CAPÍTULO LXXIX "EL GRAN ROBO"

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No consideré prudente dejar a Kai sumergido en un enorme tanque de mermelada que podría asfixiarlo en cualquier momento, ha comenzado un movimiento que solo él puede sostener

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No consideré prudente dejar a Kai sumergido en un enorme tanque de mermelada que podría asfixiarlo en cualquier momento, ha comenzado un movimiento que solo él puede sostener.

Max y Vin tuvieron la amabilidad de contarme sus planes para este fin de semana, es el aniversario de Damiano y Hannia Assanti y es el momento perfecto para acceder a cualquier aparato que use internet para averiguar si Kai está en lo cierto respecto de Hammani o no.

Suspiré antes de subir las escaleras, me duele todo.

Habíamos tenido una pelea con la gente de los Capone al norte de la ciudad, estoy cansado, sucio y herido, así que fui a la recámara de ese llorón, tenemos que solucionar esto ahora.

—Kai Assanti —estaba metido en la cama, mirando hacia la puerta—, en serio, si no te quisiera como quiero a mi hermano, ya te hubiera asesinado por raro.

—Mi esposa dijo que si me movía de aquí, me iba a dejar y no quiero que me deje.

—Kai, nos conocimos en la escuela, porque eras el más brillante de todos, eres audaz y cauteloso, pero a veces y solo a veces, creo que olvidas que de todos eres el más inteligente, como ahora —caminé a él casi arrastrando mi pierna jodida -por siempre y para siempre-, me incliné para mirarle mejor—, eres tan listo que pareces el más idiota cuando te equivocas o te detienes.

—No quiero perder a mi esposa.

—Caminaste de su mano por senderos que ni el diablo tomaría como camino para nadie, Kai, creo que después de todo, ella te conoce más de lo que tú a ella o quiero culpar a tu gran perturbación.

—¿Estás parafraseando?

—Estoy diciendo que ella no te va a dejar, solo quiere que seas consciente de ti mismo y no te dejes casi asesinar cuando tienes enfrentamientos, esto no es el siglo XIV, hermano, no usamos espadas, usamos armas, granadas y demás.

—¿Usaste granadas hoy?

—Solo un par.

—Dios santo, a este paso no habrá ciudad qué gobernar.

—Pues deberías solucionarlo tú, no Max, no Alex, no Corey, no yo, tú.

—Siéntate, atenderé tus heridas.

—No quieras sentirte mal por esto ahora, Kai.

—Sí, sí me siento mal, por favor, siéntate —su encantadora voz me convenció al instante, tomé asiento y esperé a que preparara el material para curarme.

—No es grave, no te preocupes —frunció los labios y me golpeó la frente—, ahu ¡Duele!

—Lo sé —tenía un caudaloso río de sangre brotando de entre mi espalda y hombro que Kai, con la paciencia que no pensé que hubiera, detuvo. Es un experto en esto, ya que lleva bastante tiempo en el negocio como para no saber detenerse ciertas hemorragias.

🇮🇹 𝐈𝐥 𝐌í𝐨 𝐂𝐚𝐩𝐨 𝟐: 𝐌𝐚𝐟𝐢𝐚 𝐒𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐈𝐭𝐚𝐥𝐢𝐚 🇮🇹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora