34. Propuesta laboral

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Heros encendió las otras velas y las puso sobre el artístico cuerpo de Hestia, que se iluminaba ante el resplandor del fuego. Las puso de forma inclinada, para que la cera que fuera derritiendo, cayera sobre ella, y se endurecía a los segundos. Ahora, hallaba la diversión de hacer tantas cosas descabelladas y extremas. Esa era la maldad que habitaba en él, y que se había sido prendida por Hestia, similar a la mecha de una dinamita que había explotado en su interior, y lo había hecho renacer. El iris de sus ojos resplandecía con igual fulgor que el de Hestia, podía verlo; como si la niebla que le tapaba de ver la verdad, le hubiera sido quitada. Atestiguaba que, eran como almas gemelas, que se habían conocido y habían colisionado, provocando todo lo que habían estado viviendo en lo últimos días. Movió su mano, encima de los senos, más exacto, por la zona del pezón, para bañarlo del líquido caliente.

Hestia observaba con orgullo al monstruo que había creado. Sonreía con felicidad, al ser torturada por el joven que tanto la enloquecía. Luego, comenzó a gemir de manera incontrolable cuando usó consoladores en ella. Sintió la respiración de Heros en su entrepierna, y después percibió el roce de la lengua en su empapada intimidad. La boca de Heros se posaba en sus turgentes labios, y la succionaba de forma diestra. Había mejorado la manea de devorarla en poco tiempo. Se retorcía al sentir las vibraciones de los juguetes, que la estimulaban de una manera diferente. Amarrada por sus brazos, detalló como él se colocaba encima de ella, para arremeter en su interior con aquel duro y largo talento que poseía. Soportaba los golpes, mientras separaba sus piernas. Su piel ardía y sudaba, ante las acometidas del chico, que yo tenía temor de tratarla con rudeza. Experimentó el orgasmo, luego da varios minutos, cuando Heros le propinó una fuerte embestida, que la hizo delirar del placer. El semen reposaba en su vientre, ya que se había venido afuera. Aunque, si lo hiciera adentro, la probabilidad de que ocurriera un embarazo eran pocas, debido a su control hormonal. No dejaba nada al azar, y menos un tema tan importante como ese. Antes, utilizaba sus vibradores, por lo que no tenía motivo de usarlos. Pero, al dar inicio para seducir a Heros, había comenzado uno. No quería estar con Heros, pero sí podía guardar un recuerdo de él, tal vez. Respiraba de forma agitada, y fue liberada de sus esposas. Sus parpados le pesaban. Las sábanas se habían mojado ante su squirt, que había brotado de ella con ímpetu.

—Desde que estoy contigo, siento que, por fin, he empezado a vivir —dijo Heros, acomodándose en la cama.

—Yo también me siento viva —comentó Hestia, colocándose de medio lado, para verlo.

Hestia puso su mano en la mejilla de Heros. ¿Por qué era tan bello y encantador?

—Eres hermosa —dijo Heros, con un tono genuino en su voz. Era claro que, era preciosa, pero no solo lo decía por la belleza física que Hestia tenía, sino, todo de ella; desde sus virtudes, hasta los gustos retorcidos y lascivos.

—Bésame —dijo Hestia, apretando sus labios. Cerró sus ojos y se entregó a las gratas caricias de su joven amante.

Así, la fiesta de antifaces había terminado. Aprovecharon el día siguiente para salir a pasear, tomarse fotos y disfrutar de los paisajes de la ciudad de la moda. Regresaron al país, donde en poco tiempo, el carro que los traía se estacionó en el parqueadero.

Hestia caminaba con su mano entrecruzada a la de Heros. Sabía que algo trataba de cambiar entro de ella al estar con él. Pero, hacía todo lo posible para que eso no sucediera. Noches de frío y soledad había pasado, hasta que encontró a su héroe, que la había rescatado de su aflicción. Sin embargo, la semana que habían tomado para su aventura clandestina, ya estaba por llegar a su fin.

Heros estaba sentado en el sofá de la suite de Hestia. Las facciones de su rostro eran serías y rígidas. Revisaba los mensajes que le había dejado Lacey; eran muchos, y eso lo hizo volver a la realidad de sus vidas, como si los días que había pasado con Hestia, hubieran sido un hermoso sueño, del que estaba a punto de despertar. Ya hasta había olvidado la excusa que había dicho para justificar su ausencia; porque había dejado de importarle. No quería darle explicaciones, era más, ni siquiera tenía ganas de volver. Observó a Hestia en el comedor, que preparaba dos copas y una botella de vino. Se quedó viéndola, hechizado, a pesar de ya haber compartido con varios meses con ella; había un brillo diferente que la cubría. Sus mejillas se calentaron y se ruborizaron. Sintió un extraño vacío en su torso, combinado con frío en sus brazos. Sus piernas temblaron por un instante. ¿Qué era lo que le pasaba? A pesar de haber aumentado la confianza entre ellos, experimentaba miedo, mezclado con emoción de poder estar tan cerca. Se puso de pie y se sobresaltó del mueble al ver como se acercaba hacia él. Tropezó con una de las mesas al retroceder sin mirar hacia atrás.

—Iré al baño un momento —dijo Heros, con apuro.

Heros se dio media vuelta y comenzó a caminar con rapidez. Cerró la puerta del baño, y se ubicó frente al espejo. ¿Por qué huía de Hestia de un momento para otro? Se vio las manos, sus dedos temblaban y se había puesto pálido. Estaba actuado como un niño, a pesar de haber despertado una nueva faceta. Su corazón latía de forma acelerada, sin ninguna explicación. ¿Qué era lo que había pasado? Se echó agua en la cara y se secó con la toalla. Inhaló por la nariz y exhaló por la boca; no podía hacer eso de nuevo. Se dirigió a la sala de estar, y al volver a verla, todas las emociones que había controlado, habían emergido de nuevo en su pecho. Sin embargo, mantuvo la calma y se mantuvo sereno.

—¿Todo está bien? —preguntó Hestia, con normalidad. Analizaba el comportamiento de las personas de forma automática, salvo la vez que Lacey lo hizo, ya que, en realidad, no le estaba prestando atención, ni le interesaba lo que ella hiciera. Observó que, se había escabullido de su presencia, como si estuviera asustado.

—Sí, claro —comentó Heros, soportando sus extraños nervios.

—Bueno, aquí tienes —dijo ella, ofreciéndole la copa de vino, para pasar del tema. Aunque, él se mantenía actuando raro—. Hay algo de lo que debemos hablar contigo.

Hestia movió un mechón de su cabello rojo carmesí. Sus ojos verdes, que habían retornado a su color original, enfocaban al joven que la complacía y que podía dormir en su casa y en su cama.

Heros sintió que su corazón se detuvo por un segundo. En su estado actual, esas palabras resultaron ser demasiado angustiantes.

—Quiero que trabajes para mí —dijo Hestia, con una expresión en su divino rostro—. Deseo que seas mi asistente.

Hestia había decidido pasar a la ofensiva, luego de esconderse por una semana. En tan solo siete días viviendo bajo el mismo techo con Heros, había conseguido completar de encantar el corazón del joven. Ahora, podía hacer movimientos temerarios, que involucraran la vida diaria, en el que incluso estuviera presente la desleal de Lacey, para demostrar quien era la nueva dueña de él. Además, tenía la ventaja de exponer a Heros frente a su secretaria. Casi, podría recrear en sus pensamientos lo que pasaría, como su fuera una vidente, puesto que, Lacey solo tenía única opción, si no, toda la fachada que había creado se desmoronaría en un parpadeo. Tenía el control y el poder de lo que sucedería.

Heros recordó que, estaba saliendo con la jefa de su prometida, por lo que trabajar para ella, implicaba encontrarse con Lacey. Es decir, estaría conviviendo con las dos al tiempo, en un mismo lugar. ¿Eso no era imprudente? Aunque, hacerlo de esa manera, también podría eliminar toda sospecha de que tuvieran algo, ya que no imaginarían que la temida dueña de la empresa se involucrara con uno de sus empleados, y menos. Le causaba un poco de culpa y abstinencia tener que compartir con Lacey. No era tan malvado y cruel para eso, ¿o sí? Porque la curiosidad de hacerlo, nació en él, como el impulso de vivir una experiencia extrema. Ahora, le atemorizaba tener la misma naturalidad extrema y lasciva de Hestia.

—Lacey es tu secretaria. ¿No estaría entrometiéndome en las tareas de ella? —preguntó Heros, con seriedad. No quería arrebatarle el puesto, ni afectar a Lacey.

—De ninguna manera —respondió Hestia—. Sabes qué asistente y secretaria no son lo mismo. Y, hasta ahora, yo me había encargado de mi agenda. Ella no tiene no control sobre eso; la secretaria del departamento directivo, atiende en general a toda la sección. Es por eso que, tú, serás más cercano, ya que solo me atenderás a mí. —Le guiñó el ojo, para darle a entender a lo que se estaba refiriendo—. Esta es mi propuesta laboral.

La Jefa (BDSM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora