capituló 5

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Tobios se quedó sin aliento al ver a la mujer que tenía frente a él. Su cabello ligeramente rizado le llegaba a los delicados hombros en suaves ondas mientras el color negro puro absorbía el sol. Era casi una cabeza más pequeña que él, pero se erguía orgullosa y elegante con sus 1,65 metros de altura.
Aun así, el adolescente pensó que su rostro era el aspecto más hermoso de ella. Sus labios carnosos y rojos más una nariz pequeña le daban el rostro de una muñeca y sus ojos la hacían parecer un ángel.

Eso fue todo lo que pensó Tobio hasta que sus palabras le hicieron efecto.

Entonces ella sabía quién era él, ¿que era su hijo? 

El apellido Kageyama debía resultarle familiar, pero ella… ni siquiera cuestionó su identidad ni por un momento. Como si fuera algo ajeno a ella, tan ajeno a ella que ni siquiera le pediría nada para probar su identidad. Su voz era tan… fría, despreocupada. 
Como si… como si no significara nada. Como si el nombre Kageyama Tobio no significara nada para ella.


No sabía qué decir. Todas las palabras que se había preparado para decir, las preguntas que quería hacer... todo se había ido en cuestión de segundos y solo podía mirar fijamente. ¿Cómo se suponía que iba a enfrentarse a una persona que ni siquiera quería verlo?


"Yo-yo-"


"¿Qué? ¿No puedes hablar? Te hice una pregunta sencilla, que debería ser bastante fácil de responder para ti, ¿no?"


Mil cuchillos lo apuñalaron a la vez en cuanto las palabras salieron de su boca. Su mirada fría nunca vaciló, incluso cuando las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de su hijo.


"Por otra parte, no me sorprende. Con  ese hombre como padre, no podías acabar siendo otra cosa que un inútil fracasado".


Detener.

Detener.

¡Detener!


¡Él quería que ella parase! Que dejara de hablar, que dejara de hacerle daño. Eso... eso no era verdad. Él no era un fracaso. Todavía sabía jugar al voleibol, ¡era bueno jugando al voleibol! Solo tenía que demostrarle lo útil que era, ¿verdad? Si le contaba sobre su padre y su vida familiar, seguramente lo entendería, ¿verdad?


Ella era su madre después de todo.

En su interior se gritaba a sí mismo que dijera algo. 


"Por favor, no me hagas perder el tiempo de esta manera. Creo que te he dejado muy claro que no quiero tener nada que ver con tu vida durante todos estos años".


Se le cortó la respiración y Tobio se dio cuenta de que sus zancadas no funcionaban.
No podía respirar.

Sabía que no debía haber albergado esperanzas, que todo esto podía salir mal. Pero... ¿No se suponía que  una madre debía amar a su hijo? ¿Preocuparse por él? ¿Estar ahí para él? ¿Brindarle afecto y una mano que lo guíe?

RodonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora