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Jeff

"La última, ¡muy bien! ¡Una más perfecta que la otra!" exclamaba North emocionado, mientras yo apenas era consciente de los flashes de la cámara. El jardín estaba lleno de energía, con luces brillantes y el suave murmullo de las conversaciones de fondo.

Parpadeé un par de veces, sintiéndome un poco aturdido, como si estuviera despertando de un sueño, cuando nos separamos del beso. La calidez de los labios de Alan aún persistía en los míos, y una sensación de euforia me envolvía.

"¡Esto será un éxito seguro, no hay duda! Las preguntas, todo... ¡Y qué decir de las fotos! Les enviaré una copia antes de imprimirlo para que lo revisen por si creen que necesita alguna corrección y, por supuesto, una edición especial de los besos," terminaba North, tan emocionado como un niño en Navidad. Miré por el rabillo del ojo a Alan, que ya tenía su mirada fija en mí mientras sonreía de forma hermosa.

"Ahhh, deja de mirarme así," pensaba mientras mi corazón latía tan fuerte como un tambor, resonando en mis oídos.

Una vez que comenzamos con la práctica, parecía que simplemente no podíamos detenernos. Parte de mí se sorprendió por mi propio entusiasmo. No recordaba la última vez que había estado tan ansioso esperando por algo. Siempre quería estar cerca de Alan, siempre. Quería estar cerca de él, mirarlo, tomar su mano y hablar de cómo le había ido en el día o anécdotas de cuando era un niño. Aprovechábamos cada oportunidad para diligentemente practicar. Practicábamos mucho. Después de todo, era como Way nos había dicho, "por un bien mayor."

Después de la entrevista, Alan empezó a acompañarme a mi habitación después de cada comida y llegaba mucho más temprano en la noche para dormir. Y de alguna manera, siempre terminábamos practicando.

Entramos a mi habitación y apenas había dado unos cuantos pasos cuando me giró de tal manera que terminé con mi espalda contra la puerta, mi cuerpo presionado por su cálido cuerpo. Me miraba de forma intensa y podía sentir su respiración cada vez más irregular.

"Nos ha ido bien," me susurró con voz ronca. "Vale la pena la práctica."

Asentí mientras tragaba saliva y sentía mis mejillas encendidas, mi corazón latiendo con fuerza.

"Debemos seguir practicando para... para..." se quedó Alan en blanco, buscando razones.

"Para el baile," continué con voz temblorosa, "se acerca el baile de los Patharapol."

Vi cómo su mirada se iluminaba y sus labios se curvaron aún más, mostrando sus perfectos hoyuelos.

"Es cierto, debemos seguir practicando porque viene el baile y luego... luego habrá ese otro evento y el otro, ya sabes, el otro."

"Sí, el otro," susurré siguiendo la conversación, antes de perdernos en un beso.

El beso comenzó suave, casi tímido. Sentí la calidez de sus labios contra los míos, y una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo, haciendo que cada fibra de mi ser se despertara. El mundo a nuestro alrededor pareció desvanecerse, dejando solo el latido de nuestros corazones y el sonido de nuestras respiraciones entrelazadas.

A medida que el beso se profundizaba, una oleada de emociones me invadió. Sentí una mezcla de alegría, nervios y una conexión tan profunda que parecía trascender las palabras. Cada movimiento de sus labios, cada caricia de su lengua, era una promesa de algo más grande, algo que apenas comenzábamos a comprender.





Los días transcurrieron rápidamente con prácticas cada vez más y más frecuentes, después de todo se acercaba el día del baile. Es era la razón, por supuesto. Solo esa. Me encontraba absorto en un libro de historia propio de este reino, sentado en el sofá, mientras las palabras se deslizaban ante mis ojos. ¿Era esto lo que le decían a la gente de aquí? La habitación estaba iluminada por una suave luz, y el silencio solo era interrumpido por el crujido ocasional de las páginas al pasar.

Corazones en guerra (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora