— Te odio — dijo Emily jadeando bastante agotada.
— Por supuesto que no — respondí burlándome de ella.
Estábamos trotando para atravesar el campo que separaba mi casa de la granja familiar, estaba a unos tres kilómetros de distancia.
Esta mañana había sido perfecta, desperté con su cálido cuerpo envuelto entre mis brazos y piernas, lo primero que noté fue su delicioso aroma a arándanos, al abrir mis ojos me separé un poco para ver su rostro, se veía tan tranquila y a gusto. No pude reprimir la necesidad de despertarla con un orgasmo así que lo hice, metí mi rostro entre sus piernas, hasta que despertó a punto de estallar.
Sabía que estaba agotada, anoche no la dejé dormir muy bien, me desperté unas cuantas veces y volvimos a hacerlo, nunca tenía suficiente de ella, cada vez que la hacía mía quería tenerla una vez más, mis sentimientos estaban desenfrenados, iba en caída libre ante esta mujer, no iba a admitírselo en voz alta pero efectivamente ya era su esclavo, me tenía en sus manos y nada nunca se había sentido mejor que estar así.
Después de un despertar caliente y apasionado, la dejé dormir un poco más mientras me duchaba y preparaba el desayuno, después de que comió mis deliciosos panqueques fuimos al gimnasio a entrenar, era difícil quitarle las manos de encima, se veía demasiado sexy en unos leggins rojos y un top deportivo corto del mismo color.
Luego de dos horas de gimnasio interrumpida por muchos besos y toques, la convencí de trotar a la granja para mostrarle todo.
Estábamos llegando a los establos y Emily solo se quejaba de estar cansada, en realidad la entendía, yo ni siquiera sabía de donde estaba sacando tanta energía para continuar, pero solo quería estar con ella y enseñarle todo de mi vida.
En los establos me acerqué a una esquina donde había una pequeña oficina, y justo cómo lo pensé Piñón se abalanzó sobre mí, no lo veía hace meses. Mi perro era un drahthaar de pelaje entre oscuro y blanco, era muy importante para mí, a pesar de viajar por todo el mundo todo el año, estaba muy pendiente de él, y cada vez que podía lo visitaba e incluso hacíamos excursiones juntos.
Luego de saludarme enérgicamente se calmó y observó detenidamente a Emily.
— Supongo que él es Piñón — desplegó una sonrisa quedándose muy quieta.
— Sí, no te asustes, no te hará nada. Es muy cariñoso, solo te está evaluando por primera vez.
Piñón comenzó a acercarse a ella y a olfatearla, luego lamió su mano y comenzó a frotar su cabeza en el muslo de Emily.
— Quiere que lo acaricies, ya le caíste bien — indiqué.
Emily se inclinó hacia Piñón y comenzó a acariciarlo tiernamente.
— Que lindo — dijo a mi perro — eres mejor que Carlos para dar una primera impresión — me miró burlándose de mí.
Puse mis ojos en blanco y negué con la cabeza.
Luego de mostrarle algunas partes de la granja junto a Piñón que por cierto no se despegó de ella, volvimos a la casa, teníamos una actividad para correr en un circuito corto.
Antes de irnos pasamos por mi sobrino a casa de mis padres. Estaba muy emocionado de acompañarnos, no dejó de hablar sobre cómo sería cuando Emily lo llevara en el auto a toda velocidad. Me ofrecí a darle una vuelta y aceptó, pero se aseguró de que Emily no dejaría de darle la suya. Creo que mi sobrino estaba desarrollando un gusto platónico por mi Emilia, lo entendía completamente, yo estaba rendido a sus pies.
Al llegar al circuito bajamos del auto y Lucas tomó la mano de Emily.
— ¿Y por qué no me tomas de la mano a mí? — Pregunté mirando a mi sobrino levantando una ceja y poniendo mis manos en mis caderas.
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DESENFRENADOS
RomanceCarlos Después de estar en Ferrari me enfrentaba a un nuevo panorama y un nuevo equipo, iba mentalizado y comprometido con esta aventura, estaba preparado para asumir los cambios en mi futuro, pero no estaba en absoluto preparado para el riesgo inm...