Capítulo 14

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Egeo:

-Antonella-la llamo, pero es como si con ella no fuese, corro sacándome los guantes y en menos de diez segundos estoy tomándola en brazos.

- ¡No me toques! -me grita tratando de soltarse de mi agarre.

-Quédate quieta Antonella-pero no me hace caso.

-Te odio-dice con la voz cargada de sentimiento, su corazón está acelerado, pero por la rabia contenida-dejaste que te tocara.

-Chiquilla la aparte de inmediato-niega.

-Déjame, no te quiero cerca-joder no debí contenerme, debí partirle el cuello a esa zorra envidiosa en cuanto la vi por primera vez-eso es lo que hacías mientras me tenías encerrada, te odio.

Su mentón tiembla, no soportaré un nuevo te odio. Me giro apuntando con la pistola a la inútil que nos miraba con una sonrisa en la cara, sonrisa que se le acaba cundo ve mis intenciones y el disparo retumba.

- ¡Déjame! -me grita nuevamente, mirando la escena con total desinterés, como si no le llenara en lo más mínimo que haya matado a una mujer por su rabieta de niña caprichosa.

Las puertas del ascensor se abren y entro de inmediato haciendo que mis amigos salgan escuchando una maldición de Lev y un desquiciado de Niklaus.

-Déjame- solloza, joder está llorando-no te quiero cerca.

-Chiquilla, no me pida eso, no puedo estar sin ti-niega. Sus ojos conectan con los míos y el gris esta tan turbio que me estremezco.

-Dejaste que te tocara-hace un puchero, mierda no puedo verla así, no puedo verla triste-yo no iba a dejar que ese hombre me tocara, pero tú me encierras, vas y dejas que te toque ¿Qué más la dejaste hacer? -niega como si se estuviese respondiendo ella misma-no te quiero cerca.

Llego a la habitación, aventándola a la cama, colocándome encima.

-Chiquilla preciosa yo no quise que me tocara, me aparté de inmediato y lo demás, estaba enfadado, te pusiste en peligro hiendo a esa subasta. No debí encerrarte, debimos hablarlo, me equivoqué -acaricio su mejilla sacándole un sollozo que me agita el cuerpo-solo necesitaba planear la estrategia, rescatáremos a las mujeres mañana, pudimos sacar a las chicas del teatro y regresarlas sanas a sus casas. No sabía cómo enfrentarme a ti y fui por un trago, esa zorra llegó y viste lo que paso, nunca buscaría el contacto de otra mujer.

Joder el pucherito tembloroso solo me provoca querer revivir a esa zorra y volverla a matar, pero es que a la vez me gusta tanto tener influencia en sus emociones.

- ¡Soy tuyo! -le aseguro deteniendo con mi mano el temblor de su mentón

- ¿¡Me lo juras!?-no se si es una orden o una pregunta, pero lo matiza de forma tan caprichosa, que no puedo evitar una sonrisilla.

-Te lo juro-su gris tormentoso busca la verdad en mi pálido iris y la encuentra.

- ¡Solo mío! -asegura envolviendo sus brazos en mi nuca-no quiero que nadie te toque.

Su berrinche y posesión solo hacen que me vuelva más loco por ella.

-Nadie me tocará, soy solo tuyo-acaricio su labio inferir, su boca es mi perdición- mi chiquilla caprichosa, soy tuyo-me sonríe aun con lágrimas en sus mejillas, que están sonrojadas y sus labios rojos parecen muy suaves por el llanto.

Le doy un casto beso con sabor salado de lágrimas combinado con el dulce de las manzanas.

-Antonella...-no me deja seguir, me besa, un beso cargado de necesidad.

-Yo también soy tuya-no puedo evitar sonreír sobre sus labios-solo tuya-hace un mohín que me pone más duro de lo que generalmente estoy a su lado-tu eres mío y yo soy tuya.

Lo dice con tanta seguridad que en cuestiones de segundos arranco su ropa, literalmente, haciéndola pedazos entre mis manos, dejándola desnuda ante mi mirada hambrienta.

Admiro su precioso cuerpo, está hecha para poner de rodillas. Sus dulces curvas, he visto muchas mujeres pero ninguna se compara con ella, tiene algo que te llama, que ínsita hacer locuras, quizás sea esa inocente seducción que desprende, es como un ángel que ansía ser corroído. Provoca que la quiera encerrar y que solo yo pueda verla, es mía ¡Estoy en mi derecho!

La llevo al borde de la cama con sus piernas bien abiertas dejándome ver su hermoso coño brillando de excitación. La lujuria llenando sus ojos pareciendo la más turbia tormenta y como si de un súbdito me tratase, me arrodillo.

Ahora lo entiendo, mi obsesión por Antonella solo me llevará a la muerte y caminaré gustoso a ella.

Ese el único pensamiento que llego a mi mente luego de descubrir que en el cielo también hay llamas que consumen el alma.

Egeo (Mares)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora