capituló 67 Epilogo

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La rodonita, conocida por su compasión y amor, tiene muchos significados y misterios.
Su nombre proviene de la palabra griega "rhodon", que significa rosa y refleja en su color rosa, rosa a rojo, acompañado de venas negras que completan su apariencia. En la historia se utilizaba para la curación física y psicológica de heridas o cicatrices, especialmente las que ya existían en el pasado, pero también se utilizaba como protector contra los peligros. Facilitando el crecimiento interior, se les daba a los viajeros para defenderse de los peligros y aumentar el ritmo cardíaco ante ellos; un medio de protección. Hoy en día, la rodonita es famosa como la piedra del amor incondicional, la piedra del rescate y la piedra del amor. Nutre el amor, ayuda a superar y perdonar el pasado y equilibra la mente interior despejando o alejando la energía negativa. Al aportar un sentido de autoestima y bienestar, la rodonita también ayuda a encontrar y aplicar los talentos ocultos. Soñar con esta piedra preciosa indica estrés o dolor en la vida que necesita ser liberado.

La rodonita cura un corazón roto y guía para encontrar otras partes del alma.

"Quédate quieto, idiota."

"¡Deja de intentar apuñalarme los ojos entonces!"

"¡No voy a hacer nada de eso! ¡No te quedes quieto, maldita sea!"

Tobio cerró los ojos con fuerza, refunfuñando. El ruido de las tijeras le sonó demasiado cerca de la cara para su gusto. Una mano se deslizó por su cabello y pequeños mechones le resbalaron por la cara. Arrugó la nariz.

—No te atrevas a estornudar ahora —amenazó Kentarou, gruñendo mientras cortaba el flequillo negro.

Cuando sintió que el rubio continuaba en la parte posterior de su cabeza, Tobio volvió a abrir los ojos con vacilación. Parpadeó y miró su reflejo en el espejo. No se había dado cuenta de lo mucho que el flequillo le había estado tapando los ojos, ahora que ya no estorbaba ni le estorbaba la visión. Más cabellos pequeños le caían por el cuello donde la toalla no cubría sus hombros y reprimió un escalofrío ante la sensación.

Había debido cortarse el pelo hacía tiempo, pensó el cuervo, mientras veía cómo caían más y más pelos al suelo y escuchaba los interminables sonidos de las tijeras.

"¿Estás seguro de que no quieres tenerlo más corto?" preguntó Kentarou finalmente, sin levantar la vista y con el ceño fruncido mientras entrecerraba los ojos en concentración.

Tobio vio que su reflejo levantaba una ceja. "¿Como el tuyo? No, gracias".

Una palmada en la cabeza le trajo problemas y se dio la vuelta con la boca abierta, cuando Kentarou simplemente agarró su cabeza y la giró hacia adelante nuevamente, ya de regreso al trabajo.

"Será mejor que te quedes quieto si quieres conservar tu cuero cabelludo".

RodonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora