EMILY - Capítulo 46

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Iba camino al lugar donde tendría una entrevista, había llegado a Mónaco tres días antes de la fecha programada, de nuevo pagué por mi cuenta los gastos, pero prefería que fuese de esta manera, tendría más tiempo lejos del estúpido de Carlos.

El beso que nos dimos hace diez días se había escalado y se salió un poco de control, pero él actuó como un idiota de nuevo. Seguía molesta por su actitud después de haberme besado ¿Culparme a mí por ser él quien me besó? Definitivamente había algo mal en ese hombre.

Decidí ignorarlo los días siguientes, no salí de casa y tampoco respondí a sus llamadas. No entendía porque se comportó así, no había terminado de disculparse cuando ya estaba volviendo a actuar de manera irracional. Tonto.

Ya había llegado al límite con sus tonterías, después de dejarlo en el piso de mi sala me encerré en mi habitación y repetí en mi mente todo lo que sucedió. Él definitivamente me besó y luego me rechazó. Eso me hizo sentir una estaca en el pecho. Me llené de enojo, ¿Cómo era posible que ese hombre me desestabilizara de esta manera? No lo permitiría de nuevo, no importaba cuan sexy me pareciera, no volvería a caer.

Cuando por fin llegué al estudio saludé a los camarógrafos y el resto del equipo encargado para la entrevista. Al fondo en el set vi a Carlos acostado boca arriba a lo largo del sofá, tenía un pantalón caqui y un buzo blanco. Comencé a acercarme, no se movió incluso cuando me detuve frente a él. Crucé mis brazos sobre el pecho, levantando una ceja y golpeé el piso repetidamente con mi pie.

— ¿Disculpe su majestad esta cómodo?

— Lo estaba hasta que hablaste — Parpadeó lentamente como si tuviera sueño. Este descarado, ahora actuaba como si no me hubiese llamado mil veces seguramente para disculparse de nuevo.

— Pues me alegro, quítate.

Él simplemente cerró los ojos y siguió durmiendo como si yo no estuviese ahí esperando.

— Okey como quieras. — Dije sentándome encima de su estómago, extendí mis brazos en espaldar del sofá y crucé una pierna encima de la otra. — Estoy lista podemos comenzar. — Hablé al camarógrafo que no paraba de tomar fotos mientras se reía.

— ¡Oye! ¿Qué haces? — Abrió sus ojos de par en par, de repente su somnolencia había desaparecido y sonaba alarmado. Sentí como su cuerpo se puso rígido, no sabía si era por soportar mi peso o por otra cosa, no me malinterpretes, pero con los hombres nunca se sabe.

— Ya deberías saber que la reina es quien tiene el poder — susurré para que solo él me escuchara.

Carlos me tomó por la cintura con su brazo mientras se levantaba del sofá alzándome, creo que mi cara demostraba la sorpresa de su reacción. Cargándome con un solo brazo, podía oler su exquisito perfume cautivador, con suerte y quedaría oliendo a él... Genial, era lo que me faltaba más "carlosidad" de su parte.

Me sentó en un extremo del sofá, mientras lo hacía se inclinó y me habló al oído.

— La reina tendrá poder, pero el rey tiene la fuerza, que tampoco se te olvide.

Me hice la desentendida y realizamos la entrevista.

Salí de la entrevista al estadio, quedé en reunirme con los demás pilotos para participar en un partido de futbol para caridad.

Charles, Lando, Oscar y Max estaban a un lado de la cancha, me acerqué y los saludé.

— Que bueno que decidiste venir, vamos a ver que tal te va — mencionó Charles.

— ¡Claro! No sé mucho de fútbol pero haré lo mejor.

— Esa es la actitud — respondió Oscar.

— ¿Emily? — La voz del tonto de Carlos llegó desde atrás. Giré para verlo.

— Ahh eres tú... — dije aburrida

— ¿Qué haces aquí?

Enarqué una ceja mientras sacudí mi mano con el uniforme del equipo de futbol de pilotos.

— ¿Vas a jugar? — Hizo una mueca

— Obvio, ¿Crees que estoy aquí para echar porras?

— ¿Sabes jugar fútbol?

— No, pero no es que todos aquí sean profesionales — miré a los demás y levantaron sus hombros y asintieron con la cabeza.

— Yo vine a ganar — mencionó Max con una sonrisa.

— Vaya novedad — mencioné haciendo reír a todos.

Carlos pasó junto a mí murmurando algo sobre que esto sería una tortura, bueno, si eso era para él no podría ser mejor, la tortura era lo único que se merecía por ahora.

Una hora después estaba muerta de cansancio, nuestro equipo hizo cuatro humildes goles, el equipo contrario nos tuvo piedad. Éramos un desastre, Charles se cayó un millón de veces de cabeza en el césped, Max tenía una puntería horrible, Carlos hizo dos de los goles pero cada vez que llegaba al arco se columpiaba en él, Oscar y Lando hicieron los otros goles restantes pero fue por pura suerte, entre las caídas, empujones y correr de extremo a extremo todos terminamos acostados en el césped mientras recuperábamos las fuerzas.


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La carrera fue difícil para mí, la pista de Mónaco era muy estrecha, llovió y se sentía como conducir sobre hielo, no tenía mucho agarre, el auto delante de mí no me dejaba ver nada por el spray que producía y además de eso tenía a Bastián detrás, ese tonto no paraba de atacarme incluso en las curvas cerradas. Mantuve mi cabeza fría, manejando la situación con calma y destreza al volante, lo que me permitió conservar la sexta posición hasta llegar a la meta.

Al terminar fui a pesarme, tenía pensado felicitar a Carlos por haber quedado en segundo lugar, pero ya se había ido al podio junto con Lando y Oscar que habían quedado en primera y tercera posición. Hasta ahora había mantenido la ley del hielo con Carlos pero sostenía mi profesionalismo en los momentos que debía hacerlo con él.

Tomé un lugar en la fila junto a Charles y Max.

— ¿Que tal la pista? — Preguntó Max.

— Parecía un diluvio — Respondió Charles y se giró hacia mí — ¿En qué posición quedaste?

— Sexta, casi no veía nada por el spray. — Lancé una mirada acusatoria y divertida a Max.

— Que puedo decirte... Gajes del oficio. — Max lanzó una carcajada.

— Casi me ahogas en la recta. — Bromeé.

De repente alguien me tomó del hombro y me giró con brusquedad.

— ¿Qué carajos fue eso? — Habló Bastián enfurecido.

Quité su mano de mi hombro y fruncí el ceño. Vi por el rabillo del ojo como Charles y Max se pusieron junto a mí para ver qué pasaba.

— No vuelvas a tratarme así, ¿Quién te crees? — Expresé.

— Un verdadero piloto, no como tú. Me cerraste por completo en las últimas curvas.

— ¿Y? Ni siquiera había espacio para ambos autos. Me atacaste en lugares imposibles para rebasar y aun así ¿Esperas que te abra un espacio y te deje pasar? Me hubieses avisado antes para estacionarme y ponerte alfombra roja en la pista.

— Tú... — Me apuntó con el dedo índice acercándose más, su rostro reflejaba ira, sus ojos oscuros parecían encenderse en llamas.

Max dio un paso al frente y se interpuso en medio de Bastián y yo dándome la espalda. Bastián retrocedió y me vio por encima del hombro de Max.

— Esto no se quedará así. Haré que abran una investigación.

— Haz lo que quieras. — Respondí.

Este idiota me tenía harta, estaba bien tener rivalidad en pista, no debías ser blando con los demás, pero una cosa es que des batallas limpias y otra muy diferente es que uses maniobras sucias y pretendas que el otro se rinda ante ti. Estaba completamente equivocado si creía que iba a intimidarme y no haría nada al respecto.

DESENFRENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora