11. Tenemos un trato

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—Yo... —dijo él. Esa sola palabra la emitió de manera forzada; apenas y pudo pronunciarla.

Heros intentó colocarse de pie. Pero, ni siquiera podía levantarse; no tenía fuerzas para hacerlo, por lo que no podía evitar la presencia de esa preciosa mujer.

—Es normal sentirse mareado, si no estás acostumbrado a hacer ejercicio —comentó Hestia, con amabilidad—. El viento del abanico te servirá a que se te pase más rápido—. Ahora estás pálido.

Heros endureció las facciones de su rostro y tuvo que aceptar la ayuda de Hestia. Aunque, tampoco podía rechazarla, ya que estaba exhausto y sin energías. Al pasar los minutos, sus sentidos se fueron normalizando. Sudaba bastante, más que cuando estaba caminando en la máquina. Sentía su torso y su cuello frío. Pero ya respiraba menos agitado.

—Gracias —dijo Heros, dedicándole una ligera mirada a la diosa—. Ya debo irme. —Se puso de pie y caminó varios metros. Sin embargo, se detuvo y se dio media vuelta—. ¿Por qué me estaba buscando? Las cosas entre nosotros, no quedaron bien, y no quiero relacionarme en nada con usted.

Hestia moldeó una sonrisa rígida. Ese chico era difícil de conquistar. Le gustaba cada vez más, porque así obtendría más placer.

—Por la misma razón que, no terminaron bien, es que deseaba hablar contigo —dijo Hestia, sonando culpable y arrepentida—. Esto que haré, no es un hábito mío. Es más, no recuerdo haberlo hecho antes. —Se acercó al joven y extendió su brazo hacia él—. Me disculpo por lo sucedido el burdel. Eso que hice, estuvo fuera de lugar. Me equivoqué contigo. Eres un hombre diferente en el buen sentido de la palabra. Así que, quiero enmendar mi error. En verdad me interesó tu idea de negocio y deseo invertir en él.

Heros observó el semblante sincero de Hestia. Estaba dolido por lo que había sucedido, por lo que no tenía ganas de nada. Se libraría de ella, con más rapidez, si lo otorgaba el indulto.

—Acepto sus disculpas. —Correspondió el apretón de manos con la bella madura—. Pero eso ya no podrá ser. Mi negocio se incendió. Eso supone, que ya no me necesita para nada.

Hestia comprendía que era el momento justo de causarle una buena impresión.

—¿En serio? —Abrió sus labios cincelados y ensanchó sus párpados con ligereza, para actuar como si estuviera sorprendida—. Lo siento mucho. No tenía idea. —Su voz era sonsa, dolida—. Entonces, déjame darte esto. —Sacó la chequera de su bolso y anotó una cifra reducida, que la alcanzaría a pagarle a sus empleados. Necesitaba que estuviera sin dinero, para poder aprisionarlo en sus garras—. Toma esto.

Heros arrugó el entrecejo. No le estaba pidiendo, ni tampoco aceptaría favores de esa mujer.

—Lo lamento. No puedo recibir esto. No somos socios, ni conocidos —dijo Heros, mostrándose serio.

—Es una manera de mostrarte mis sinceras disculpas. Acéptalo; puedes utilizarlo para lo que necesites o tirarlo a la basura. Sé que con lo del seguro, tendrá suficiente —comentó Hestia, atacando un punto débil en Heros. Era consciente de que no tenía esos beneficios, que lo respaldaran en el incidente del. Era tan lindo fingir y manipular a las demás personas—. Por favor. No soy tu enemiga, ni tu rival. Yo quise ser tu socia.

La mano de Heros se elevó con lentitud y sostuvo el cheque. Entonces lo rompió frente a la cara de Hestia. Suspiró con pesadez. Eso era lo que debía hacer, pero no era un maleducado. Agarró el papel y lo guardó en su bolsillo, para tirarlo cuando estuviera solo. Estaba en momento vulnerable, en el que no sabía qué hacer, para solucionar sus problemas.

—Sí, lo uso, se lo devolveré —dijo Heros, relajándose un poco más. Había estado a la defensiva, pero ella no se mostraba hostil, ni amenazante.

La Jefa (BDSM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora