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Cada vez está más cerca. ¿Acaso le gusta que le esté gritando?

Su compañía no es la más agradable que digamos; menos cuando estoy leyendo.

Diana, ¿me prestas tu libro? Veré si me llaman la atención esas cosas aburridas que lees.

Les juro que en este instante deseo golpearlo justo en la cara.

Ni lo sueñes.

¿Por qué no?

No pienso renunciar a mis valiosos minutos de lectura. Menos si es para prestarle mi libro a un bobo que dice que leo cosas aburridas.

Lo siento. Lo que lees no es aburrido. ¿Ahora sí me lo prestas?

No.

¡Por favooor!

Ya dije que no.

Pues no te capté.

No me digas que ahora te cuesta entender el español.

Odio cuando te pones sarcástica.

Yo te odio siempre.

¿Gracias?

De nada.

Luego de eso se mantuvo en silencio observando hacia su mochila.

Creí que nuestra conversación acabaría ahí, pero al cabo de un minuto, Keneth decidió tocar mi hombro.

¿Ahora qué?

Mi tono de fastidio salió a la luz.

Él introdujo su mano en el pequeño bolsillo de su mochila, y con ciertas trazas de nerviosismo en el rostro, sacó dos papeles.

Dianita...

No me llames así.

Empezamos mal.

Ni siquiera te he dicho nada y ya estás quejándote.

Está bien, ¿qué quieres Keneth?

¿Te gusta el helado?

¿A quién no le gusta?

A mi hermana.

Abrí mis ojos con sorpresa.
Él alzó los hombros.

Lo sé. Es rara, ¿verdad?

Demasiado.

Yo diría que no es humana.

En fin. Te quería decir que tenía dos cupones para helados gratis, y ya que mi hermana no piensa acompañarme...

Mostró los papeles que había sacado de la mochila.

¿Qué tal si vamos juntos hoy por la tarde?

Lo pensé por un tiempo y me dije a mí misma:

"Es helado gratis, ¿por qué no?"

Pero... ¿ir con Keneth? Ahg, tendría que soportarle toda una tarde entera, además, estaré demasiado ocupada hoy.

Mejor me traes mi helado el día de mañana.

Una repuesta totalmente lógica. Como si se pudiera.

¡Andaaa! Vamos juntos.

Keneth hizo un puchero, para luego darme un ligero empujón.

Sabes que hay otra prueba el día de mañana. ¡Debo estudiar!

Pero si te lo traigo mañana, se derretirá.

Se dió cuenta... ¿ahora qué le digo?

Eh... no lo creo, estamos en invierno. El clima lo mantendrá frío.

Qué excusa más estúpida. ¿No se me pudo ocurrir algo mejor?

Pues entonces se derretirá en mi estómago.

Me sobresalto ante su respuesta y su sonrisa macabra.

¿¡Él se lo comerá!?

¡No se vale!

Tú decides~

Bueno, será sólo por un rato, ¿cierto? Además, ¡no quiero que Keneth coma todo él solo! Yo también quisiera helado.

¿Por qué no simplemente voy y ya?

Está bien. Iré.

Digo sin más remedio. Supongo que estudiaré en la noche.

¡Yay!

Keneth se ve feliz, debe ser porque hizo de las suyas.

Hum. Pero sólo por esta vez.

Le advierto con mi dedo índice al aire.
Él sonríe.

¡Graciaaas!

Ya cállate.

Jamás pensé decir "Hola" (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora