EMILY - Capítulo 63

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La declaración de Carlos fue un tanto sorpresiva pero incluso lo sospeché, no quería ilusionarme pensando que me amaba sin saberlo antes de su propia boca.

Aun así, cuando lo dijo mi corazón explotó, que él me amara se sentía irreal, y además de eso yo sentía lo mismo dentro de mí, iba a decirlo cuando me besó.

Ese beso fue la confirmación de sus sentimientos y los míos, él era mío tanto como yo era suya. Cuando terminó nuestro beso no quería alejarme de él, lo abracé para tener el coraje de decirle que yo también lo amaba.

Sus hermosos y expresivos ojos me veían con devoción y amor, Carlos me puso en su regazo abrazándome completamente de pies a cabeza.

Sentía que pertenecía, incluso aquí a cuarenta mil pies de altura sentía que era mi lugar, estaba en casa, Carlos era mi hogar.


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— ¿Estás lista?

Carlos estaba esperándome en la entrada de mi cuarto de hotel, habíamos llegado a Spielberg hace dos días, estuvimos entrenando y realizando actividades publicitarias de día, en la noche él se colaba en mi habitación rápidamente sin ser visto, nos dábamos una cantidad de orgasmos increíbles hasta quedarnos profundamente dormidos. Dormir en su abrazo era como estar en el cielo, me estaba acostumbrando tanto a tenerlo junto a mí y que lo primero que sentía al despertar era el calor de su cuerpo enredado en el mío, también me despertaba a veces al borde de venirme, creía que estaba teniendo un sueño húmedo, pero todo ocurría en la realidad, según Carlos era la manera adecuada de despertarme.

— Lista, ¿Ya me dirás a dónde vamos?

Me dio una sonrisa socarrona y negó con su cabeza sacándome de la habitación.

Eran las cuatro de la mañana, anoche me dijo que debíamos despertarnos muy temprano porque tenía una sorpresa para mí.

Ambos vestíamos ropa deportiva a petición de Carlos. Si me había hecho despertar tan temprano solo para entrenar me las iba a pagar.

Entramos al auto y comenzó a alejarse de la ciudad, al menos la posibilidad de ir a entrenar se reducía considerablemente, llegamos a una carretera abierta, aún estaba oscuro, solo podía ver el camino gracias a las luces del auto.

— Espero que no seas un asesino en serie y estemos llegando a la parte final de tu plan. — Bromeé.

Él soltó una risa divertida y negó con su cabeza.

— Si fuese un asesino en serie no escogería una víctima tan inteligente y salvaje como tú — lo miré levantando una ceja y la comisura de mi boca — claramente es un cumplido.

Solté una risita y palmeé su hombro.

— Eres un tonto, ya dime a donde vamos.

— No quieras arruinar la sorpresa, ten paciencia.

— Tú tienes suficiente paciencia por los dos, a mí no me pidas eso — hice un puchero con mi boca.

— Dame dos minutos más, te prometo que te va a encantar.

— Okey.

Tomó mi mano y les dio besos a mis nudillos, luego entrelazó sus dedos con los míos poniéndolos sobre su muslo mientras seguía conduciendo.

Tal como prometió, dos minutos después llegamos a lo alto de una montaña, no había árboles, estaba todo despejado, el cielo comenzaba a verse más claro, había un corto camino iluminado con luces hasta la cima, lo recorrimos tomados de la mano.

DESENFRENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora