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Alan

—Lo siento, su alteza, no se puede hacer nada hasta que cese la lluvia—se excusaba uno de mis hombres, con la voz temblorosa. Esto no podía ser cierto. Ya habían pasado dos días. Dos tortuosos días. ¿Debía esperar otro día más? Pensaba, desesperándome cada vez más. Mi hombre prácticamente salió huyendo después de darme la mala noticia. Lo entendía. Mi humor estos días no había sido el mejor, y esto solo lo empeoraba.

La lluvia golpeaba con furia los ventanales de la posada, creando un sonido constante y monótono que acentuaba la tensión en el aire. El ambiente estaba cargado de humedad y una sensación de impotencia.

—Wow, su alteza realmente puede dar miedo cuando se lo propone—, me decía un sonriente North, mientras se acercaba con una despreocupada confianza. Empecé a dudar de su inteligencia al verlo acercarse, considerando la oscura energía que emanaba de mí en ese momento.

—Déjame en paz—, espeté, intentando darme vuelta y frenarlo al escuchar su siguiente frase.

—Debe extrañar mucho al príncipe Jeff—, comentó con una sonrisa que parecía desafiar mi paciencia.

Lo miré fijamente con frialdad. North no era, ni de lejos, la persona más grata para mí. Siempre sonriente, especialmente cerca de Jeff. Luego, el baile... ¡fueron alrededor de tres canciones seguidas! Era demasiado. Y para rematar, su alianza con Winner en el plan de Jeff para atrapar a Kluem. La vida de Jeff estuvo en riesgo.

—No creo haberte dado la confianza para hablar conmigo de forma tan cercana—, le dije fríamente.

—Pero soy amigo del príncipe Jeff, ¿no nos hace amigos indirectos? — preguntó con diversión y falsa inocencia.

Inspiré profundo y tragué saliva. —Cálmate, Alan— me dije a mí mismo. Es cierto, es amigo de Jeff.

—No, no nos hace amigos—, le respondí de forma cortante.

—Bueno, igual ya que estaremos aquí un día más por la lluvia y el problema con el camino, y te vi así de estresado, pensé en adelantar mi regalo—, dijo sacando un paquete de su mochila. —Deberías leerlo mientras esperas—. Terminó entregándomelo, para luego dar una ligera reverencia y marcharse antes de que fuera capaz de rechazarlo, con su característica sonrisa. Siempre parece que disfruta todo lo que está pasando.

Miré el paquete con desdén y me dirigí a mi habitación. Cada paso resonaba en los pasillos de la posada, amplificando mi frustración. Me di una ducha de agua caliente, esperando que el calor pudiera aliviar la tensión que se había acumulado en mis hombros y en mi mente. El vapor llenó el baño, envolviéndome en una nube que, por un momento, me hizo sentir aislado del mundo exterior.

Me recosté en la cama, sintiendo el peso de la responsabilidad aplastándome. Había tenido que viajar de urgencia a uno de los pueblos más golpeados en la frontera, que todavía tenían alguna reticencia para el proceso de unión. Convencerlos había sido un desafío, pero finalmente lo logré. Sin embargo, la lluvia había sido inclemente, desbordando ríos y causando pequeños derrumbes en los caminos. No se podía hacer nada hasta que no amainara. Y así, ya llevaba aquí dos días enteros. Dos días sin ver a mi Nu.

Me sentía atrapado, impotente ante la situación. Quería estar con Jeff, asegurarme de que estuviera bien, pero estaba aquí, retenido por las fuerzas de la naturaleza y mis propias responsabilidades. Cerré los ojos, tratando de encontrar un momento de paz en medio del caos que era mi mente.

La ausencia de Nu era un vacío que no podía llenar. No podía conciliar el sueño y se me dificultaba comer, pensando en cómo lo estaba llevando él. Últimamente había estado entrenando comer sin mí a su lado, me dijo que no quería ser dependiente de por vida. Pero jamás tanto tiempo y mucho menos en las comidas principales. Siempre era con las meriendas que antes preparaba Pean, y que ahora eran un poco más frecuentes.

Corazones en guerra (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora