CARLOS

565 58 1
                                    

Íbamos camino a una sesión de fotos publicitarias para una marca de bloqueadores solares que era patrocinador del equipo. El día estaba bastante soleado lo que era un buen indicio.

Llegamos al puerto y Giana y Tom los fotógrafos se adelantaron y subieron a un yate para acomodar el set del otro lado.

— Pensé que la sesión sería en la playa ¿Qué es esto? — Mencionó Emily.

— Un yate — respondí.

Me dio una mirada molesta antes de hablar nuevamente.

— Sé lo que es un yate, pero... olvídalo, no me subiré ahí.

— ¿Por qué? — La vi con curiosidad.

- Tengo ehh... alergia al sol.

— Tiene techo y sé que no eres alérgica al sol.

— Parece que va a llover.

Di una vuelta completa mirando hacia el cielo.

— No hay nubes — alcé una ceja con mi mirada fija en ella.

No respondió nada más, solo miró con disgusto hacia otro lado.

— ¿Por qué tienes miedo? — Pregunté con suavidad.

— ¡¿Qué?! Claro que no, te equivocas.

— Puedo verlo en tu cara.

— Eso es ridículo, mi cara no muestra nada. — Hizo una breve pausa — Ya está, me subiré al estúpido yate.

Continúo mirando hacia otro lado sin intención de subirse. Yo aguardé en silencio hasta que estuvo lista para hablar.

— Mis padres murieron en un accidente en yate.

Su declaración fue casi un susurro. De repente me sentí mal por ser tan duro con ella. También porque me hizo pensar en mis padres, a pesar de no tenerlos cerca siempre podía llamarlos o hacer FaceTime, me apoyaban y se preocupaban por mí. Sabía que Emily no tenía a sus padres vivos, pero no tenía idea sobre la causa de su muerte y mucho menos que ella tuviera algún trauma o fobia con los yates, si hubiese estado enterado habría sugerido otro tipo de set para la sesión.

Me habían avisado de la sesión hace unos días, Emily no había contestado su celular así que ellos tomaron mi aprobación para realizar la sesión en yate.

— Lo lamento, no lo sabía — expresé con empatía — dame un momento.

Entré al yate a preguntarle a Giana y Tom si podíamos cambiar la locación, pero dijeron que ya tenían todo un protocolo que no podían modificar. Salí de nuevo por Emily quien aún estaba reacia a subirse.

— Ven — dije mientras me senté en una banca del puerto a unos pasos del yate.

Como cosa rara no discutió y se sentó a mi lado.

— No quiero subir — habló muy bajo.

— Lamento lo que pasó con tus padres — se giró para verme — pero no tienes nada que temer. No pasará nada malo.

— Eso no lo sabes.

— Tienes razón, no lo sé, pero se pueden prevenir muchas cosas y todo está dispuesto para que esto salga bien.

— No quiero montarme a un yate con extraños mientras siento que voy a...

Dejó de hablar y se quedó mirando fijamente el yate.

— Oye mírame — no se movió — Emilia — tomé su mano entre las mías sintiendo su suave piel entre mis dedos mientras una chispa enérgica recorría por mi cuerpo. Ella miró nuestras manos en silencio — No soy un extraño ¿Okey? No nos conocemos tanto pero no soy un extraño, estaré contigo.

— Claro, para lanzarme por la borda — apartó su mano de las mías dejándome sin su calor.

-— Por supuesto que no, una cosa es que te asuste y te haga bromas porque tú me las haces a mí, pero esto es diferente, no jugaría con algo que te aterroriza de esa manera — declaré con mucha seguridad. Yo no era una mala persona, este definitivamente era un límite, no jugaría con algo así.

Ella no respondió solo se quedó viéndome con desconfianza.

— Hagamos una tregua, mientras estemos en el yate no habrá bromas ni travesuras. No estarás sola, estaré apoyándote ¿De acuerdo? Te prometo que puedes confiar en mí.

Lo dije completamente seguro porque era lo que pensaba hacer, ella pensó por unos segundos y cedió un poco.

— Júralo — levantó su dedo meñique.

Sonreí con alivio y entrelacé mi dedo meñique con el suyo.

— Lo juro.

— Si rompes este juramento me quedo con tu Ferrari.

— De acuerdo, si es así te quedas con mi Ferrari — respondí con tranquilidad porque no iba a hacerle nada malo.

DESENFRENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora