Patchstalker's Heartbreak // Los Gatos Guerrero AU

Capitulo 33

La bruma matutina aún envolvía el territorio del Clan del Río cuando Patchpaw se escapó para una caminata por el bosque de sauces. El sol apenas asomaba sobre el horizonte, bañando el paisaje con una luz dorada que se reflejaba en las aguas del río, creando un espectáculo de destellos que bailaban sobre la superficie. Patchpaw respiró profundamente, llenando sus pulmones con el aire fresco y húmedo de la mañana, un intento de despejar su mente de los recientes eventos traumáticos.

El campamento estaba en silencio, los gatos aún dormían o se movían perezosamente mientras comenzaban sus tareas diarias. Patchpaw se despidió de sus hermanos con un leve movimiento de la cola, sin despertar a Petalpaw, que descansaba profundamente en la guarida de los aprendices. Larchpaw, por su parte, lo observó con ojos cansados pero firmes, asintiendo en silencio, aprobando su decisión de buscar un momento de paz y reflexión.

Patchpaw comenzó su camino, sus patas guiándolo instintivamente por senderos familiares. Avanzó a través del bosque de sauces y alisos, donde el suelo estaba blando por la nieve y cubierto de hojas marchitas y ramitas. Cada paso producía un crujido suave bajo sus almohadillas, el sonido un consuelo constante en la soledad de la mañana. Mientras se adentraba en el bosque, sus pensamientos vagaban, reviviendo las recientes tragedias y las tensiones dentro del Clan.

Los eventos en el campamento aún eran frescos en su mente. Beetlepaw había muerto, y la revelación de la traición de Perchswin había sacudido al Clan del Río hasta sus cimientos. Patchpaw sentía una mezcla de dolor y confusión, una lucha interna para comprender y aceptar lo que había sucedido. La necesidad de salir y encontrar un respiro en el silencio del bosque se había vuelto imperativa.

Un sendero se abrió ante sus patas, logrando sacarlo de sus malos recuerdos para hacerlo debatir si avanzar o no. Finalmente, cuando sintió cómo la brisa empujaba su cuerpo, dio un paso adelante.

El camino hacia los Cuatro Árboles no era desconocido para Patchpaw. Había recorrido esa ruta varias veces, aunque siempre en compañía de otros gatos de su Clan. Hoy, sin embargo, la caminata en solitario le brindaba la oportunidad de reflexionar profundamente. A medida que avanzaba, sus pensamientos se centraban en Beetlepaw. Recordaba que por esos mismos senderos ellos solían patrullar y que él lo había acompañado a su primera asamblea, protegiéndolo de los demás clanes que buscaban juzgarlo a él y a sus hermanos. La risa y la camaradería que habían compartido parecían ahora ecos lejanos, casi irreales en la fría luz de la mañana.

El bosque se iba tornando más denso a medida que avanzaba. Las ramas de los árboles se entrelazaban sobre su cabeza, formando un techo natural que filtraba la luz solar en haces dorados. Patchpaw se movía con agilidad entre los matorrales, siguiendo los senderos marcados por generaciones de gatos del Clan del Río. Se detuvo brevemente junto a un arroyo, susurrante y cristalino, para beber agua y refrescarse. El agua fría contra sus labios le trajo un breve alivio, una pausa momentánea.

A medida que se acercaba a los límites de su territorio, la familiaridad del bosque del Clan del Río comenzó a desvanecerse. Los árboles se volvían más grandes y antiguos, sus troncos gruesos y cubiertos de musgo. Patchpaw cruzó la frontera con el territorio neutral, una franja de tierra que separaba los territorios de los clanes y conducía a los Cuatro Árboles. Sentía una ligera tensión en sus músculos al cruzar esa línea invisible, consciente de que ahora se encontraba en territorio donde podría encontrarse con gatos de otros clanes.

El sendero que conducía a los Cuatro Árboles era menos marcado, pero Patchpaw lo conocía bien. Sus patas se movían con determinación, cada paso lo acercaba a su destino. Mientras avanzaba, podía sentir el cambio en el aire. La brisa traía consigo los aromas de los distintos territorios de los clanes, una mezcla de olores que le recordaba las asambleas pasadas. La anticipación crecía en su pecho, una mezcla de nerviosismo y emoción.