EMILY - Capítulo 93

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Llegamos a un hotel de lujo en Verona, Carlos manejaba el auto en el que viajamos de Monza hasta aquí, era un Audi R8 deportivo, no llamábamos mucho la atención, pero aun así le pedí que nos disfrazáramos como lo hicimos en el verano, esta vez yo llevaba una peluca rubia y grandes lentes de sol para ocultar el rostro, usaba una sencilla camiseta blanca y jeans ajustados, zapatos blancos y carentes de brillo, no era para nada yo, pero así debía ser.

Carlos llevaba una peluca de un cabello similar al suyo, pero este tenía mechones color caramelo casi rubio como iluminaciones, incluso se veía sexy, se lo dije, pero me vio como si le hubiese sugerido lamer el pie de un extraño, tenía jeans oscuros una camisa negra y encima otra camisa de patrones de cuadros rojos con negros, llevaba las mangas enrolladas hasta los codos y la camisa de cuadros abierta como si fuese chaleco, además también se había pegado un bigote falso, parecía un sexy leñador. Le había comprado un traje de jeque, pero no quiso usarlo, dijo que llamaría mucho la atención, lo bueno fue que lo convencí de usarlo luego en alguna aventura descarada en medio de la carretera para cumplir mi fantasía de hacerlo en el auto.

— Estaciona el auto aquí — dije mientras enviaba mensajes a un amigo de Tore quien nos prestaría su auto.

No quería llamar la atención, y necesitaba algo pequeño para caber en cualquier sitio que Dominic decidiera meterse.

Bajamos del auto y recibí el mensaje de que las llaves del auto del amigo de Tore estarían en la recepción.

— Voy a traer las llaves — anuncié.

— ¿Qué llaves? – preguntó Carlos, había olvidado contarle el cambio de auto.

— Pedí otro auto, no quería llamar la atención con este — señalé al Audi con una gran sonrisa.

— Este auto estaba bien, pero como quieras mi amor, te acompaño.

Después de recoger las llaves volvimos al estacionamiento, si bien se me olvidó decirle a Carlos el cambio de auto, tampoco le había dicho que tipo de auto era.

Oprimí el botón y sonó el auto al final del pasillo, Carlos se adelantó e intentó abrir la puerta de un Lexus Rx.

— ¿Qué haces? — lo miré inocente mientras luchaba por abrir la puerta.

— No abre la puerta, ¿No has quitado el seguro amor?

— Ya lo hice.

— ¿Entonces porque no abre?

— Porque no es nuestro auto — volteó a verme dejando atrás su lucha con el Lexus — es ese — señalé al pequeño fiat topolino eléctrico color negro que estaba junto al Lexus.

— No inventes, no voy a caber en eso Emilia — dijo mirando con molestia el topolino, tenía las manos puestas a cada lado de sus caderas, en realidad era muy cómico.

— Por supuesto que sí, entra ya, yo conduzco.


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— Estoy aburrida y ese idiota no sale de allí — mencioné haciendo un puchero.

Ya eran las tres y media y Dominic aun no salía de la villa donde tenía una reunión a las dos, sabía que seguía allí porque su auto estaba estacionado a unos metros del nuestro.

— Si hubiésemos venido en el Audi al menos estaríamos más cómodos — dijo Carlos con su espalda arqueada hacia delante y las piernas recogidas, parecía estar en posición fetal pero sentado.

— No seas dramático, sí puedes estirarte — puse los ojos en blanco.

— No puedo hacerlo por completo y tampoco me dejas salir a estirarme un rato.

DESENFRENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora