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Jeff

Al final, fue lo único en lo que pude pensar para darle a Alan. Temía que lo viera demasiado infantil, pero él solo sonrió ampliamente y su mirada se iluminó como hacía mucho tiempo no lo hacía. Su sonrisa era como un rayo de sol después de una tormenta, cálida y reconfortante.

Mi corazón latía con fuerza, y sentí un calor agradable en mi pecho. Verlo tan feliz me llenaba de una alegría indescriptible. Sus ojos brillaban con una luz especial, y por un momento, todo lo demás desapareció. 

"Ahh, ojalá me pida un beso", pensé. Quiero tanto besarlo. ¿Eso se puede considerar un regalo de cumpleaños?

Todo iba bien, hasta que conocí a la persona de la que tanto me había hablado Way. Nuea era realmente hermoso. Se movía y se desenvolvía de un modo tan elegante que casi parecía etéreo. Si Way era el prototipo de omega dulce, hermoso y elegante, Nuea era su versión más madura y sofisticada. Y Alan... Alan le sonreía y le hablaba suavemente. Way había dicho que a él le gustaba. También me dijo que había estado de acuerdo en invitarlo. Incluso luego me dijo que parecía feliz de hacerlo. Y eso solo me apretaba más el corazón hasta casi romperlo. Esta persona sería... sería la próxima pareja de Alan. Y me sentí miserable. Y luego me sentí molesto.

Estábamos casados. Todavía lo estábamos. Me quejaba internamente. Él no debería sonreírle así. Me frustraba cada vez más. Y en definitiva, los comentarios de Way no ayudaban.

—Parecen una pareja hecha en el cielo, ¿no crees? Ahh, estoy tan contento por haber tenido una idea tan grandiosa —decía Way con entusiasmo. Y yo solo podía intentar sonreír en silencio, lleno cada vez más de este horrible e incómodo sentimiento. Quería gritar y quería llorar.

—Por aquí, me trae por favor tres del de color morado. Sí, lo espero. Gracias —le indicaba Way a uno de los camareros.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté, tratando de entender sus intenciones.

—Para acercarnos a Nuea —me dijo Way—. Es para demostrarle que somos amigos. He notado que siempre pide ese. Ven, vayamos a la mesa de postres y escojamos algunos. De esta forma pareceremos amigables —me instaba Way.

La mesa del banquete estaba llena de hermosos y delicados postres. Su aroma me hacía agua la boca. Me encontré ansioso por probarlos. Los colores y las formas de los postres eran un festín para los ojos, cada uno más tentador que el anterior.

—Espera, ¿Qué estás...? Sabes que no puedes —me regañó Way cuando vio que intentaba meterme uno en la boca.

—Pero, solo... —intenté decir.

—No, Alan te mandó a preparar varios especiales. Solo dime y los mandaré a pedir para ti.

—Pero no serían estos —murmuré con un puchero.

—¿Qué está pasando contigo últimamente? —preguntó con sospecha—. Bueno, como sea, espérame aquí. Le avisaré a Pean que los traiga.

Asentí con reticencia, porque no podía hacer nada más. Poco después vino el camarero con las tres copas y me sentí tentado. Tan tentado. Observé a Alan una vez más, y simplemente no podía evitarlo. Mi mente estaba en un torbellino de emociones. Sentía una mezcla de nerviosismo y celos que me quemaban por dentro. Observé a Alan desde la distancia, notando cada pequeño gesto. Su sonrisa,  dirigida a Nuea. La forma en que sus ojos brillaban cuando hablaba con él. Sentía una punzada de celos cada vez que veía cómo Alan se inclinaba ligeramente hacia Nuea, como si estuviera completamente absorto en la conversación.

Miré a los lados, verificando que cada quien estaba absorto en sus cosas y nadie me estaba mirando. Tomé uno de los saleros de la mesa de salsas y lo vacié entero. Estaba en eso cuando escuché la voz de Way.

Corazones en guerra (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora