EMILY - Capítulo 80

418 51 3
                                    

Carlos se había ido hace una hora y ya lo extrañaba, no podía seguir cautiva en mi habitación con mi mente empapándose de más escenarios en los que Ravenna acosaba a Carlos así que llamé a Oscar para cenar en el restaurante del hotel.

— Déjame probar tu postre — metí mi cucharita en su brownie con helado.

— Oye tienes un excelente chef aquí, esto es lo mejor que he comido.

— Vuelve cuando quieras y trae a Lily contigo, yo invito — guiñé un ojo.

— Ahora si dime — comió otra cucharada de postre — ¿Por qué estás aquí conmigo y no con tu querido Carlos?

Puse una mano sobre mi pecho y lo miré indignada.

— También puedo pasar tiempo con mis amigos Oscar.

Me dio una mirada burlona y acusadora.

— Bueno está bien — levanté ambas manos en rendición — Carlos está en una gala con Ravenna y no quería estar sola en mi habitación imaginando un montón de escenarios terroríficos — me estremecí.

— ¿Estás completamente enamorada verdad? — me dio una sonrisa honesta.

— Sí, lo amo con todo mi ser Oscar, a veces siento que tanto amor me volverá loca.

— Em, ya estás loca y no creo que tu amor desbordado por el tonto de Carlos tenga que ver con eso.

— ¡Oye! No lo llames así — hice un puchero con mi boca mientras robaba otra cucharada de su postre.

— Le has dicho peores cosas que "tonto" — Levantó una ceja en mi dirección.

— Lo sé — levanté ambos hombros — pero solo yo puedo decir cosas así — ambos soltamos una carcajada.

Aunque fue agradable cenar con Oscar fui a distraerme entrenando en el gimnasio del hotel, estuve allí hasta que cada musculo de mi cuerpo se quemaba.

Ya en mi habitación me di una ducha y miré mi teléfono, no tenía ningún mensaje de Carlos, me puse pijama y me acosté a dormir, seguro llegaría más tarde y mañana despertaría en la calidez de sus brazos.

Estaba en el bote con motor de Carlos, dábamos una vuelta por el lago, admirando el paisaje.

 Ven amor te enseñaré a navegar.

Me acerqué a él y me situó frente al volante del bote, él se puso tras de mí, estiró sus brazos a mi alrededor tomando ambas de mis manos, me enseñó como conducir el bote y la función de cada botón, en realidad no era muy difícil, después de unos minutos de hacerlo sola me sentía orgullosa y feliz, mi aversión hacia los botes era menor, aunque aún no me gustaba la idea de subir a un yate.

Carlos seguía tras de mí, pude sentir su longitud endurecida presionada contra mi trasero, comenzó a besar mi cuello y apretar mis senos con sus manos.

 Ojos abiertos mientras navegas Emilia.

Una de sus manos bajo por mi estomago hasta la cinturilla de mi bikini, fue deslizando sus dedos con una lentitud desesperante hasta llegar al punto donde lo necesitaba.

Gemí mientras intentaba concentrarme en el camino.

 Siempre tan lista para mí mia farfalla ribelle, estás completamente empapada.

Presionó aún más su erección en mi trasero, e introdujo dos dedos en mi centro mientras presionaba deliciosamente mi clítoris con la palma de su mano.

— Parece que a mi chica le gusta navegar  murmuró en mi oído dejando un camino de besos entre mi cuello y espalda mientras aumentaba en ritmo de sus dedos.

 Oh Carlos, por favor.

— Dime lo que deseas mi hermosa Emilia.

Su ritmo volvió a ser lento, estaba jugando conmigo mientras me derretía por dentro, la energía se acumulaba en mi pecho y mi centro dolía por la necesidad de correrme así que comencé a cabalgar sus dedos.

 Vaya, parece que mi capitana es muy traviesa  cuando estaba a punto de venirme retiró sus dedos y solté un gruñido de protesta.

Extendió una mano apagando el motor del bote, giré mi cabeza para verlo y él estrelló sus labios contra los míos. Sin esperarlo y con una embestida me penetró.

Gemimos fuerte al mismo tiempo, ambos amortiguando el sonido con nuestro beso, Carlos aumentó el ritmo, corrió la parte superior de mi bikini dejando al descubierto mis senos, apretó mis pezones de la mejor manera, continúo con una sola mano mientras con la otra comenzó a presionar mi clítoris.

Rompí el beso para tomar aire, gemí y jadeé sin ninguna restricción, él aumento aún más el ritmo y yo ya no podía aguantarlo.

 Córrete conmigo mi Emilia.

La explosión de placer fue larga e incesante mi mente quedó completamente en blanco, mi cuerpo ardía y seguía teniendo las oleadas de placer.

 Te amo mi hermosa Emilia.

El sonido de la alarma me hizo despertar, había soñado o más bien recordado nuestras vacaciones en el lago. Me giré para arreglar un poco de mi calentura con Carlos, pero encontré la cama fría y vacía y luego sentí su ausencia hasta el fondo de mi alma.

Después de una ducha tomé la copia de la llave de la habitación de Carlos, quizás había llegado muy tarde y no quería despertarme, o se encontró con alguno de los chicos y ya luego se había quedado en su habitación.

Cuestioné su consideración, también pudo haberme enviado un mensaje avisándome, tenía diez dedos y yo era fiel testigo de que le funcionan muy bien, cuando lo viera quizás podría hacerle un pequeño show para salirme con la mía y que me consintiera con una sesión de sexo alocada como disculpa.

DESENFRENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora