, intentando reducir al mínimo el tiempo que pasábamos juntos. Cuando creía que no me daba cuenta, sus preciosos ojos se estrechaban en una mirada que podría atravesar el alma, antes de rodar los ojos y suspirar profundamente.

—Jeff, ¿hice algo que te molestara? —pregunté una noche con cautela antes de acostarme, mi voz apenas un murmullo en la penumbra.

—Para nada, no somos tan cercanos —respondió con una frialdad que me heló el corazón.

Definitivamente está molesto, pensé. ¿Qué hice? No entiendo.

El día previo a la competencia, iba rumbo a mi estudio cuando vi a Way que se disponía a salir.

—Way, ¿Cómo estás? ¿Visitabas a Jeff? —pregunté con curiosidad, intentando sonar casual.

—Su alteza —me dijo con una ligera reverencia—. Sí, el príncipe y yo nos hemos hecho cercanos. Es tan lindo —exclamó con dulzura.

Lo miré incrédulo, enarcando una ceja.

—Me gustaría que me ayudaras con respecto a Jeff. ¿Me acompañas al estudio? —le dije con una sonrisa, intentando ocultar mi inquietud.

Al cerrar la puerta, veo que Way se deja caer en el sofá, suspirando cansado, como si llevara el peso del mundo sobre sus hombros.

—Ahora ya puedes actuar normal. ¿Qué pasa con Jeff? —pregunté mientras me acercaba y me sentaba frente a él, intentando mantener la calma.

—¿Qué pasa de qué? —me respondió enarcando una ceja—. Se aproxima la competencia y lo estoy orientando. Además, ¿sabías que tampoco sabe bordar? También estoy haciendo de maestro —dijo con voz cansada, sus ojos reflejando el agotamiento.

—¿Bordar? —pregunté confundido—. Way, esto es serio. Jeff prácticamente no me habla desde la reunión. Y las miradas que me da no son agradables. ¿Qué fue lo que pasó?

Way inclinó su cabeza, luciendo confundido, antes de que su rostro se iluminara con una sonrisa traviesa.

—Son más cercanos de lo que pensé —dijo con picardía, sus ojos brillando con una chispa de diversión.

Corazones en guerra (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora