Capítulo 20

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Egeo:

Voy quitando su ropa lentamente, pieza por pieza.

-Estoy sudada-me reprocha cuando roso mi boca en su vientre desnudo.

-No te imaginas lo bien que sabes-se estremece y no puedo evitar perderme, en sus ojos, en como el gris se convierte en tormentas peligrosamente tenebrosas y envolventes.

- ¡No puedo alejarme! -no miento, su cuerpo es mi santuario y como un devoto debo adorarlo.

-Me dejaste sola-me reprocha, noto dolor en su voz y a mi mente retorcida le gusta.

-Y no sabes cuánto me ha costado-mis labios prueban la dulzura de su piel-lo que he tenido que hacer para subsistir.

- ¿Qué? -pregunta en un jadeo cuando comienzo a mordisquear la curva de su cuello.

-Chuparte esto-tomo sus pechos entre mis manos-mientras dormías. Meterme entre tus piernas y saborearte como un maldito pervertido.

-Egeo-jadea aferrándose a mi camisa.

-Quedándome la noche en vela observándote, solo así consigo paz-la miro a los ojos-chiquilla tú puedes vivir sin mí, pero yo no existo sin ti.

Su mirada no deja la mía mientras nos arrodillamos en la cama, detiene mis manos que seguían el camino de botones de mi camisa.

-Déjame mostrarte que yo también te he necesitado-asiento, no puedo negarle nada, continúa con la tarea.

Sus pupilas se dilatan, sus dedos recorren mis abdominales absorta en ellos hasta llegar a mis pantalones. Sus manos tiemblan ligeramente cuando abre el botón de mis pantalones de vestir siguiéndole la bragueta, mi polla dura como una roca salta ante sus ojos.

-Nunca llevas ropa interior-toma su labio inferir entre los dientes maltratándolo.
Me desnudo rápidamente aventándome encima.

-Dijiste que me dejarías demostrarte cuanto te he necesitado-su puchero me enciende la sangre. Joder como me gustan sus niñerías.

Se da la vuelta sentándose a horcajadas sobre mí, no pierdo ni una de sus reacciones, la oscuridad brilla en sus orbes grises cuando su intimidad rosa la mía. El tiempo se detiene cuando sentimos la excitación del otro, solo existimos nosotros.

Su boca se estalla contra la mía en una oscura necesidad, es como si toda ella se cuestionara cuando estamos así. Cuando el deseo culposo la rodea y no la deja ser ella. Cuando no quiere libertad, porque prefiere ser prisionera, prisionera del oscuro deseo que nos consume.

Su boca se amolda a la mía, su lengua me exige que me entregue. Un fuerte gruñido se atasca en mi garganta y un jadeo doloroso se le escapa de los labios cuando mueve sus caderas sobre mi polla.

Mi polla se sacude en su mano cuando la lleva hasta su entrada y ambos gemimos ante el calor del otro. Jadea de dolor y placer cuando comienza a bajar por mi larga longitud, la estrechez de su pequeño coño me daña la polla.

-Chiquilla mi obsesión se está alimentando en este momento, no creo que sea bueno para ti-advierto con los dientes apretados, es mi última pisca de honor, porque es que joder, tenerla encima se está convirtiendo en mi lugar favorito.

Susurra cosas sin sentido en italiano y joder me contengo o me correré, esto es completamente nuevo para mí y no creo que lo pueda resistir mucho tiempo.

La vista de su cuerpo desnudo, encima del mío, observar cómo su pequeño y estrecho coño se va comiendo mi polla larga y gruesa, como enrojece. Joder me exista ver como la rompo.

- ¿Te duele? -pregunto viendo su rostro descompuesto, todavía no va ni por la mitad.

-Mucho y quiero que siga doliendo -joder porque, porque me gusta tanto tenerla así.

Solo cuando estoy dentro de ella siento que me pertenece por completo, me deja derribar sus padres y se siente libre entre mis barrotes.

Llevo su pezón a mi boca-Ya casi-la tranquilizo, mi mano se desliza entre nuestros cuerpos llevándola a su clítoris, apretándolo, hundiéndolo.

- ¡Aaaah! -hecha su cabeza hacia atrás enterrándose toda mi polla, en la vida había visto algo tan perfecto, me hace jadear, esta apretada, tan apretada que me duele la polla, sus paredes se sierran sin compasión.

Me tira atrás mordiéndose el labio, lleva sus manos a mi pecho asegurándose que no me incorporare y comienza a subir lenta y perezosamente.

-Mmmm-gime. Sus jugos corren por mi polla y me mira avergonzada, pero es que me importa poco su vergüenza, porque me enloquece saber que le proporciono tanto placer, que solo necesito penetrarla una vez para que se corra.

Tomo sus caderas marcando con mis dedos su piel blanquecina, ayudándola a marcar el ritmo, levantándola lentamente haciendo que mi larga longitud salga casi por completo empujándola nuevamente dentro.

-Oh dios-gimotea y la empujo con más fuerza hacia abajo, su clítoris me rosa haciéndola jadear sin parar, aumento el rito, más rápido, más duro.

-No dios chiquilla-la empujo con fuerza- soy yo, tu dueño-su coño choca sin piedad en mi pelvis y ella hecha la cabeza hacia atrás disfrutando, su piel está cubierta de sudor y su respiración es errática, sus paredes me aprietan, me ahogan, se está corriendo nuevamente.

-Egeo, oh dios Egeo, más-su cara de satisfacción me ínsita a complacerla a darle más duro, se cierra fuerte conta mi polla a punto de estallar.

-Si chiquilla soy tu dios y tu dueño, dilo, di que eres mía-sus caderas se contonean sin control y yo hago que me monte con más fuerza, más rápido.

-Soy tuya, solo tuya, tuya-gime desesperada.

-Si, mía.

Sus fuerzas se agotan, su cabello hace una cortina cubriéndonos, llevo uno de sus pezones a mi boca, entro y salgo de su coño sin control, sus paredes se contraen, me asfixian nuevamente por lo que le doy más fuerte.

Solo se escuchan nuestros jadeos en la habitación y el sonido de la carne chocando conta carne, le doy una palmada en el culo y estalla de inmediato llenándome de sus exquisitos fluidos.

Me derramo por completo en su interior sin dejar de moverla alargando nuestro éxtasis, me mareo, el mundo gira demasiado rápido a mi alrededor, siendo consiente solamente de sus gemidos y de la forma en la que mi polla palpita en su tibio coño que me maltrata. El orgasmo fue devastador, como nunca.

Cae exhausta en mi pecho que sube y baja agitado. Se que en ocasiones puede ser muy intenso, tengo más fuerza, más resistencia que un humano normal. Su cuerpo se agota, la hago correrse varias veces en un solo polvo, pero sé que lo disfruta, a pesar de que estoy aprendiendo, nunca antes me había importado el placer de una mujer.

La ayudo saliendo lentamente de ella y me pone nuevamente duro lo que veo, mi semen escurriéndose de su interior y nuestros fluidos bañando mi pelvis, su rostro enrojece.

-Chiquilla eres perfecta-llevo mis dedos a su desastre, nuestro desastre, bañándolos para luego probarlos.

-Deliciosa y perfecta-le doy a probar y cierra los ojos con un gruñido de satisfacción.

Me acuesto a su lado, luego de ir al baño por una tolla y limpiarnos.

-Egeo-susurra medio dormida-nunca dudes de mi palabra, té prometí que te ayudaría y lo haré.

- ¿Nunca me dejarás? -sus ojos se van cerrando lentamente.

-Eres mío-es lo último que dice y no puedo evitar sonreír, por supuesto que lo soy y me encanta que me reclame.

No se me pasa desapercibido que no me respondió. La amo y quiero que me ame, necesito que me ame, no sé si ella podrá soportar esto que siento, no sé si podrá lidiar con mis sentimientos y el peso de que no sienta lo mismo.

Egeo (Mares)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora