Capítulo 37

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Antonella:

Estoy sentada en la cama esperando que Egeo salga de la ducha y me quedo con la boca abierta cuando lo hace. La saliva se me aliviana en la boca solo lo cubre un pantaloncillo de franela gris dejándome ver su marcada erección. Este hombre siempre está duro.

Su cabello está húmedo dejando suelto la maraña de risos dorados. Dios su boca, sus labios carnosos tan rojos. Desvío la mirada.

-No me evites-se coloca a mi lado. Su mano va a mi muslo levantando mi camisón de satén negro.

El aire se va volviendo pesado, me cuesta respirar con normalidad, su piel está fresca y oliendo a océano, ese océano que quiero que me consuma. Su palma áspera busca el interior de mis muslos y yo como estúpida abro las piernas dándole mejor acceso.

-Ves, me deseas-sus labios se posan en mi hombro dejando un beso delicado-No puedes negarlo.

-Mmmm-gime cuando pasa por encima de mis bragas húmedas. Lo único que hago es buscar más contacto, sus gemidos masculinos me encantan, me encanta que pierda el control. Quiero que lo pierda.

Como si me leyese la mente rompe las bragas, me mira con picardía llevando sus manos al escote del camisón haciendo lo mismo con él.

-Mmm-gruñe cuando ve mis senos, los toma entre sus manos-crecieron.

Su respiración se combina con la mía, estamos muy cerca-Las mujeres nos desarrollamos hasta los veintiuno-me sonríe divertido, sabiendo que la razón fue otra.

-¡Si!-dice con la respiración agitada, deja besos en mi rostro, sin dejar de amasar mis senos-hasta cuando los alimentaste-toca la puntita de mis pezones provocando que arque la espalda buscándolo como una maldita desesperada.

-Un par de meses, no los satisfacía lo suficiente-me tiende en la cama.

- ¿Dolían?

-Ahh-jadeo cuando se lleva el pezón a la boca-Mucho, me dolían mucho.

-Debí estar ahí para aliviar el dolor-se prende como si lo estuviese haciendo ahora.

-Me encantan-acaricia mis piercings con la punta de su lengua-me encantan que aún los tengas.

Son las que me obsequió, las volví a colocar cuando dejé de lactar. Su mano se desliza por mi cuerpo llegando a mi intimidad.

-Chiquilla estas empapada.

-Egeo deja de jugar, te necesito-suelta una carcajada metiéndome dos de sus dedos hasta los nudillos.

-Te dije-comienza a moverlos, mi cabeza va hacia atrás-que me rogarias.

-Por favor-no me importa rogar, es que necesito su polla, sus dedos solo me frustran, me llevan al límite, pero no me liberan-por favor fóllame.

Susurra sobre mis labios-No seré delicado chiquilla-un jadeo se me escapa cuando no logro conectar con lo que me rodea, el tamborileo de la sangre en mis oídos me lo impide. Sólo está él.

-Destrúyeme-ruego porque es lo único que deseo, la sensación de pesadez entre mis piernas impide que piense con claridad. Solo pienso en tenerlo sobre mí, dentro de mí.

Esa sonrisita perversa se instala en sus labios, esa que anuncia tanto amor como destrucción, porque Egeo ama destruyendo. Su nombre es sinónimo de devastación.

En cuestiones de segundos lo tengo entre mis piernas, desnudo, desatado y oscuro, tal y como lo amo. Su boca se estalla contra la mía, con un beso castigador y dominante y yo soy estúpidamente sumisa.

-Oh-el gruñido masculino me hace vibrar. Su polla se va abriendo paso en mi interior-Que bueno-se me escapa un grito cuando encaja su dura polla hasta la empuñadura-Te sientes tan jodidamente bien.

Así comienza la tortura. Sólo necesito un empujón, sale de mi encajándose nuevamente, duro, en un movimiento largo y profundo que me lleva al éxtasis. Quejidos incontrolables se me escapan, mí coño lo añoraba y mis entrañas aclamaban el dolor.

-Condón-pronuncio como puedo-Necesitamos un condón-se me entrecortan las palabras por sus violentas envestidas.

-Mía-sus empujones se hacen más potentes, rápidos, es imposible controlar las contracciones de mi placer, la forma en la que mi coño se aprieta codiciosamente a su alrededor-Solo mía-levanta mis caderas-no necesitamos condón, sólo yo te follo-así de fácil me olvida de todo-Solo yo te rompo.

Mis uñas se encajan en sus hombros los empollones me hacen rebotar, su cuerpo caliente me cubre. Sudado, desprendiendo ese aroma a sexo, a macho que me enloquece.

- ¿Quién te folla? -su voz gutural solo enciende más mi lujuria, provocando otro orgasmo, mis fluidos nos mojan, las sabanas están húmedas, su inmensa polla es maravillosa- ¿Quién te folla? -repite la pregunta fuerte y demándate.

-Tu-su mano se envuelve alrededor de mi cuello apretando fuerte.

-Si yo-empuje-Tu esposo-empuje-El padre de tus hijos-su frete se une con la mía embistiendo más fuerte que nunca, perdió el control por completo, desesperado, implacable y perverso, mi Egeo.

-Egeo-me estremezco con el nuevo orgasmo, no podré soportar otro.

-Eres mía-embiste-Solo mía. Nadie te toca, nadie te mira-aprieta más mi cuello-nadie más importa, solo tú y yo.

-Tú y yo-respondo sin aliento, la oscuridad me toma cuando su espesa semilla me llena, tanto que lo siento escurrir y llenarme los muslos.

Mi cuerpo sufre una dolorosa y placentera pesadez, besos y susurros contantes me están haciendo despertar de la placentera oscuridad.

-Mi chiquilla-mis pesados parpado intentan abrirse y lo hacen cuando el acaricia las curvas de mis labios-Nuca tendré suficiente de tus besos-ahora sus manos viajan por mis curvas-no existirá suficiente tiempo para amarte como lo deseo Antonella. Te amo.

No le respondo, no porque no lo haga, sino porque necesito que antes entienda que nuestros hijos son prioridad. Que dejamos de ser solo nosotros y que ahora ellos están por encima de nosotros mismos.

Va saliendo suave de mí. Duro, está tan duro que puedo sentir como le duele. Su polla rosada tiene rastros de mi sangre. La miro mordiéndome el labio, siento su risita y me toma en brazos llevándome a la ducha. La noche será larga y el placer eminente.

Egeo (Mares)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora