Me hubiera esperado un poco más, pensó Hestia, así hubiera disfrutado de navidad junto a Heros y ahora, de año nuevo. Pero si convivía más, no habría podido separarse de él. No había considerado bien las fechas y tal vez pudo haberse resistido los encantos del Heros hasta fin de año. Aunque, jamás las había celebrado, nunca antes se había tan sola. Era porque sí quería la compañía de Heros. Ya lo hiciste enojar, se dijo, y él también se había ido molesto. Aún era pronto, tendría que darle más tiempo para que volviera. Miraba con más frecuencia su reloj; las manecillas se movían, más lento de lo normal. Se enojó al instante. Estaba en su oficina, frente a la computadora. Su celular sonó en su escritorio; era una llamada de uno de sus escoltas, al que había mandado a seguir a Heros.
—Él está con ella en... —dijo aquel hombre con voz tosca. Dándole la ubicación de Heros—. Utilizó un taxi.
Hestia endureció el semblante de su bello rostro. Colgó al instante y levantó el teléfono.
—Prepara mi auto. Saldré de improviso —dijo Hestia a su nueva secretaria.
—Como ordene, mi señora —respondió Antonella. Había sido la recepcionista y había sido ascendida por su lealtad a un cargo mayor. Veneraba la Hestia, como a una auténtica diosa.
Hestia desde la mañana se había despertado con una jaqueca leve y ya era más molesta, con lo que le había dicho. Se dio unos retoques, así como labial y se echó más perfume. En breve, estaba viajando en su coche privado y esperó hasta que él saliera. Entonces, fue cuando se bajó del vehículo. Él se notaba un poco estropeado, como si no durmiera bien; ella tampoco lo hacía, pero el maquillaje tapaba sus ojeras. Son embargo, seguía siendo el más hermoso de la faz tierra. Era normal, porque ella era quien había creado a ese nuevo hombre tan hermoso y atractivo. Nada más con verlo, todo su mundo parecía estar más seguro y colorido. Lo había conocido siendo un niño ingenuo y tonto. Y ahora ese jovencito, era el que había podido conseguir la hazaña de estremecer cada parte de su ser; el que podía darle felicidad, hacerla enojar y darle el placer que necesitaba su lujurioso cuerpo. Creyó, en el algún momento de la vida, se enamoraría. Pero uno con tanta experiencia como ella; no de un ingenuo y virginal chico. El destino era impredecible e inesperado. La gran señora Haller desciende de la creme de la creme alemana-francesa, estuviera sufriendo por el amor de un dócil muchacho. Si fuera manso, no tuvieras tantos problemas, se dijo a sí misma. El dulce conejito ya se había transformado en un fiero león, que le mostraba los dientes.
Heros divisó a la señorial mujer con un traje de dos piezas; una falda hasta por las rodillas, una camisa de mangas largas; ambos de color oscuro, y un abrigo escarlata, que nada más reposaba en sus hombros, sin llegárselo a poner en sus brazos. Sintió ese miedo que le recorría cuando sonaba su móvil. Pero ahora era más agudo y también se le había apretado el pecho. Habían pasado siete días sin verlo. De alguna manera se alegraba poder verla, pero no se permitiría mostrar debilidad o felicidad. La forma en que debía comportarse, ya había sido establecida desde aquella ruptura en el balcón de la suite. Iba a pasar de largo, ignorándola, pero las palabras que expresó Hestia, lo hicieron detenerse. Ni siquiera ella lo pudo adiestras en su totalidad.
—Te has tomada tu tiempo con ella—comentó Hestia, de manera severa—. Lacey te ha engañado. ¿Cómo puedes venir a ella tan fácil, como si nada?
Heros caminó a paso lento y se plantó delante de la diosa. Su mirada, se traspasaba con la de ella, casi echando chispas. Esa fragancia de la loción, se colaba por sus fosas nasales e invadía sus pulmones. Las facciones hermosas del rostro, el cabello rojo ondulado, ese carácter de tirana, esa aura de dama de alta sociedad y ese aspecto de madura, eran tan encantadores. No había pensado, en ningún momento, que llegaría a quedar prendado de una mujer mayor. ¿Qué importaba la edad y que fuera diez años mayor? Estaba enloquecido por ello, y habían vivido su romance, como dos jóvenes, a los que no les importaba los excesos. La tensión hizo que al aire se volvería más denso.
ESTÁS LEYENDO
La Jefa (BDSM)
RomanceElla es la multimillonaria, fría, arrogante y experimentada, adicta al concúbito. Mira a todos por encima del hombro o con su hermoso rostro levantado, mientras los demás agachan su cabeza, postrándose ante su majestuosa presencia. Hechiza a hombres...