CARLOS - Capítulo 43

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Hacer este viaje con Emily había sido un gran acierto. Nos detuvimos en varias provincias, disfrutamos del paisaje, cantamos en el auto a todo pulmón. Estar con ella era muy divertido, el tiempo se pasó muy rápido, llegamos a Nápoles alrededor de las cinco de la tarde. Había insistido en detenernos varias veces en el camino porque además de disfrutar del viaje, estaba preparando algo muy especial para ella. Contraté un organizador para que montara un tipi en nuestro jardín para tener un picnic, también le pedí que instalara luces para las zonas verdes, así el lugar no se vería sombrío por las noches. Iba entrando al estacionamiento y Emily se estaba desabrochando el cinturón.

— Tengo algo para ti, espera — dije antes de bajar del auto. Di la vuelta y abrí su puerta extendiendo mi mano para ayudarla a bajar.

— Espero no sea una broma de mal gusto — lanzó una mirada sospechosa.

— No es nada de eso, permíteme enseñarte. — Aun con su mano en la mía la llevé hacia el jardín trasero de ambas casas.

Emily dejó escapar un grito ahogado.

— ¿Tú hiciste esto? — cubrió su boca con asombro.

— Contraté a alguien, pero se puede decir que si — respondí riendo un poco.

— Eres un tonto — dio un golpecito en mi hombro y se acercó más al tipi.

— Si quieres podemos refrescarnos un poco y luego volver para cenar.

— ¡Claro, es perfecto! — sonreía ampliamente y con emoción, verla tan feliz no tenía precio.

— Llamaré a tu puerta en una hora.

Ella asintió, y entró a su casa.

🌶️🌶️🌶️

Me había duchado y vestido con una camisa de lino blanco con mangas largas que había recogido hasta mis codos, mis pantalones en conjunto con tenis blancos, creo que combinaba bien con la ocasión y el lugar. El tipi era triangular y alargado, había una especie de colcha en la que podríamos sentarnos o acostarnos, fuera del tipi teníamos una mesa baja con algunas entradas y una canasta con más comida en su interior, llevé el vino tinto de mi casa y lo puse a un lado antes de ir por Emily.

Toqué su puerta, cuando abrió pensé que estaba en el cielo, se veía como un ángel, tenía un vestido blanco de tela suelta qué comenzaba desde su cuello y caía hasta la mitad del muslo, no tenía mangas. Su cabello estaba semirecogido a los lados por clips brillantes en forma de mariposa, llevaba unas sandalias planas blancas con tiras brillantes muy delicadas.

— Te ves hermosa — no planeaba decirlo en voz alta así que me aclaré la garganta antes de continuar — ¿Estás lista?

— Sí — sonrió y me lanzó una mirada pícara — tú no te ves nada mal.

Levanté la comisura de mi boca y le ofrecí mi brazo. Ella colocó su mano en el hueco de mi codo y comenzamos a caminar hacia el tipi, al llegar nos sentamos dentro, le ofrecí vino y comencé a preguntarle qué le había parecido nuestro viaje. Comimos y hablamos pasando un rato agradable, cuando vi que el momento era adecuado me puse un tanto serio.

— Emily...

— No inventes, ¿Ahora que hiciste? — me interrumpió con tono cansado.

— ¿Qué? — Pregunté confuso.

— Cada vez que me llamas "Emily" es porque algo malo has hecho. Odio que pronuncies mi nombre de esa manera, lo dices con un tono de culpabilidad qué no me gusta.

Quedé perplejo ante su revelación, no me había dado cuenta, pero pensándolo bien solo la llamaba así cuando las cosas no estaban muy bien.

— No me había fijado en eso... pero no te preocupes no he hecho nada... al menos nada nuevo — sonreí.

DESENFRENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora