17. Amantes infieles

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Heros se apoyó con sus antebrazos en la cama, y percibió el palmar de Hestia en su entrepierna. Suspiró con pesadez, mientras seguían besándose, con ansias. Al fin habían decidido entregarse al deseo de sentirse el uno al otro. Aunque, fuera prohibido, un pecado y eso los convirtiera en amantes infieles.

Hestia deslizó su mano por esbelto abdomen, y luego siguió por debajo de la ropa interior. Sostenía la dura virtud en su palmar, solo para apreciar su nuevo juguete. No deseaba abrir su regalo todavía, por lo que se empapó con saliva y comenzó a frotarlo, sin sacarlo a la vista. Estuvo haciéndolo por casi una hora debido a que la forma en que estaban era cerrada y limitada.

Heros se agarró en la espalda de Hestia y la apretó con fortaleza al venirse. Se percibía el olor y la mancha mojada en su bóxer.

—¿Dónde está el baño? —preguntó Heros, sintiéndose incómodo, por lo que quería limpiarse.

—Toma esto. —Hestia le facilitó otro interior, para que se lo pusiera—. Está por allá.

—Gracias.

Hestia se quedó sola, en tanto observaba los residuos del fluido en sus dedos. El aroma era particular y distintivo. Sin embargo, al probarlo con la punta de su lengua, no había un sabor que destacara; ni dulce, ni amargo, ni agrio, solo era suave y apetecible de beber. Eso demostraba el buen estado físico y que tenía una excelente recomendación. Quizás le recomendaría que comiera piña, para saber si volvería más acaramelado. Esa noche, no ocurrió más nada de relevancia.

Ambos hablaron de asuntos casuales, como de proyectos de negocios.

—Por cierto, ¿ya encontraste trabajo? —preguntó Hestia, mientras lo abrazaba y tenía las piernas entrecruzadas con él.

—No, aún no —dijo él, soltando un suspiro de resignación. No le parecía bien, ni era de su agrado abusar del poder que ella poseía.

—No te preocupes por eso, ya verás que pronto consiguieras uno —dijo Hestia, sin todavía dar el siguiente paso en sus planes. Era probable que rechazara la oferta que le haría, debido a lo buena gente que era. Sin embargo, ye tenía todo listo, para que no pudiera evadirlo. Entonces le dio un último ósculo de buenas noches, y se acomodó el torso de su joven amante. Se sentía cómoda, segura y protegida, a pesar de tener un equipo de escoltas—. Descansa, Heros.

—Buenas noches, Hestia.

Lacey había llegado del trabajo, luego de haber salido tarde. Era extraño, desde hace varios meses, que, casi no veía a su detestable jefa; escasas veces, para los asuntos de suma importancia, y en la tarde nunca estaba en la empresa. Sin embargo, sus tareas laborales habían aumentado. Se mantenía ocupada y cansada. Ya no hablaba y de manera simultánea, tampoco se encontraba tanto con Heros. Durante toda su niñez y adolescencia, había estrado detrás de ella, siguiéndola, como un canino fiel. Aunque, por lo del pago del seguro, también lo había estado evitando, para que las cosas se calmaran. Quizás, debía pasar tiempo con él. Después de todo, era su prometido y pronto se iban a casar. Había muchos temas que planear y varias clases que tenían que tomar en la iglesia como pareja. Entonces llamó a su amante para cancelar su cita, diciéndole que deseaba descansar y que lo recompensaría luego. Así, se duchó y se puso ropa casual. Había caído en cuenta de que jamás se había puesto ropa provocativa para él, ya que, al ser amigos de la infancia, no tuvo necesidad de hacerlo. Estando lista, se dirigió al departamento de Heros, ya abrió la puerta con la llave que tenía. Sin embargo, las luces estaban apagadas y no parecía haber rastro de nadie. Encendió las bombillas, para iluminar el lugar.

—¡¿Heros!? —exclamó Lacey a tono alto, pero no obtuvo respuesta.

Lacey continúo buscando, pero no lo halló por ningún sitio. Utilizó su celular y le marcó, para saber dónde estaba. Era poco frecuente, o más bien, la primera vez que dormía por fuera. O, ¿le habría pasado algo?

La Jefa (BDSM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora