Eso querría saber ella.
Al final, seguir el consejo o la sugerencia de Martin (según quisiera verlo), había sido todo un acierto. Aunque necesitaba asegurarse. Solo por si acaso.
—Ahora... —le tendió la mano—. Continuamos con la cita de hoy y me respondes otra pregunta.
—Vale. —Ella agarró su mano sin pensárselo un segundo.
—No hace falta que te diga que... bueno, que me gustas. Me siento como una adolescente.
—Tenía una ligera sospecha. —Se echó a reír, balanceando sus manos unidas.
Violeta soltó un pequeño grito, pero no estaba preparada para escucharla decirle:
—Tú a mí también.
—Quería escuchar justo eso. —Aunque disimuló que le había sorprendido que lo soltase tan rápido y con aquella facilidad—. ¿Por qué hemos tardado tanto en hablar sobre esto?
—Yo estaba insegura. —Se pararon en un local que llevaba su nombre—. ¿La cafetería se llama Violet's?
—No es mía. Venga, entremos y sigamos hablando.
La auxiliar pidió por las dos, mientras Chiara esperaba en su mesa favorita. Parecía que su lugar favorito era de su agrado, porque no dejaba de observarlo todo con una cara de asombro digna de un museo. Algunos adornos de San Valentín todavía permanecían colgados.
—¿Qué te parece la cafetería?
La había visto sacar la libreta para dibujar, por lo que ya sabía la respuesta. Echó un vistazo rápido para ver las enredaderas de plantas que cruzaban el techo entremezcladas con las luces anaranjadas. Aun así, nunca estaba de más asegurarse de que has hecho bien en compartir tu lugar favorito con una persona especial. Y Chiara era especial desde hacía un año, aunque no lo supiera entonces.
—Me encanta. Es muy... acogedora. Casi parece que hayamos vuelto al otoño. No sé, me da esa sensación al pasear la vista por cada elemento. Y lleva tu nombre. Es bastante gracioso.
Le contó que llevaba yendo allí años, que fue donde conoció a Martin y su lugar preferido porque el café lo hacían con mucho mimo. También la de tardes de estudio que había pasado allí y otras tantas en compañía de su mejor amigo. No pudo evitar confesarle que era la primera vez que llevaba a alguien allí. Por como se le iluminó el rostro a Chiara, debió de hacerle especial ilusión. Violeta nunca le había visto con los ojos tan brillantes como aquella tarde. Parecía que había cambiado algo entre ellas. Y siempre había estado ahí, flotando a su alrededor cada vez que quedaban o se veían; pero lo percibía de una manera completamente diferente desde que habían hablado de lo que sentían.
Estaba cuando hacía justo un año había empezado a ver a la Chica de Amazon. También al saber su nombre. Se hizo más visible cuando había empezado a encontrarse casualmente en todas partes. La atrajo más que nunca la sonrisa que esbozó Chiara cuando, con la timidez que la caracterizaba, le dijo que le regalaba los libros que había elegido. Se fortaleció en el momento en que empezaron a verse más seguido... Y ahora, sentadas en su cafetería favorita de paredes otoñales, parecía haber estallado.
Efectivamente, ¿ahora qué? ¿Podía besarla?
—¿Pasa algo? —le preguntó dejando la cuchara sobre el platillo del café.
—Solo pensaba. ¿Tienes ya pensado qué vas a llevar a la boda?
—¿Era eso lo qué pensabas? —enarcó una ceja.
—Sí. ¿Creías qué te miraba por otra cosa?
—Pues sí. Yo te estaba mirando porque esta luz te sienta bastante bien, ¿sabes?
<<¿Todo este tiempo solo tenía que haberle dicho que me gustaba para que me dijera este tipo de cosas?>>
—Porque soy una chica otoñal. Aunque en realidad mi tonalidad es primavera.
La luz del atardecer se filtraba por la cristalera de ambos escaparates, en tonos ambarinos bastante parecidos a los de las hojas caídas del otoño. Aquella era la magia de esa cafetería: durante todo el año, podía fingir que vivía en su estación favorita.
—¿Y yo?
—Tú eres completamente de invierno, Kiki. Tonos fríos. Aunque tu pelo sea negro y tus ojos bastante cálidos, tu piel es pálida y tus facciones afiladas. Te queda absolutamente genial el negro o el marrón... Los colores oscuros en general.
—Entiendo.
—Por ejemplo, en cuanto a maquillaje, la sombra oscura que te hizo Rus en el último concierto te acentuaba mucho la mirada en contraste con tu piel. La chaqueta que me dejaste el otro día, en un verde bosque, también.
—Un segundo, a ti te quedaba muy bien ese color.
—Porque entra dentro de mi gama cromática. —Sacó el móvil, pegando su silla más a la de ella, y entró en su galería de fotos—. Mira, por ejemplo, este jersey azul es opuesto al de mi pelo, por eso queda tan bien visualmente. Luego, esta sudadera marrón con estrellas junto a este peto negro... ¿Lo ves?
—Lo veo, lo veo... ¿Y los labios rojos?
—¿Qué?
—Si entran dentro de esa gama cromática de primavera como la has llamado. —Y le miró los labios sin ningún tipo de disimulo. Violeta soltó una risa nasal y volvió a posar los ojos en la pantalla.
—Entran en cualquier estación.
—A lo mejor se lo digo a Rus... para el próximo concierto. ¿Qué opinas? —Puso morritos haciéndola reír.
—Adelante, yo te apoyo. —Le metió un trozo de su tarta de chocolate en la boca.
No esperaba que Chiara, con cierta vacilación, apartase el flequillo bastante crecido de sus ojos. Lo hizo a cámara lenta, rozando las yemas de sus cálidos dedos sobre su fría piel. El atisbo de varios de sus tatuajes asomando por la costura de la sudadera casi la distrajo. Sonreía con el rubor coloreado en sus mejillas y sin apartarle la mirada. Se la mantuvo durante lo que pudo ser una eternidad para ella. La de Violeta cayó en sus labios, directamente, sin ningún tipo de titubeo. Entonces, se acercó con intención de besarla, pero Chiara se alejó un poco con una sonrisa de disculpa plasmada en los labios, que hacía un segundo iba a tomar con los suyos.
<<¿Acaba de hacerme una cobra? >>.
—Violeta... ¿podemos ir despacio? Un poco como hasta ahora—aclaró con temor en la voz. Y también en la mirada.
A eso, precisamente, se refería cuando le dijo a Martin que con Chiara no se podía ir rápido, pero que no le importaba. Porque en aquel instante, casi congelado en el tiempo, bajo las luces anaranjadas de la cafetería y el ruido de la máquina de café acompañado por las conversaciones entremezcladas del resto, miró a Chiara y, tomando su rostro en sus manos, le dio un beso en la punta de su redondeada nariz. El tacto frío del aro se quedó en su labio superior. La vio cerrar los ojos antes de que sus labios se posaran sobre la cálida nariz, vio la arruga temerosa que surgió entre sus cejas y también el brillo en sus ojos verdes.
—Sí.
—¿De verdad? Si quieres ver a alguien más yo...
—No. —La interrumpió—. Solo quiero estar contigo, Kiki. Ahora y en los próximos meses. Tú pones los tiempos que quieras. —La Chica de Amazon esbozó una plácida sonrisa.
Si pudiera describir la sensación que recorrió todo su estómago, cuando Chiara se recostó sobre su hombro, sería como una melodía muy rápida al piano. Una agitación que fue ralentizándose a medida que pasaron los segundos ensilencio. Un silencio compartido por ambas, alejadas de los sonidos delambiente.
ESTÁS LEYENDO
Until I see you again
FanfictionVioleta es una rata de biblioteca que derrocha su sueldo en comprar libros. Quizá, en parte, lo haga porque la repartidora que va con asiduidad a su casa le atrae un poco. Aunque ella no quiera admitirlo, claro. Por otro lado, Chiara tiene la cabeza...