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Alan

"¿Estás seguro de que no puede ser más suave? ¿Y las ruedas, no harán mucho ruido, cierto?" pregunté con preocupación, observando el carruaje con detenimiento.

"Todo está de acuerdo a su solicitud, su alteza. No hemos escatimado en las medidas indicadas. Debe ser el carruaje más cómodo de todo el reino, sino del mundo," respondió el sirviente con una reverencia. "Hemos añadido suaves cojines y ventanas con cortinas de terciopelo para protegerlos del sol. Es el más silencioso y suave, el más amplio. Puede estar seguro de que es perfecto para lo que dispone."

Asentí mientras exhalaba un suspiro de alivio. Jeff apenas había obtenido el permiso para viajar después de su accidente. Para mañana estaba prevista la reunión preliminar donde expondremos ambas partes nuestras condiciones. Si logramos un acuerdo, la boda será en dos días y regresaré con él como mi príncipe consorte. Debo estar preparado para que todo salga de la mejor forma posible. Especialmente quiero asegurarme de que el viaje será cómodo. Será su segundo viaje largo después del accidente y temo que se maree o, peor, le dé dolor de cabeza.

"¡Oh, qué elegancia!" exclamó Babe al ver todos los ajustes hechos al carruaje. "Algo me dice que el viaje será placentero."

"Sí..." respondí, examinando de nuevo el carruaje.

"Está perfecto. Tranquilo. Pensé que te preocuparían otras cosas, pero veo que ya das por sentado que todo será un éxito. Todos en el palacio están estresados por los últimos arreglos de la nueva habitación y los cambios."

"Bueno, ¿de qué sirve intentar algo si crees que no lo vas a conseguir?" le dije, mirando por última vez las ruedas.

"¿Y los nobles? Me sorprendí viendo que te enviaron telas costosas. ¿Cómo conseguiste su apoyo?"

"Les hablé de los beneficios monetarios y eso fue suficiente," espeté con frialdad. "Aunque aún hay algunos con reticencias. Ahora es cuando debemos estar más vigilantes, puede que haya ataques."

"Hablé con Way, a pesar de sus dudas está dispuesto a todo por ayudarnos."

"Su alteza, está todo preparado," me decía un sirviente.

"Es hora de partir."

El camino se me hizo eterno. Traté de concentrarme en el paisaje, pero siempre terminaba pensando en la reunión, las condiciones, en ese extraño chico. En que, si todo salía bien, él sería mi responsabilidad. Babe me dijo que no me complicara, que podía ser mi esposo trofeo. El que está para lucir y se cuida como la más preciosa joya. Solo debía mantenerle vigilado siempre para su protección y nuestra seguridad y asegurarle los lujos que le hicieran feliz. Solo eso. Del resto, mi vida seguiría como siempre, enfocándome en dirigir mi reino. Y no pude evitar sentir un atisbo de decepción, ¿de verdad podría ser tan impersonal y superficial? No es que en realidad quisiera que fuéramos más cercanos ni nada de eso, pero era extraño.

Llegamos después de un viaje que se me hizo interminable, como si el tiempo se alargara a propósito para torturarme con la ansiedad. El camino serpenteaba a través de colinas verdes y valles floridos, mientras el sol comenzaba su descenso, tiñendo el cielo con tonos cálidos y dorados. Los árboles a ambos lados del sendero parecían susurrar secretos antiguos con el suave murmullo del viento.

A pesar de la belleza del entorno, mi mente no podía dejar de preocuparse por la reunión que nos esperaba. Finalmente, fuimos los primeros en llegar.

"¡Alan, Babe! Como siempre, es un gusto verlos," exclamó Pete con una sonrisa radiante mientras se acercaba a nosotros.

"Querido Pete, para nosotros también siempre es un placer verte," respondió Babe con alegría, dándole un abrazo.

Pete y yo nos miramos y simplemente asentimos, compartiendo una comprensión silenciosa.

Corazones en guerra (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora