DESENFRENADOS

EMILY - Capítulo 36

— Oye despierta...— escuché un susurro y abrí los ojos. Había decidido dormir un rato antes de la carrera.

— Tío, ¿Qué haces aquí? — dije somnolienta.

— Quería ver a mi piloto favorita — sonrió mientras se sentó en mi cama.

Me acomodé sentándome a su lado y recostando mi cabeza en su hombro.

— Emi sé que algo te pasa y si no lo has dicho es porque quieres guárdalo para ti, pero no dejes que eso te consuma. Deshazte de aquello a través de esos rituales que haces.

— ¡Tío Lore! — sonreí y le di una palmada en el hombro — No hago rituales solo bailo... Lo dices como si hiciera brujería — lancé una mirada divertida.

— No haces brujería, haces magia — sonrío de vuelta — toma eso desagradable, exprésalo y déjalo ir — Hizo una pausa y me miró con una pequeña sonrisa — Emi... Hoy tienes la oportunidad de ganar o conseguir el uno-dos, creo que deberías aprovecharlo.

Mi tío tenía razón, podía conseguir mi primera victoria o al menos conseguir mi primer podio. Tampoco le había contado la verdad a mi tío sobre la discusión con Carlos, le di la misma versión que a Anny, no quería preocuparlo, pero la situación se estaba saliendo de mis manos. Ya había tenido suficiente de todo esto, de Dominic, de Carlos, de Bastián, hasta de los medios que aún promovían el odio hacia a mí. Luego de las disculpas públicas de Carlos las redes sociales se calmaron un poco. Todavía no había querido hablar con él, incluso después de que Frank me contara de las mentiras que Dominic le dijo a Carlos antes de la carrera anterior. Quizás Dominic nos mintió a ambos, no lo sabía con seguridad, si fue así no me sorprendería, pero la realidad es que aún tenía todo a su favor. Podía despedir a Frank, podía seguir saboteándome y agrediéndome y nadie lo creería, aunque había algo que sí podía cambiar.

Había llegado la hora de sacudirme toda esta mala energía, salir a la pista y demostrar lo buena e increíble piloto que era.

— Gracias tío — Lo abracé y salí a tomar las riendas del destino.

Entré a la habitación de Carlos sin tocar. Gracias al cielo estaba vestido.

— Tenemos que hablar — Declaré cerrando la puerta.

— Emily — susurró con sorpresa y me dio una mirada esperanzada sentado en su cama. No se me había pasado el hecho de que desde aquel horrible incidente había dicho bien mi nombre, pero se sentía fuera de lugar. Cuando pronunciaba mi nombre lo decía con dolor, arrepentimiento o cuidado. En cambio, cuando me llamaba Emilia su voz se tornaba desafiante, peligrosa y sexy. Extrañaba eso. — Lo lamento de verdad, nunca fue mi intención hacerte daño, déjame explicarte, me enteré de...

— Basta — Lo interrumpí — vengo a hablarte de trabajo, así que escúchame con atención.

Él solo asintió viéndome con esos grandes ojos así que continúe.

— Ganaremos esta carrera. Nuestra posición nos favorece, el auto está listo y responde bien, tenemos esta oportunidad. — Dije con convicción caminando por su habitación — Estoy detrás de ti por lo cual seré tu escudero, cuidaré nuestras posiciones desde atrás hasta que ambos estemos en la punta, pero no te daré tiempo, no abriré una brecha entre tú y yo, estaré justo detrás de ti, así que si no aceleras te voy a rebasar. Me importa una mierda las órdenes de equipo. No me esforcé tanto para entrar aquí y terminar siendo tu niñera en la pista — seguía atento a mis palabras — tú tienes dos posiciones por subir, yo tengo tres y estoy convencida qué podemos hacerlo.

— ¿Tres?

— Sí, no pensarás que cuando estés en la primera posición yo me conformaré con la segunda, te dije que podemos ganar el uno-dos, pero la posición no está definida, te cubriré y ayudaré, pero cuando vea que el momento es prudente y tengo el ritmo para hacerlo, daré la pelea por mi primera victoria.

— ¿Por qué me dices esto? — Preguntó con interés confuso.

— Porque, aunque no lo quiera necesito tu ayuda.

— Pero según tu plan es más lo que me ayudarás tu a mí que yo a ti.

— Lo sé, pero... — me detuve a un extremo de la habitación y lo miré a los ojos — mi estrategia es saboteada cada carrera por las órdenes de Dominic. En realidad quiero aprovechar el hecho de que quedamos en tercera y cuarta posición. Si te digo esto es porque quiero que sepas que tendrás mi apoyo para llegar a la primera posición, pero no me voy a quedar detrás de ti lo que reste de la carrera. Por supuesto lo haré bajo control, mi intención es lograr el uno-dos más no sacrificar ninguno de nuestros autos. Lucharé limpiamente contigo, respetando la distancia, pero lo daré todo de mí para ganar. Espero que lo entiendas.

— ¿Por qué no me lo dijiste antes? Que te saboteaba y ... — Preguntó con culpa y lo interrumpí.

— Tu tampoco eres mi mayor fan. — Espeté — ¿Por qué ibas a creerme antes? Incluso creo que no me crees ahora, dejaste muy claro que no soy alguien en quien confiar, pero te estoy dando una buena razón para ayudarme, ganar. Lo que importa es el ahora y lo que haremos para lograrlo.

— Lo haré con dos condiciones — mencionó levantándose de la cama a toda su altura.

Este hombre no tenía vergüenza. Después de todo lo que pasó, he dejado mi orgullo para pedirle ayuda y él se atreve a poner condiciones. Fruncí el ceño.

— ¿Qué quieres? — Pregunté molesta.

— Permíteme hablar contigo, aclarar las cosas — su mirada parecía la de un cachorrito, que arma más mortal.

— Hablaremos cuando termine esta carrera, ¿Cuál es tu segunda condición?

— Tengamos una pausa activa.

Abrí mis ojos con sorpresa. Luego de una pausa acepté.

Extendí mi mano para cerrar el trato, él la tomó, me jaló hacia él y me abrazó.

— De verdad necesito hablar contigo — Habló muy bajo mientras me abrazaba. Mi corazón se ablandó y comencé a disfrutar del calor de su abrazo. Estar entre sus brazos se sintió seguro y reconfortante. Lo había extrañado, era la primera vez que nos abrazábamos y estar fundida en su pecho hacía que el resto del mundo se disolviera. Sentí una caricia con sus dedos en mi brazo y esa fue mi señal para volver a poner los pies en la tierra.

— No digas nada, hablaremos después de ganar — me separé de su abrazo y salí de su habitación con prisa.