CARLOS - Capítulo 37

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Fuimos al tercer piso en la sala de juegos para tener nuestra pausa activa. Emily estaba acomodando el parlante, cuando todo estuvo listo pulso su teléfono y comenzó a sonar Summertime Sadness de Lana del Rey. Una canción lenta, esto no podía ser mejor, el universo por fin comenzaba a estar de mi lado.

— Puedo cambiar la canción — dijo ella desde el otro lado de la habitación.

— La canción está bien — contesté mientras me acercaba a ella y la tomaba para bailar esto como un vals — además cambiarla iría contra las reglas — me sonrió y yo le devolví la sonrisa.

Por fin veía luz al final de este túnel caótico en el que me encontraba, su sonrisa, aunque pequeña iluminó mi corazón.

Entrelacé mis dedos con los de ella, mi otra mano la tenía en su cintura y la acerqué más a mí. Ella puso su otra mano sobre mi hombro y bailamos lento mientras nos mirábamos a los ojos fijamente.

Cambiábamos el ritmo según el compás de la música entre lento y un poco más rápido en los coros, nos movíamos en circulo coordinadamente por toda la habitación, esquivando los muebles con precisión, todo se sentía bien. Todo se siente bien cuando estoy con ella. El resto del mundo se desvaneció, solo estábamos ella y yo.

Continúe perdido en sus ojos, pero no estaba solo en esto. Ella sentía lo mismo que yo, algo dentro de mí lo gritaba para darme seguridad. Podía verlo en su mirada, yo estaba confundido, pero ella también, un momento estaba molesta y ahora lucía como si estar entre mis brazos la hiciera sentirse segura y a gusto.

Mi pecho estaba ligero, podía sentir mi corazón acelerado y latiendo muy fuerte, pero de una buena manera. Estando tan cerca percibí el olor a arándanos de su cabello, lo había anhelado tanto últimamente.

Desenredé nuestros dedos con delicadeza, acariciando la suave piel de su mano. La tomé de la cintura para levantarla y darle tres vueltas en el aire, el tiempo se detuvo, ella situó sus manos en mis hombros y me observaba desde arriba, este sería mi nuevo ángulo favorito de Emily. Cuando la bajé sutilmente, se acercó a mí y rodeó mi cintura con sus brazos, me abrazó fuerte y yo también lo hice, puse mi barbilla sobre su cabeza reprimiendo mi necesidad de darle un beso en la misma. Nos quedamos en esa posición hasta que terminó la canción.

Ella se separó de mi lentamente y vio mi rostro. Mis manos y pecho sintieron su ausencia de inmediato.

— Creo que hoy se puede romper la regla de las dos canciones — dijo casi en un susurro. Su rostro reflejaba confusión y algo más que no podía describir. Tomó su teléfono y se marchó.

DESENFRENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora