CAPÍTULO LXXV "¡OPPA!"

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Sabíamos que las cosas de ahora en adelante no serían fáciles, pero confié en qué Kai sabía lo que hacía, como siempre

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Sabíamos que las cosas de ahora en adelante no serían fáciles, pero confié en qué Kai sabía lo que hacía, como siempre.

Estábamos en los límites de Mantua, a unas dos horas de Milán, cuando la situación comenzó a desagradarme demasiado.

-¿Qué pasa, hyung?

-No lo sé, algo no está bien, debería haber retenes de los Camorra aquí, pero no los veo ¿Kai?

-A treinta minutos.

-Va retrasado, me pone nervioso eso.

-Vamos a calmarnos, hyung.

Que calmarnos ni que nada, apenas terminó le frase y nuestro flanco izquierdo fue baleado sin piedad mientras intentábamos no morir.

Ambos bajamos de la camioneta y nos cubrimos con ella, vaya, vaya, las cosas están desatadas porque subestiman a Kai demasiado.

Le cambié el cargador a mi arma, miré a mi hermano y asentí para él.

-¿Listo?

-Con cuidado por favor, Ha-ru.

Los hombres que Kai había asignado para nosotros y los de los Camorra se midieron en plena carretera, sujeté mi arma con la mano izquierda mientras que, con la derecha, me apoyaba en el bastón para caminar, aún tengo mucho dolor.

El humo del momento dificultaba mi visión, me separé de Ha-ru y eso nunca es bueno.

Retrocedí antes de sentirme acorralado y como si de una película de terror se tratara, terminé tropezando, me quejé del dolor y disparé un par de veces antes de quedarme sin balas.

¿En serio voy a morir aquí así?

-¿Última voluntad?

-Que te vayas al infierno, imbécil -si algo aprendí en italiano luego de conocer a Kai, fue a maldecir. Suspiré porque realmente creí que moriría, de forma ridícula, pero me vi bien muerto.

Pero segundos después los sujetos cayeron frente a mí, acto seguido, unas féminas piernas aparecieron por delante de mí, miré lentamente hacia arriba, hasta que alcancé la gloria.

Mi infierno, mi gloria.

Suspiré sintiéndome como un idiota, me ha salvado la mujer que se encargó que por dos años estuviera deambulando por el mundo, siendo el único muerto que podía caminar.

-¿Sung-hoon? ¿Estás herido?

-So-bong ¿Te importa? Ah, disculpa, no te llamas así, Lee Dan.

-Déjame ayudarte.

-No te atrevas a tocarme a menos que sea con una bala, mujer.

Me levanté torpemente y como pude, ella se aseguraba de cubrirme por completo, lo que no cuidaba con su cuerpo, lo hacía con ese par de calibres novenos.

🇮🇹 𝐈𝐥 𝐌í𝐨 𝐂𝐚𝐩𝐨 𝟐: 𝐌𝐚𝐟𝐢𝐚 𝐒𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐈𝐭𝐚𝐥𝐢𝐚 🇮🇹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora