XVIII. Chiara

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Los ojos de Chiara no podían creerse que estuvieran mirando a Violeta Hódar. A la que hacía semanas que no veía. No sabía si porque había dejado de pedir libros—porque solían ser libros—o porque otro compañero se encargaba de su zona. Pero ahora le daba igual. Estaba allí, en el Holmes. Y la estaba viendo tocar.

La estaba observando tocar.

No despegaba sus ojos de ella.

Porque era ella. Estaba diferente, pero no había duda. Se había acostumbrado a verla con un moño deshecho de cortos mechones pelirrojos, con una camiseta gigante o unos calcetines de aguacates metidos por los bajos del pantalón. Sin nada de maquillaje o retazos de él. Y siempre había pensado que era muy guapa, en que era evidente que le atraía un poco(bastante). Violeta Hódar le había llamado la atención desde febrero. Se aprendió su nombre con tan solo dos o cinco repartos.

Ahora, la Violeta que tenía a pocos metros, llevaba los labios pintados de un rojo precioso; su pelo no estaba recogido en un pequeño moño descuidado, sino que estaba todo en su sitio y su cara estaba completamente despejada. Llevaba un jersey de cuello alto, de color azul oscuro que le sentaba demasiado bien, debajo de una americana de color gris..

Tragó saliva, desviando irremediablemente la mirada. La había pillado por sorpresa y no sabía cómo actuar.

Cerró los ojos, tratando de calmarse. No podía ponerse nerviosa. Ahora no. Tenía que tranquilizarse y tocar como siempre. Además, después de Feeling Good de Muse venía Another Ones Bites a Dust y el bajo tenía mucho protagonismo. Haría como si la pelirroja no estuviera en la segunda fila. No la había visto al principio por el foco que le apuntaban directamente a la cara. Pero ahora era inevitable que, mientras llevaba el ritmo de la canción, sus ojos no la obedecieran y la buscasen todo el tiempo. Incluso a través de ese maldito foco que casi la cegaba.

Y parecía que ella también lo hacía. No dejaba de mirarla. ¿La había reconocido? Eso era absurdo, no podía saber quién era. Aunque se hubieran estado viendo durante el casi año completo que llevaba trabajando para Amazon. Aunque sus dedos se hubieran tocado más veces de las que le habría gustado contar, cada vez que le entregaba un paquete.

Violeta la miraba con la barbilla apoyada en las manos y un atisbo de hoyuelo asomaba en su comisura derecha. Solo a ella. Y eso era un hecho. Uno que puso a Chiara tan nerviosa que erró un acorde y sonó como demasiado evidente. Se disculpó con Bea y Ruslana. Para ellas habría sido un problema de nervios común. No podían imaginar que hubiera sido porque tenía delante a la misma chica que le había llamado tanto la atención desde el primer día.

<< ¿Tan pequeña es la ciudad? >>

Cerró los ojos, a mitad de la canción. Se concentró más que nunca en tocar. En no romper el ritmo, ni un solo acorde, en darle el acompañamiento a la voz y guitarra de Ruslana, en acompasarse al ritmo de la batería de Bea. Estaba en su habitación, practicando como otro día cualquiera, buscando relajarse un rato sin presiones. Tenía los cascos puestos, escuchaba la canción que había ensayado miles de veces, escuchaba la grabación de su móvil hecha con las chicas en el local donde practicaban para los conciertos.

Silencio. Solo de batería de Bea. La guitarra de Ruslana en silencio. Efecto sonoro. La voz de Ruslana. Ahora entraba ella. Solo un poco más... Final de la canción.

Otro silencio.

Aplausos, vítores en la sala.

Abrió los ojos. Violeta seguía allí. Sonreía ampliamente mientras aplaudía, emocionada. Notó un calor reconfortante en el pecho y sintió como le tiraban las comisuras de la boca hasta formar una leve sonrisa.

—Hemos dicho que no somos de tocar canciones actuales, y esta tampoco lo es. Aunque no tiene diez o más años como las anteriores—rio Ruslana. Era una suerte que la cantante del trío fuera la más extrovertida. Chiara no sería capaz de ponerse a hablar delante de tanta gente. No sería capaz de hacerlo ni frente a cinco, siendo justos—. La siguiente canción es una versión de Coraline, de Måneskin por supuesto. Esta improvisada banda es muy fan.

<<La única fan de verdad eres tú.>>

—Bueno, en realidad solo yo. —Aclaró su amiga como si le hubiera leído la mente.

Chiara tomó aire. Se sabía el orden de las canciones de memoria. Aunque no ensayasen todos los días, tenía cada tema controlado. Después de lo que había pasado en la anterior canción, agradeció que Ruslana decidiera meter aquella versión de Coraline seguida de la de Queen, porque podía descansar un poco. Bea comenzaba con el teclado y Ruslana se unía con su voz, en el estribillo añadía el sonido suave de la guitarra y ambos instrumentos robaban todo el protagonismo. Ella solo aportaba su tímida voz en el coro, breves punteos en el estribillo y el resto de la canción mantenía en silencio el bajo mientras los pads de Bea añadían la guinda final junto a la guitarra de Ruslana.

Evitó durante toda la canción mirar a la mesa donde sabía que estaba Violeta. Para evitar que volvieran a dominarla los nervios que no necesitaba. Para evitar, en realidad, meter la pata o hacer el ridículo.

La voz de Ruslana inundaba toda la sala, resonaba por cada hueco, por cada silencio creado en el local, únicamente para escucharla a ella. A ellas. A las tres. El teclado, dulce, suave y delicado de Bea se perdió como un murmullo con las últimas notas.

Y volvieron los aplausos.

—Lo cierto es que nos gusta más hacer ruido. No sé si entendéis a qué me refiero. A nosotras las versiones suavecitas no nos van. Esta versión es la excepción. Vamos a volver a nuestra programación si no os importa. No queremos que os de sueño—las risas recorrieron la sala.

—Como podéis apreciar, Rus es la de la palabrería y Chiara y yo somos las que la siguen.

—Ninguna se ha quejado en el año y medio que llevamos tocando aquí.

—Porque no nos dejas—dijo Chiara, intentando unirse a la broma. Pero se arrepintió enseguida.

Se mordió la lengua cuando sintió todos los pares de ojos posarse en ella. Sus ojos no despegarse de ella.

—Estáis apreciando un motín contra la cantante.

Las miradas dejaron de prestarle atención a ella. Excepto una. No iba a mirar.

<<Fuera nervios, Chiara.>>

Si sus amigas notaron algo raro las tres canciones siguientes, Chiara nolo supo. Se limitó a tocar como siempre, a crear su pequeña burbuja sobre elescenario en la que solo existían ellas tres. Como en los inicios del trío,cuando empezaron a tocar en el Holmes

Until I see you againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora