CARLOS - Capítulo 95

603 64 12
                                    

Preparaba la limonada de sandia que tanto le gustaba a Emily, también corté un poco de fruta para ella, quería hacerla sentir mejor, la mimaba tanto como podía, quería arrancarle la tristeza que tenía en el corazón, pero era algo que solo el tiempo podía curar.

No sabíamos nada sobre Dominic desde hace dos días que había escapado, ese maldito había desaparecido por completo, era como si se hubiese esfumado.

Después de hablar con la policía, se hizo el reporte al equipo de Audi y a las autoridades del deporte. Dominic estaba siendo buscado por toda Italia, todo el mundo sabía lo que había hecho, el equipo trataba de contener la ola mediática lejos de nosotros, por eso estábamos tomando un descanso en nuestra Villa en Nápoles, aunque eso cambiaría en unos cuantos días, teníamos el gran premio de Singapur, era necesario viajar días antes para controlar el jet lag.

Subí la comida en una bandeja brillante que me hizo sonreír, ya no usaba la casa que habían destinado para mí, nos quedábamos juntos en la que era de Emily, ella trabajó mucho para hacerla sentir su hogar y a mí me encantaba también, había traído mi ropa y artículos personales, ahora era nuestra.

— Te traje algo que te va a encantar — hablé suavemente mientras dejé la bandeja en la mesa de noche, ella se despertaba con media sonrisa, estirando sus brazos en busca de mi abrazo.

La abracé y me jaló hasta hacerme caer encima de ella.

— Pareces un poco más animada — susurré en su oído disfrutando de su abrazo.

— Te tengo a ti, no puedo estar mejor.

Escuchar esas palabras de su boca, después de tener dos días en completa tristeza, sin mencionar muchas palabras y queriendo estar sola, solo permitiéndome acompañarla en las noches mientras se hundía en mi abrazo llorando, fue completamente esperanzador para mí, era como volver a respirar.

— Discúlpame por alejarte, tenía que descargar todo lo que sentía y no quería hacerte daño, solo quería estar sola.

— No tienes nada de que disculparte amor, aunque quieras estar sola sabes que siempre estaré para ti, detrás de la puerta si quieres, pero siempre para ti.

— Te amo Carlos, no te imaginas cuanto — me miró a los ojos fijamente — te amo tanto que me asusta, no puedo concebir la idea de que algún día pueda perderte.

Sus ojos comenzaron a cristalizarse y acaricié su rostro.

— Hey no pienses eso, yo siempre estaré aquí mi amor, nunca me perderás, yo también te amo como no tienes idea — tomé una pausa para controlar los latidos de mi corazón, pero fue inútil, mi cuerpo estaba vibrante y nervioso — ¿Me acompañarías a un lugar?

— Te acompañaría al fin del mundo si me lo pidieras — sonrió aún más.

Allí estaba mi hermosa Emilia, mi rebelde mariposa volvía a batir sus alas para tomar vuelo, a veces hasta los más fuertes necesitaban derrumbarse para volver a surgir aún más fuertes.

— Empaca todo, nos vamos en unas horas — declaré y me levanté para tomar mi celular y finiquitar detalles.

— ¿Qué? — se levantó sobre sus codos — ¿Cómo que empaque todo? Pensé que saldríamos a algo casual o cerca.

— No mi hermosa Emilia, contigo nada puede ser casual, solo especial — me acerqué y besé la punta de su nariz haciéndola sonreír — ya no tienes escapatoria, estás atrapada conmigo.

— No podría estar mejor — sonrió y fue a hacer su maleta.

Oh mi inocente Emilia, no tenía ni idea de lo que me había hecho, de lo que estaba destinado a ser.

DESENFRENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora