CARLOS - Capítulo 84

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♫ Háblame - Beto Cuevas♫

Perderla no era una opción. Con la copia de la llave de su habitación abrí la puerta y entré. Ella estaba de espalda a mí, totalmente mojada, había un charco de agua a sus pies. Cerré la puerta detrás de mí y me acerqué unos pasos.

— Emily lo que viste... necesito explicarte por favor.

— ¿Ahora me vas a dar detalles de tu follada? — su tono era frío y hostil, respondió aun dándome la espalda — Vete Carlos.

La daga que sentía en el pecho se retorcía con crueldad, ¿Cómo iba a aclarar todo esto para ella cuando yo aun esperaba las pruebas para entenderlo? Una lágrima se deslizó por mi mejilla, tomé un suspiro antes de hablar.

— Emily escúchame por favor — mi voz sonaba ahogada y temblorosa.

Emily caminó con rapidez hacia el baño y la seguí, cerró la puerta con fuerza en mi cara. Apoyé ambas manos y mi frente sobre la puerta, un sollozo escapó de mis labios, llorar ya era inevitable, sentir que la había perdido me estaba dejando sin vida, pero me negaba a aceptarlo.

— Emily — comencé a hablar entre sollozos, al menos ella estaba tras la puerta y sabía que me escucharía — anoche salí de esa gala completamente sobrio Emily, lo único que tomé fue una copa con soda para el brindis, luego llevé a Ravenna a recoger su cena en un restaurante y desde allí comencé a sentirme mal, estaba mareado y me dolía la cabeza — me deslicé hasta llegar al suelo aun apoyado en la puerta — Emily solo recuerdo haber llegado a la habitación, no sé qué paso luego. Esta mañana me desperté en la bañera, solo tenía mis boxers y nada más, cuando abrí la puerta me quedé paralizado al ver que había una mujer en la cama y que... que no eras tú.

Lloré por la incertidumbre y la angustia que se apoderaba de mí, no saber que ocurrió con exactitud me hacía sentir impotente. La horrible versión que me dio Ravenna era inaceptable para mí, no podía creer que yo había hecho algo así.

— Emily no quiero excusarme contigo — continué — pero, creo que anoche me dieron algo que me hizo perder el conocimiento — escuché un débil sollozo a través de la puerta — aun no lo sé, pero te traeré las pruebas en cuanto las tenga, yo... yo me niego aceptar que pasó algo con... que pasó algo anoche.

Limpié mis lágrimas, podía escucharla sollozar muy bajo, esta maldita puerta se sentía como un océano entre nosotros, quería abrazarla, consolarla, calmarme a mí mismo respirando su dulce aroma, quería sacarle una sonrisa, eliminar sus lágrimas, no me merecía sus lágrimas, era un maldito idiota por causarle ese dolor.

— Sé que ahora quizás no creas en mí pero te haré una promesa — mantuve mi voz firme a pesar de mi tristeza — descubriré que pasó anoche y te daré pruebas de que no es como parece, lo siento en mi corazón Emily, yo jamás te haría daño, nunca, no tendrás ninguna duda, le pedí a Salvatore que me ayudara con algunos exámenes para demostrar si hubo alguna sustancia en mi cuerpo, lo hice porque sé que confías en él y estarás segura cuando te los entregue de que en efecto son reales, sin importar el resultado.

Revolqué mi cabello con desesperación y volví a apoyar la frente en la puerta dando una pequeña sonrisa triste.

— No sé si te haga sentir mejor, pero ya tengo una amenaza de muerte por su parte, aceptó ayudarme solo para saber la verdad y patearme el trasero si todo esto sigue siendo un desastre cuando él llegue aquí. — Tomé un respiro profundo — Emily confío en la corazonada que tengo, sé que todo esto se ve mal, pero... — tomé una pausa mientras las lágrimas volvían a derramarse por mis mejillas — nuestro amor es real, siempre lo fue y tú eres la persona más importante de mi vida, tú eres mi luz y mi camino, tú lo eres todo para mi — mi voz se entrecorto con dolor —, no concibo una vida sin ti, no hay un universo donde yo no esté contigo, no puedo ni quiero perderte Emily porque ya... ya no sé cómo no amarte.

DESENFRENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora