5. Persuación divina

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Heros dio un paso hacia atrás. Eso era lo menos que había querido, molestar a la jefa de su prometida, porque pudo haberla metido en problemas, y luego Lacey se podría enfadar con él. Sus mejillas palidecieron, más de lo que ya eran. Su semblante se tornó asustado y temeroso.

—Lo siento —comentó él, con apuro. Su voz temblaba—. No quise importunarla.

—En lo absoluto —dijo Hestia, con normalidad. Había intimidado al chico, como si fuera una presa que se había horrorizado al estar a merced de un depredador. Era como un lindo conejito al frente de una leona. Eso le causó un poco de gracia, pero su expresión se mantuvo inmovible.

Era claro que su atención había sido captada por ese joven, que era lo más tierno que había podido encontrarse. Sería algo estimulante jugar con un ingenuo y encantador muchacho. ¿Cuántos años debía tener? Su brecha de edad se notaba con claridad; Eros apenas era un niño, y disfrutaría robándoselo a Lacey. En algunas ocasiones no apreciábamos a nuestros seres queridos, por tener esa sensación de seguridad y pertenencia; sabíamos que esa otra persona estaba tan enamorada de nosotros, que era imposible perderlo, porque siempre estaba ahí, al lado, a pesar de todas las cosas. Pero cuando veíamos que ese alguien se alejaba y ya no muestra ese interés, entonces esa emoción de volver a tenerlo saldría a flote. Quizás, eso era lo que pasaba con Lacey; como Heros la amaba tanto, se daba el lujo de buscar un amante, porque se notaba, que manipulable e iluso. Tal vez por el aspecto y la forma de vestir de Heros, no era la más atractiva, ni la más encantadora. Pero observaba un potencial enorme, para convertirlo en el galán irresistible, que tenía cualquier mujer a sus pies.

—Me iré, enseguida —dijo Heros, intentando recuperar el paquete de chocolates y la rosa roja.

—Lacey está ocupada —dijo Hestia, apagando la iniciativa de Heros de marcharse, porque apenas estaba comenzando su conversación. Sonrió con astucia; no le estaba mintiendo, sí le había colocado una enorme montaña de informes que revisar y redactar.

—Solo le entregaré esto y saldré —dijo Heros, más calmado con la situación. Había planeado preguntar en la recepción sobre Lacey, para que le informaran. Entonces le entregaría los presentes, para celebrar su aniversario, y se iría, sin causar gran alboroto. Pero se había tenido que cruzar con la misma jefa. Hoy no era su día de suerte.

—No —dijo Hestia, con voz neutra. Su rostro era astuto—. Y si sigues insistiendo, sí tendrá problemas.

—Por favor, no. Eso es algo que no deseo que suceda —comentó Heros, sabiendo que ya no debía insistir con el tema.

—Dime, Heros, ¿en qué trabajas? —preguntó Hestia, apostando por encontrar otro asunto, que le permitiera extender plática. Había estado deduciendo las posibles ocupaciones de Heros, según improvisado perfil del chico, podría ser algo relacionado con el mundo empresarial, y más si involucraba el dominio de varios idiomas, como lo había mencionado.

—Soy trabajador independiente. Estudie administración de empresas —dijo Heros, con orgullo en su semblante—. Pero decidí emprender mi propio negocio escalable. Vendo productos digitales por internet, por medio de una aplicación. Siendo más específicos: cursos en línea, tutoriales, investigación y trabajos.

Hestia había encontrado lo que necesitaba para hacerlo caer y tenerlo entre sus garras.

—Interesante. Aquí en corporaciones Haller buscamos nuevos proyectos para invertir en ellos —dijo Hestia, ofreciéndole esperanza y oportunidad; eso era lo que anhelaban los emprendedores—. ¿Quieres que hablemos de negocios?

Heros se mantuvo inmóvil por un instante; había estado deseando que invirtieran en su proyecto empresarial, pero no era el momento para eso, ya que había venido para saludar y festejar con su novia, el quinto aniversario de relación amorosa. A pesar de que era lo que más había esperado, su amada Lacey era lo primero y lo más importante.

La Jefa (BDSM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora