CARLOS - Capítulo 35

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Ayer no pude hablar con Emily, después de la qualy se esfumó. Quedamos de tercer y cuarto lugar. Teníamos de nuevo una oportunidad de hacer el uno-dos en carrera, pero eso ya no era mi prioridad, quería disculparme y aclarar las cosas, pero todavía no respondía mis mensajes y al parecer me estaba evitando.

En tres horas comenzaría la carrera, tenía una reunión con mis ingenieros, vi a Dominic y me tuve que aguantar las ganas de partirle la cara. Cuando veía su hipócrita rostro solo imaginaba cómo había lastimado a Emily.

Al terminar la busqué por todas partes, incluso llamé a Lando para preguntarle si la había visto con el idiota de Oscar, pero no estaban juntos. Por último, fui al motorhome, subí al segundo piso y abrí la puerta de su habitación sin tocar.

Ahí estaba ella. Dormía en la cama acurrucada con una gran almohada mientras sonaba música tranquila de fondo, me acerqué a ver su celular y la melodía se llamaba Jacob and the Stone de Emile Mosseri. Lucía tranquila y relajada, como si estuviera en su propio mundo lejos de todo este desastre. Me acerqué y me agaché para estar junto a ella. Lentamente toqué su mano con la mía y luego la tomé. Quizás fue un reflejo o solo mi estúpida esperanza de estar a su lado pero ella también tomó la mía mientras seguía dormida. Posé mis ojos en su brazo, mi corazón retorciéndose por el dolor que le causaron, tenía una camisa manga larga y no pude ver su piel, aun así imaginé los moretones y la rabia comenzó a aflorar desde mi pecho.

Su cabello estaba peinado en dos trenzas a los lados con algunos mechones sueltos, ambas terminaban en una cola de caballo baja. Sus labios carnosos y rosados estaban un poco abiertos. Se veía tierna, angelical y peligrosamente inocente. Con el dorso de mi otra mano acaricié su mejilla.

— Quizás no seas una arpía, pero no se me olvida lo traviesa que eres. — Susurré sonriendo. — Arreglaré esto, te lo prometo – di un ligero beso en su frente, luego desenredé nuestras manos, di un paso atrás para verla una última vez y salí de la habitación.

Me dirigí a la oficina de Dominic, no podía seguir fingiendo qué todo estaba bien. Ver a Emily tan vulnerable sin su habitual caparazón de lucha hizo que la impaciencia me inundara. Toqué la puerta y la abrí.

— Carlos, me alegra verte, toma asiento — Cerré la puerta y me quedé de pie.

— Estoy enterado de todo — dije cortante.

Me dio una mirada inocente.

— ¿A qué te refieres? — Preguntó muy tranquilo.

— No actúes cómo si no lo supieras, sé que me mentiste sobre cosas que Emily nunca dijo, que saboteas sus carreras y le exiges no rebasarme — Elevé mi voz furiosa — ¡Sé que te atreviste a agredirla!

Dominic seguía mirándome tranquilo sin ninguna preocupación.

— Se que no te agrada Emily — continué tratando de contenerme — pero es tu deber tratarla con respeto, no puedes acosarla y agredirla.

— No sé de qué me estás hablando, ¿Tienes pruebas? — Su cara permanecía neutra y eso me hacía enojar más.

No dije nada, hasta ahora me había enterado de esto por Frank, todavía no lo había hablado con Emily, sé que actúe anticipadamente dejándome llevar por mis emociones, pero tenía que sacar esto de mi pecho.

— Sabes, en realidad no me sorprende, estaba preparado para este momento — mencionó Dominic, se levantó de su silla y se acercó a mí con un tono comprensivo — recuerdo que te dije que estuvieras atento, que en cuanto menos lo esperaras ella dispararía una bala, veo que ya lo hizo y dio en el blanco.

Esta conversación estaba tomando otro rumbo, permanecí en silencio, debía ser más inteligente que él, así que tendría que escuchar las mentiras que saldrían de su boca.

— Sé que a veces una cara bonita nubla toda la perspectiva Carlos. Es un gran método de manipulación, y por desgracia has caído en su trampa. Esa mujer teje muy bien su telaraña no te dejes enredar, no seas una pieza en su juego.

Reprimí mi enojo y simulé que comprendía sus palabras.

— ¿Y cuál es su juego? — Pregunté curioso y más tranquilo.

Desvío su mirada y volvió a su asiento.

— Desea lo que no le pertenece Carlos. Quiere la prioridad en el equipo, ser el centro de atención, tú y yo somos grandes piedras en su camino, nos quiere fuera. Mira los que nos está haciendo — nos señaló a ambos — es más sencillo manipular a las personas cuando no están unidas.

— Divide y vencerás — respondí impasible. Ese era el juego de Dominic y se esforzaba bien por hacerme creer que era el de Emily.

— Exacto, veo que estas recobrando el sentido, no te culpo, ella es peligrosa y calculadora pero no permitas que entre en tu cabeza.

Hice una larga pausa, para ordenar mis pensamientos y retomar una actitud ecuánime.

— Comprendo lo que me dices — Hablé con seguridad asintiendo. Dominic me observó fijamente con una pequeña sonrisa complaciente —, me dejé llevar por las emociones, lamento haber entrado de esa manera a tu oficina — y hasta ahí llegarían mis falsas disculpas — pero debes tener algo en cuenta, no seré parte de esto, no seré la ficha en el juego de nadie. Me retiro de esta lucha incomoda entre tú y Emily. — Frunció un poco su ceño — Mi objetivo es ganar carreras, el resto no me interesa. Pero algo si te pido, por favor no hables mal de Emily, no porque me interese en ella, sino porque en realidad quiero un buen ambiente laboral, será lo mejor para que el equipo avance.

— Te entiendo — Aclaró su garganta — lamento haberte puesto en esta posición incómoda y perturbar tu ambiente laboral. Cuenta conmigo haré lo que necesites y me mantendré al margen con mis comentarios. Todo por el equipo.

Asentí y salí de la oficina, pero me quedé junto a la puerta cerrada, sabía que este imbécil tendría algo más que decir.

— Estúpido. Toda acción tiene consecuencias — dijo mientras lo escuchaba detrás de la puerta.

Eso definitivamente fue una amenaza, no me interesaba ser su objetivo con tal de desviar su atención de Emily. Yo sería cualquier cosa que ella necesitara, sería su escudo, iba a protegerla de cualquiera que intentara dañarla.

DESENFRENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora