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Jeff.

No he sido capaz de ver a Alan a la cara.

Desde anoche, una sensación de confusión y miedo ha estado revoloteando en mi pecho. Después del desayuno, salí prácticamente corriendo al jardín, llamando a Pean para que me acompañara. El aire fresco y el aroma de las flores me ofrecieron un breve respiro, pero la inquietud seguía ahí, latente. Repetí la misma acción después del almuerzo, intentando escapar no solo de Alan, sino también de mis propios pensamientos.

Sabía que no podría seguir haciendo esto por mucho tiempo. Esta noche es el baile y se supone que debemos actuar el papel en el que hemos trabajado tan duro. Me miro al espejo, terminando los últimos arreglos de mi atuendo, y me siento aún más confuso. Yo... no entiendo a mi corazón. No puedo entenderlo. Ni a él ni a mi cuerpo, al parecer. ¿Por qué me siento así?

Toc, toc.

—Jeff, ¿estás listo? —dijo Way tras la puerta—. Debemos reunirnos para conversar antes del baile.

Way había venido temprano para comentarnos algo con urgencia acerca del baile. Así, nos encontramos los tres de nuevo en una reunión en mi habitación. El ambiente estaba cargado de tensión, y el silencio solo era interrumpido por el sonido de los pasos de Way y nuestras respiraciones.

—¿Qué ocurre, Way? —preguntó Alan, preocupado, mientras se sentaba en el sofá pequeño, tomando distancia de mí.

—No estoy seguro, pero algo no va bien. Creo que están tramando algo para esta noche —decía Way, caminando de un lado a otro, con el ceño fruncido.

—¿Quién? —preguntó Alan con una calma helada, sus ojos fijos en Way.

Tragué saliva. La conversación que había escuchado en el agasajo. Ese chico dijo que sería en el baile del tío de Way. También dijo que se encargaría de Way. ¿Debería decirlo? ¿Podría decirlo sin mencionar a mi reino, cierto? Discutía conmigo mismo en mi mente, sintiendo un nudo en el estómago.

—No lo se. Sabes lo perfeccionista que es mi tío y, bueno, ha cambiado el personal de seguridad y la contraseña al menos tres veces. Sabe que están preparando algo, pero no ha logrado dilucidar nada más. Son buenos y están infiltrados, es la única explicación.—Way se detuvo y nos miró a ambos, su expresión era de preocupación y determinación.

Apreté el borde de mi chaqueta con fuerza. ¿Cómo debería decirlo? Yo no lo vi, pero lo escuché y creo que si me acerco podría reconocer su aroma. Mis pensamientos eran un torbellino de dudas y miedos.

—Jeff, ¿ocurre algo? —La voz de Alan me sacó de mis pensamientos y, por primera vez en horas, nuestras miradas se encontraron cuando levanté la vista al escuchar su voz. Sus ojos reflejaban una mezcla de preocupación y curiosidad. Duró apenas unos segundos antes de que desviara mi mirada al suelo.

—Na...da. Nada —intenté decir, sintiendo que mi voz temblaba.

—Jeff, eres un libro abierto. Habla ahora —espetó Way, mirándome seriamente, sus ojos penetrantes buscando respuestas en los míos.

Me debatía internamente. ¿Debería contarles lo que había escuchado? ¿Podría poner en peligro a mi reino si lo hacía? La confusión y el miedo me abrumaban, pero sabía que tenía que tomar una decisión.

Tomé aire profundo y, sin dejar de mirar el suelo, comencé a hablar con cautela, tratando de escoger mis palabras con cuidado.

—En el agasajo escuché a dos personas hablar. Hablaban de esta fiesta. Y que se encargarían de ti, Way —dije, sintiendo un nudo en el estómago.

—¿De mí? —exclamó Way, sorprendido, sus ojos se abrieron de par en par—. ¿Por qué se encargarían de mí? Soy un simple omega huérfano, que vive de su tío.

Corazones en guerra (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora