Heros no contuvo su deseo de besar a Hestia. Incitado por las palabras que le había dicho, era como si una flama de valentía hubiera sido encendida en su alma. Cada fibra de él, anhelaba tocar y sentir el magnífico cuerpo de su diosa. Su virtud se endureció al momento en que continuaron con su intercambio de saliva. Deslizó sus manos por los muslos de Hestia y le apretaba las nalgas, sin timidez. Jamás había estado de esa forma, era como si hubiera despertado todos los sentimientos que dormían en lo más profunda de su alma.
Hestia fue quien la tumbó sobre una las almohadillas del gimnasio. Se puso ahorcajadas sobre la entrepierna de Heros, en la que podía sentir la firmeza del chico a través de su licra. Se apoyó el torso de él, y comenzó a menear sus caderas con sutileza, frotándose contra el gran talento de su amable ángel. Entonces, se dejó caer sobre él, y aplastó sus enormes senos en el pecho del joven. Estaba tan excitada, como lo estaba Heros. Los años de abstinencia, su obsesión por tenerlo, y el hecho de, poder haber logrado su cometido, luego de varios meses, la había vuelto más pervertida. Había esperado mucho, pero no tenía por qué acelerarse. Disfrutaría de con paciencia, como ese postre delicioso que, se comía con lentitud, para que no se acabara rápido. Enrollaba su lengua y humedecía su boca con Heros, por los minutos siguientes. Las sesiones de ejercicio y entrenamiento, se había convertido en largas horas en que solo se estuvieron besando y tocando. Cayó, encima de él, abrazándolo, cual mujer complacida con su amante de cama, luego de haber hecho el amor. Mas, ni siquiera se habían quitado la ropa. Entrecruzó sus piernas con las de Heros, para que no se apagara el apasionante momento.
Ambos jadeaban sin cesar. En el lugar, no entraba nadie más, por órdenes de la misma Hestia. Así que, tenían la plena confianza, de hacerlo sin preocupaciones. Se había encargado de que fura u lugar privado para los dos. Después de todo, tenía el poder para hacerlo.
—Tú eres hermosa —dijo Heros, en tanto trataba de recuperar el aliento—. Me gustas.
—Tú también me gustas, desde que te vi, supe que eras diferente —respondió Hestia, de forma entrecortada. Varios segundos después de haber reposado, se levantó y le extendió la mano para ayudarlo—. Sabes lo que significa esto, ¿verdad? ¿Quieres correr los riesgos, de lo que haríamos?
—Lo sé —dijo Heros, abarcándola con sus extremidades—. No quiero dañar tu imagen.
—No, eso no. Pierde cuidado. Soy consciente de que eres discreto y prudente —comentó Hestia, sonriendo de forma tensa—. ¿Quieres asumir la responsabilidad de estar conmigo? Tengo ciertos gustos peculiares.
—Si es contigo, me gustaría experimentarlos —respondió Heros, con expresión seria y voz ronca.
—Confío en ti. Sé que puedo estar tranquila y feliz en tus brazos —comentó, ella con voz tierna.
Hestia lo abrazó, tomando el papel de la mujer enamorada. Era muy versátil y talentoso para actuar. Sin embargo, era tan real y cálido, que en verdad se sentía a gusto. Endureció las facciones de su precioso rostro; esto no era por amor, ni por esas falsas ilusiones de las que hablaban los enamorados. No, no le habían roto el corazón, ni tampoco había sufrido alguna decepción o porque guardaba un oscuro y trágico pasado; era solo que, no creía en esas estupideces y cursilerías. Así, ambos gozarían y disfrutarían de lo que el otro le podía proporcionar. Lo que ella necesitaba y le faltaba, Heros lo tenía entre las piernas, y él, podía meterse entre las suyas; era así de sencillo, como solo tener sexo. Así que, debía tener cuidado con Heros, y terminar con él, cuando hubiera logrado su propósito; no debía apegarse, ni acostumbrarse, porque era solo un lascivo juego de seducción, traición, castigo y placer.
En el resto de la tarde, estuvieron conversando, más como una pareja de novios que, como simples colegas y amigos. Así, estuvieron más tarde, por lo que llegó el anochecer. Decidieron cenar juntos, debido a la hora. Ninguno quería apresurar las cosas; ella, por estrategia, y él, por su personalidad pasiva.
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La Jefa (BDSM)
RomanceElla es la multimillonaria, fría, arrogante y experimentada, adicta al concúbito. Mira a todos por encima del hombro o con su hermoso rostro levantado, mientras los demás agachan su cabeza, postrándose ante su majestuosa presencia. Hechiza a hombres...