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¿Hasta cuándo piensas esconder esa bolsa de papitas?

¿Uh? ¿De qué hablas?

Dije mientras introducía la bolsa de nuevo en la mochila, con extrema rapidez.

Pero...

QUIERO PAPITAS.

Él fue aún más veloz al momento de tomar la bolsa. Por supuesto, yo no la había soltado, así que ambos empezamos a tirar de cada extremo.

Suelta la bolsa. ¡Son mías!

¡Quierooo!

¡Deja de molestar! Compra las tuyas.

Halé la bolsa de nuevo.

Me duele el codo como para comprar.

¡No seas tacaño y devuel...!

Un sonido desgarrador inundó el aula de clases.
Keneth me miró asustado.

Ups...

No .Puede .Ser.

¡MIS PAPITAS!

Yo no fui.

¡Maldito! ¡Rompiste la bolsa!

un grito dramático mientras observaba una escena triste de todas mis papitas en el suelo.

Es que tú no la soltabas, entonces...

Pero eran MIS PAPITAS.

¡Sólo quería comer una! No pensé que esto terminaría así. Quizás si no hubieses sido egoísta y...

Dirigí a Keneth una mirada llena de furia antes de que completara su frase. Él desvió la vista.

Mejor olvida lo que dije, todo es culpa mía. Dime, ¿estás molesta?

Preguntó con un tono de voz nerviosa.

¿Tú qué crees?

Fue lo único que contesté y le arrojé la bolsa rota directo al rostro.

Él se quejó y la apartó de su cara para luego observarme con ojos entrecerrados .

¿Qué hago para que ya no estés molesta conmigo?

Debes comprarme unas nuevas.

Ahg... Está bien.

Aceptó de mala gana y arrojó la bolsa al cesto de basura.

A ver, ¿las quieres con mucho o poco aire?

Mejor sin aire.

Pero las tuyas traían aire, además, ¡las que no tienen aire son muy caras!

Yo no te mandé a romper la bolsa, ¿o sí?

Bueno, pero esta vez sí me darás aunque sea una.

Está bien.

Alcé mis hombros.

Aunque es una lástima ver todas esas papas desperdiciadas...

Observó las papas y luego se inclinó hacia el suelo.

¿Qué vas a hacer?

¿Tú qué crees?

Dijo mientras recogía unas cuántas, para luego llevarlas a su boca.

OYE PUERCO, ¡NO TE LAS COMAS!

Grité regañándolo.
Él sólo hizo un gesto despreocupado con su mano izquierda.

La ley de los 3 minutos.

Es la ley de los 3 segundos.

Pero como yo soy flojo, es la de los 3 minutos.

Respiré hondo.

Tonto, te vas a enfermar.

No lo creo.

Ya, me rindo.

Cuando te acabes el papel de baño me avisas.

¡Oye!

Sólo digo.

Jamás pensé decir "Hola" (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora