Capitulo 40

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El cielo empezaba a teñirse de un suave naranja cuando Echosnout, Patchstalker, y Cloudpaw regresaban al campamento. El silencio entre ellos era pesado, roto solo por el crujido de las hojas secas bajo sus patas. Cloudpaw, que trotaba un poco más adelante, ocasionalmente lanzaba miradas nerviosas hacia atrás, sintiendo la incomodidad en el aire entre la curandera y el joven guerrero.

Al llegar al claro del campamento, Echosnout redujo el paso, dirigiéndose a Patchstalker con un tono neutral pero firme.

—Antes de que termines por hoy, quiero que lleves algo de menta a tu hermana en la maternidad. Le ayudará con el malestar.

Patchstalker se detuvo en seco, el pelaje aún ligeramente erizado tras su reciente conversación. Una chispa de irritación se encendió en sus ojos al escuchar la orden disfrazada de petición. Giró la cabeza hacia Echosnout, su voz al dirigirse a ella era baja, casi un gruñido que apenas contenía su enojo.

—No soy tu aprendiz.

La curandera lo miró de reojo, como si sus palabras apenas tuvieran peso.

—Y sin embargo, lo harás —replicó con calma antes de encaminarse hacia su guarida, dejando a Patchstalker con la irritación burbujeando en su interior.

Patchstalker bufó, apretando los dientes. Sabía que la curandera tenía razón, pero eso no significaba que aceptara de buena gana la situación.

No supo si Cloudpaw se había sentido excluida de la conversación, era conciente de su molestia o tal vez ella se sentía demasiado incomoda, pero lo guió hacía la guarida de curandería para darle las hojas de menta que había dejado hace poco en un area de reservas entre los juncos.

Lanzó una mirada agradecida a la aprendiza y una última mirada hostil hacia la espalda de Echosnout, luego giró  hacia la salida de la guarida.

Con las hojas de menta entre sus mandíbulas, se dirigió hacia la maternidad. Al cruzar el umbral de juncos de la guarida, el aire se volvió cálido y acogedor. El suave aroma a leche y tierra mojada le trajo una sensación de nostalgia, pero no logró calmar del todo la irritación que aún ardía en su pecho.

Dentro, su hermana, Petalstream, estaba recostada en su nido de musgo, su hermoso pelaje marrón pálido brillaba bajo la luz suave que entraba por la abertura de la cueva. Sus ojos verdes se abrieron con lentitud cuando sintió la presencia de su hermano.

—¿Patchstalker?—murmuró con una sonrisa al verlo, levantando un poco la cabeza—¿Qué haces aquí?

El guerrero se aproximó, dejando las hojas de menta cerca de ella con un movimiento brusco. Su tono aún era algo cortante, aunque intentaba suavizarlo por respeto a su hermana.

—Echosnout me pidió que te trajera menta. Dice que te ayudará a sentirte mejor.

Petalstream lo observó con curiosidad, percibiendo el malhumor de su hermano, pero prefirió no mencionarlo. En cambio, se estiró hacia las hojas, olfateándolas suavemente antes de masticarlas con cuidado.

—Gracias—respondió con voz suave, relajándose nuevamente en su nido—Me siento mucho mejor, pero siempre es bueno tener algo que alivie el malestar.

Patchstalker se quedó en silencio por un momento, mirándola mientras trataba de apagar el eco de las palabras de Echosnout que seguían resonando en su mente. "Sin él no eres nada." La frase lo perseguía, pero allí, viendo a su hermana recostada y tranquila, el peso de esas palabras parecía disiparse un poco. Después de todo, no todo en su vida giraba en torno a su hermano, ¿verdad?

Petalstream levantó la vista, notando la expresión pensativa de Patchstalker.

—¿Estás bien?—preguntó con un tono suave, pero con el mismo instinto protector que siempre había mostrado por su hermano menor.

Patchstalker's Heartbreak // Los Gatos Guerrero AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora