Al día siguiente, los dos llegaron al aeropuerto, donde los estaban esperando los encargados de supervisar su vuelo en el jet privado. El sol de la mañana incendiaba las alturas y otorgaba una temperatura alta y sofocante.
—Es bonito —dijo Heros, al atestiguar el lujoso medio de transporte aéreo. Ya había montado en helicóptero y ahora lo haría en un avión da gama alta, y tenía la certeza de que no sería la última vez de que lo harían, sino que faltaban más viajes por hacer.
—Gracias, tengo otros más. ¿Quieres te dé uno o dos? —comentó Hestia, de forma divertida. Aunque, sí tenía pensado darle varios regalos. Resultaba algo incontrolable no darle obsequios, aunque eso le diera una imagen da mami de azúcar, pero eso también resultaba interesante.
—Uno solo estaría bien, no sé cómo utilizar varios. Además, debe ser costoso mantenerlo activos —dijo Heros, con normalidad, ya que ella era la rica, no él, por lo que no podía darse esos tipos de privilegios. No le era desagradable viajar en los de servicio público, y mucho menos usar uno propio, como eso de los que ella tenía.
—Bueno. Pero, yo me encargaría de lo demás, tú solo tendrías que disfrutarlo, por eso se llaman regalos. Además, creo que está bien derrochar un poco el dinero, tengo de sobra en mi cuenta bancaria—dijo Hestia, sin modestia alguna. Entrecruzó su brazo con el de Heros—. Allons en France pour goûter aux petits goûts de la vie.
—Estás muy animada —comentó él, al oír las inusuales palabras de Hestia, pues la clase y la elegancia la caracterizaban. A menos, a nivel público, porque ya conocía en carne propia de los alcances lujuriosos que se desataban en el ámbito privado, y también de los gustos secretos y peculiares de la diosa de cabello rojo y ojos verdes.
—Es gracias a ti —dijo Hestia, complacida en todos los aspectos con Heros—. Se puede decir, que estoy feliz. Así que, ya comprobamos que hacerlo en las mañanas si alegra el resto del día y también los siguientes.
—Si necesitas verificar otros dichos, solo avísame —comentó Heros, de forma audaz con ella. Ya no le era tan difícil corresponderle los diálogos en doble sentido, o que él tomara la iniciativa para comentar una insinuación.,
—Señora Hestia, su portafolios —dijo uno de los empleados. Se la entregó, en tanto se encorvaba y se retiró de inmediato.
—¿Quieres que lo lleve por ti? —preguntó Heros, de modo cortes; portarse como un caballero era lo menos que podía hacer para mostrar su agradecimiento, por todo lo que había hecho por él.
—No te preocupes, yo la llevaré por ahora —dijo Hestia, haciendo énfasis en lo último, dándole a entender que en algún momento se la entregaría. Eso era parte de la diversión, y de lo que había preparado.
—Está bien, como deseé mi señora —dijo Heros, con voz animada—. Usted manda.
Los dos abordaron el avión entre sonrisas, se acomodaron en reconfortantes sillas del jet y se abrocharon los cinturones. Allí fueron atendidos por la pareja de azafatas, y disfrutaron del vuelo privado hasta Francia. Al llegar al aeropuerto del país destinado, se subieron a un helicóptero, que los llevó por las alturas y los dejó en el helipuerto de un rascacielos, que era donde se hospedarían. Las hélices provocaban un viento fuerte, por lo que caminaban encorvados hasta que entraron al edificio. Luego se dirigieron hacia su habitación del hotel.
Heros se sentó de inmediato, ya que estaba un poco mareado por los dos viajes que había tenido que completar, una en el avión privado de Hestia y el otro en helicóptero; no estaba acostumbrado, por lo que siempre le causaban un pequeño malestar, aunque, se le fue pasando a los pocos minutos.
—¿Ya estás mejor? —preguntó Hestia, con neutralidad. Estaba sentada un sillón, frente al sofá donde estaba él.
—Sí, no era la gran cosa. Antes hubiera sido peor, en estos momentos me resulta más pasajero —respondió Heros, bebiendo del vaso agua que Hestia le había traído.
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La Jefa (BDSM)
RomanceElla es la multimillonaria, fría, arrogante y experimentada, adicta al concúbito. Mira a todos por encima del hombro o con su hermoso rostro levantado, mientras los demás agachan su cabeza, postrándose ante su majestuosa presencia. Hechiza a hombres...