23

214 30 23
                                    

Jeff

Miré y volví a mirar el libro, pero no era capaz de abrirlo. Simplemente no podía. Lo que había dicho Way eran... eran solo fantasías. Era obvio que, si estaba rodeado del aroma de Alan, podría empezar a diferenciar matices. Claro, es completamente normal. Lo mismo con Alan. Charlie puede percibir mi aroma de forma muy, muy sutil cuando nos acercamos mucho, y eso no lo hace mi persona destinada. Alan y yo dormimos juntos y, por las prácticas, estamos muy, muy cerca. Era normal que empezara en algún momento a distinguir algún esbozo de mi aroma. No significa nada más. A mí... a mí me gusta Bank. Él me está esperando hasta que termine toda la farsa. Con él me siento tranquilo, en cambio Alan siempre me hace sentir agitado de una u otra manera. Sí, todo está bien. Vuelvo a mirar el libro de reojo. Ahhh, lo guardo debajo de la almohada. No lo leeré, no lo haré. Todo está bien, no... no me voy a confundir. Me decía, agitando con fuerza mi cabello.

El cuarto estaba en penumbra, solo iluminado por la tenue luz de la luna que se filtraba por la ventana. El silencio de la noche era roto únicamente por el suave susurro del viento y el latido acelerado de mi corazón. Sentía una mezcla de confusión y determinación, luchando contra mis propios pensamientos.

—¿Todo bien, Nu? —La dulce voz de Alan me sacó de mis pensamientos, su tono suave y preocupado al entrar a la habitación.

—Bien, sí —respondí con prisa, cubriéndome con la manta—. Que duermas bien.

—Gracias, Nu, igual para ti —me dijo con un suave susurro mientras se acostaba a mi lado—. Por cierto, Nu, mañana saldremos a dar una vuelta. Quiero mostrarte algo.

—¿Algo? —pregunté curioso, tratando de ocultar mi agitación.

—Es una sorpresa. Este reino tiene sitios muy bonitos. Te los mostraré poco a poco.

A la mañana siguiente, el sol se empezaba a filtrar por las ventanas, llenando la habitación con una cálida luz dorada. Escuché su suave voz que me llamaba, como un susurro en el viento.

—Nu, Nu, despierta. Voy a dejar algunas firmas hechas con Kluem y te busco en una hora en la entrada. Llevaré algo para que comamos en el camino. Lleva algo ligero para caminar.

—Uhmmm —asentí todavía un poco adormilado, sintiendo la calidez de la mañana.

Me estiré perezosamente, disfrutando de la sensación de los primeros rayos de sol en mi piel. Me duché y me vestí, el agua caliente ayudando a despejar mi mente. Cuando bajé, me quedaban todavía 20 minutos. Unas voces llamaron mi atención.

—No, así no. Más a la izquierda. Quiero que se pueda aprovechar la luz natural. Las flores... sí, son perfectas.

Cuando me acerqué, vi a un chico que supervisaba algunos cambios en el jardín lateral. El jardín estaba lleno de colores vibrantes y el aroma de las flores llenaba el aire. ¿Qué hacían? El chico se giró y, al verme, su rostro se iluminó.

—¡Ohh, es el príncipe Jeff! Lo siento, ¿fui muy ruidoso? —preguntaba acercándose, su voz llena de entusiasmo.

—No, no, solo estaba curioso. Voy de salida.

—¿Con el príncipe Alan? —preguntó curioso, sus ojos brillando con interés.

—Uhmmm —dije frunciendo el ceño—. ¿Quién era esta persona?

—¡Ahhh, es una cita! —exclamó emocionado, sus palabras llenas de alegría.

Lo miré perplejo. ¿Cómo que una cita? ¿De dónde había sacado esa conclusión?

—Qué lindo, tus mejillas están rojas —volvió a exclamar después de mirarme, su sonrisa amplia y divertida.

Me cubrí las mejillas con las manos. Esta persona era demasiado honesta y directa. ¡Hay cosas que no se dicen!

Corazones en guerra (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora