EMILY

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La parrillada iba genial, mi tío y Tore estaban junto a la parrilla hablando con Carlos en este momento, se llevaron muy bien, a veces reían a carcajadas. Yo estaba en la mesa donde comeríamos con Anny, me contó como ya habían pasado cosas entre ella y Tore. Me alegré por ellos, pero también me sentí un tanto extraña, quizás triste.

También quería encontrar una conexión con alguien, pero no lo creía posible, sin quererlo fijé mi mirada en Carlos, su cabello estaba un poco despeinado pero se veía bien, llevaba una camiseta verde pálida con una bermuda beige, vi que sostenía una botella de cerveza en su mano, me fijé en cómo sus venas estaban tan marcadas, mi corazón comenzó a bombear más rápido, llevó la botella a sus labios y luego levanté la mirada hacia sus ojos.

Él me estaba viendo fijamente, su mirada era penetrante y peligrosa, sentí que comenzaba a sonrojarme así que dejé de verlo y me concentré en Anny quien seguía hablando sobre algo mientras buscaba una imagen en su celular.

🍉🍉🍉

— ¿Falta algo? — Pregunté a Carlos mientras servía la última carne en el pan.

— No, solo faltamos tú y yo — contestó detrás de mí.

Levanté mi mirada de las hamburguesas que estaba armando, viendo hacia el fondo a Tore, Anny y mi tío sirviendo bebidas en la mesa. Giré para enfrentarme a Carlos, quien me veía fijamente con esos grandes ojos brillantes y hermosos.

— ¿Quieres vegetales en tu hamburguesa? — Pregunté.

— Sin lechuga por favor.

Sin desviar mi mirada de él puse los vegetales en su hamburguesa y al final le puse mucha lechuga. Carlos mantuvo su mirada fija en mí, pero se dio cuenta de lo que había hecho.

— Sabía que lo harías — curvó sus labios en una sonrisa — me gustan con bastante lechuga.

Entrecerré mis ojos y giré rápidamente dándole un latigazo en el pecho con mi cabello, lo había hecho innumerables veces hoy, mientras le preguntaba si faltaba o necesitaba algo para la parrilla.

Luego de comer Anny fue a tomar una ducha, mientras Carlos le mostraba a mi tío el pequeño kiosko.

— ¿Por qué lo golpeas con el cabello cada vez que puedes? — Preguntó Tore acercándose a mí mientras tomaba un poco de vino.

— ¿Y a ti qué? ¿Vienes a defender a tu nuevo amigo?

— Tranquila, solo fue una pregunta inocente — me escudriño con la mirada — ¿Pasó algo? ¿Qué te hizo? — Frunció un poco el ceño.

— Nada, solo es un tonto igual que tú.

— ¿Y ahora yo que hice? — Arqueó sus cejas con sorpresa.

— Nada Tore, los hombres nunca hacen nada — levanté una ceja.

— ¿Que hizo? — insistió.

— Existir.

Me vio con cara aburrida y soltando un suspiro.

— Ya veo... Te conozco y tú a veces te molestas por todo y por nada — habló relajado y con diversión — eres volátil e impulsiva, Carlos parece ser una buena persona.

— Tore si quieres evitar que mi impulsividad te arranque la cabeza te sugiero ir de nuevo con tu nuevo mejor amigo Carlos — dije apuntándolo con un tenedor que había tomado de la mesa.

Levantó sus manos en signo de rendición.

— Sabes que te quiero y siempre serás mi mejor amiga, nadie robará tu lugar si eso es lo que te preocupa.

Puse los ojos en blanco y ambos reímos.

Por supuesto era su mejor amiga así como él era el mío, en realidad no estaba molesta con él, estaba molesta conmigo misma, me sentía frustrada con Carlos y no entendía por qué, fue atento y agradable con mis invitados, no tenía ninguna queja hacía él, pero había algo más, y no saber que era me estaba poniendo de mal humor.

DESENFRENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora