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— Recuerda nuestro trato, ¿Eh?

Eliot y yo estábamos en la entrada al instituto, y él se encontraba diciéndome que debía defenderme a como diera lugar.

Tranquilo hermano, vengo preparada.

Dije mientras sacaba la raqueta de mi mochila.
Él soltó una risa.

— Eso espero, no me decepciones.

Alzó su pulgar, a lo que yo asentí con una sonrisa.

— Adiós, espero que te vaya bien Diana.

Me dió un último abrazo, al cuál correspondí, y luego empezó a caminar hacia su universidad.

¡Adiós Elote!, Cuídate~

Exclamé moviendo mi mano hacia los lados, y entonces se giró para decir algo más.

— ¡Si esos idiotas te hacen algo les patearé el culo!, ¡No lo olvides!

Lo dijo, en serio lo dijo.
No puedo evitar reír.

¡Está bien!, ¡Ya vete!, o se te hará tarde.

Le sonreí una última vez y luego él se marchó corriendo.

Ahora yo estoy sola, en la entrada al instituto.
Lo digo en serio... Quiero morir.

Bueno... This is sparta bitches.

Dije para mí misma, en un intento por darme ánimos para el tipo de "Mini-Guerra" que iba a enfrentar ese día.

Aquí voy.

Empujé la puerta y me adentré al campo minado (Instituto).
Lo primero que hice fue dirigirme hacia mi base (Casillero), para guardar toda mi ropa de repuesto, y los materiales para lavar mi cabello, dejando en mi mochila el arma que usaría (Raqueta), y mis indispensables productores de energía (Queso).

¡Bien!

Ahora que ya todo estaba listo me marché al campo de batalla (Salón de clases).

Mientras caminaba sentía un escalofrío correr por mi espalda, pensar en que debía afrontar la situación que ocurría cada año, de manera diferente... En cierta forma me asustaba.

¿Cómo saldría todo?, ¿Me iría bien?

¡Buenos días!

Exclamé entrando por la puerta.
Enseguida todos mis compañeros me observaron fijamente, en el rostro de algunos se veía lástima, mientras que en el de otros se formaba una sonrisa maliciosa.

— Buenos días Diana, pasa y toma asiento por favor.

Dijo la profesora mientras señalaba mi butaca.
Me sentía observada mientras caminaba hacia esta, pero eso no fue todo, si no que antes de siquiera estar cerca de mi lugar, una mano me tomó fuerte de la muñeca, jalándome hacia atrás.

¿¡Qué carajo!?

Exclamé asustada, y luego noté que estaba siendo rodeada por unos brazos.
Giré y entonces lo ví, Keneth estaba abrazándome.

¿Keneth, qué... Haces?

Buenos días Diana.

Dijo como si nada y luego besó mi frente.

Jamás pensé decir "Hola" (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora