Capítulo 44

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Antonella:

Me llaman a lo lejos, esa vocecita que amo y que la necesito escuchar al despertar y al cerrar los ojos en la noche.

-Mamá-la voz desesperada de mi pequeño me sobresalta-despierta mamá.

Comienzo a pestañar, la luz es un poco intensa, la habitación es completamente blanca. Busco la voz de mi hijo que continúa llamándome.

-Egon-lo veo atado en una camilla, me incorporo de inmediato para buscarlo, pero no puedo mover mis pies, están esposados. Ahora es uno de esos momentos en los que me maldigo, soy débil.

- ¡Estoy bien mamá! -tarta de tranquilizarme mi niño, joder debería ser lo contario. Debería estar rompiendo las esposas para sacarlo de aquí, pero por más que las golpeo no soy capaz de romperlas. Le raparon el cabello, lo tiene muy bajito casi al cero, también lo cambiaron de ropa.

La puerta se abre y por ella entra Rudalf Mansfeld una versión envejecida de Egeo solo que más pequeño. A su lado esta su fotocopia, justo como él, pero con las diferencias de los ojos y cabello. Azov, no sé porque mi corazón se encoje, siempre he creído que es un buen hombre, pero no, un buen hombre no participaría en la tortura de un niño.

-Eh cumplido con mi parte del tarto-habla mi madre, que no sé en qué momento entró en la habitación.

-Serás recompensada. Tanto Azov como tu serán recompensados, el premio de mi hijo está aquí, su preciada Antonella.

-Tocan a mi madre y los mato-la voz aniñada pero dura de mi hijo resuena, asiendo reír al psicópata de su abuelo.

-Aún mejor que tu padre-se acerca observándolo-el mejor de todos.

Las cadenas de mi hijo se mueven, crujen bajo su agarre, es como si las estuviera destrozando, son muy gruesas.

-No le hagas daño-pido suplicante, la mirada clara del hombre se posa sobre mi-solo es un niño, sólo tiene tres años.

-Ahora entiendo la fascinación que tienen mis hijos contigo, eres preciosa, una cosita pequeña y delicada.

-Cuidado Rudalf, no me temblará la mano al matarte-el viejo suelta una carcajada.

-Ahí está, lo engañas con su hermano-trago fuerte, nunca podré reparar el daño que le he causado Azov-te enamoras, té casas y tienes hijos con él-señala a su hijo menor-pero te sigue amando, haces débiles a los hombres que te rodean. Hombres fuetes que pueden destruir el mundo, que fueron creados para eso. Sólo vivirás si te vas con él, conmigo no tendrás ninguna clase de indulgencia.

- ¿Que le harás? -pregunto mirando a mi niño, en el cual veo reflejado el mido por primera vez.

- ¡Mejorarlo!

Se abren unas cortinas dejando ver tres máquinas inmensas, las dos de atrás exactamente iguales, pero en diferentes tamaños. La primera tiene el mismo modelo, una clase de capsula blanca con innumerables pantallas y luces rodeándolas.

Un escalofrío me recorre cuando veo la marca de los orificios en la silueta justo donde esta la columna y las muñecas, pero la gran deferencia de esta máquina con las demás, es el sistema de agujas que está justo en sima, en la silueta de la cabeza.

-Tu padre y hermano te acompañaran pronto-continúa hablando el carbón-pero ellos necesitan cambios, cambios que ya tú tienes de nacimiento y lo utilizaremos para acelerar los suyos-por supuesto, por eso la máquina de Egon se conecta con la de Ezio y Egeo.

-Eres la mejor de las creaciones-la reverencia en su voz me asquea y no solo a mí, Egon sin preámbulo alguno le escupe la cara.

-Definitivamente tu temperamento es peor que el de tu padre-el viejo continúa hablando, pero lo dejo de oír, los dos no podemos salir, pero él sí que puede hacerlo.

Egeo (Mares)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora