—Venga, dime, si fueras una nube, ¿cuál serías? No, mejor, ¿qué nube sería yo?
Violeta le había propuesto una idea hacía un par de días: ser un test de Buzzfeed andante. Para, en palabras suyas, no forzar conversaciones incómodas y hacerlas divertidas. Y Chiara, como es lógico, no pudo negarse. ¿Una forma sencilla y amena de conocerla? Sí, por favor.
—Pues... Déjame que piense.
Se apartó de la acera para dejarle espacio a un niño con su bicicleta nueva. Regalo de navidad, seguro. ¿Cuál era el límite de venta de bicicletas en esas fechas? Menudo negocio hacía Decatlón.
—Yo diría que eres una de esas nubes esponjosas, muy blancas, gigantes... aunque seas un tapón—se llevó una mueca de Violeta por el comentario—. Una nube de las que salen cuando ha pasado la tormenta, que acompañan los días soleados. Porque son divertidas y... no sé, me recuerdan a ti.
—Muy bien, estoy de acuerdo.
—Ahora yo. —Violeta se apartó el pelo, que el viento había movido, de los ojos.
Se dirigían, dando un paseo, hasta el Holmes. Había maldecido a su yo del pasado, al de la noche de fin de año, cuando le había dicho a Violeta que podía acompañarla. Minutos antes de verla aparecer, mientras la esperaba apoyada en la barandilla del metro, estaba temblando por los nervios. Violeta había llegado tres minutos tarde—culpa de las líneas de metro—, con las mejillas arreboladas y el pelo algo revuelto por el viento de enero. Llevaba un abrigo en un tono gris abrochado y una bufanda gigante rodeaba su cuello. Solo había tenido que sonreírle, al saludarla, para que a Chiara se le olvidase que llegaba tarde. Y también, para que se quedase cinco segundos agitando lentamente la mano y mirándola como si fuera el cuadro más bonito de una galería de arte.
—Para mí serías una nube fina, delgada y que se curva formando pequeños rizos en el aire. Una que se pasa todo el día suspendida y que parece observar todo desde las alturas. También, al devolverle la mirada, da la sensación de que quiera ocultarse tras el azul del cielo o entre los edificios. Pero en realidad, tiene poco que esconder.
—Joder, Violeta, te has puesto creativa—rio echando una vista al cielo, donde, unas nubes parecidas a la que había descrito, se paseaban movidas por el viento.
—Me gusta elaborar mis respuestas.
—Oh, así que eres de esa clase de personas que en los exámenes se enrollaban y escribían cuatro hojas por ambas caras.
—Solo dos, listilla.
Se echaron a reír.
—Una empollona.
—Pues sí, ¿vale? —Alzó las cejas en actitud chulesca—. Si eras una mala estudiante no es mi problema.
—No lo era.
Violeta había dado en el clavo al describirla como aquel tipo de nube. Aunque se hubiera inventado la mayoría de los detalles, porque al mirar al cielo no le daba la impresión de que se pareciera a esas nubes. Pero sí en que era muy observadora. A su evaluación y percepción, Violeta era una persona que juzgaba bastante por la apariencia física.
—A ver, dime, ¿por qué piensas que era de las que estudiaban poco? ¿Es porque llevo tatuajes y piercings?
—Eres el estereotipo andante de rebelde. Es más, soy experta en montarme pelis... no, más bien una saga entera—sonrió tras su mano, privándola del hueco entre sus dientes—. Cuando te vi por primera vez en mi puerta, pensé que eras una rompecorazones.
—¿Una rompecorazones? —Tuvo que agarrar la correa de la funda del bajo a su espalda— A ver, desarrolla.
Estaban llegando ya al Holmes, ya podía ver el cartel de neón—ahora apagado—que decoraba la fachada.
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Until I see you again
FanfictionVioleta es una rata de biblioteca que derrocha su sueldo en comprar libros. Quizá, en parte, lo haga porque la repartidora que va con asiduidad a su casa le atrae un poco. Aunque ella no quiera admitirlo, claro. Por otro lado, Chiara tiene la cabeza...