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Os he contado someramente lo feliz que era mi vida familiar en la capital, pero os aseguro que no fue fácil, nunca, a causa de la vileza de algunas personas.

Como ya os mencionara, las envidias que desperté, y el hecho de ser una extranjera con una cultura completamente diferente, me granjeó algunas enemigas. Tuve que vivir episodios que no me agradaron en absoluto, que os contaré, pues algunos de ellos tuvieron nefastas consecuencias, pero también trajeron preciosas oportunidades.

Os he hablado de las hermanas de Josh, siendo Didi como una para mí, la más cercana, y que vivía con nosotros, la menor de los seis. Además, os he mencionado a Isabella (Isa) y a Vivienne (Vivi). Por encima de Didi estaba Vivi, y por encima de ella estaban Joseline y Catherine, y por encima de ellas y la segunda detrás de Josh, Isa. Con Isa y Vivi, que vivían en la capital con sus respectivas familias, siempre tuve un trato maravilloso, me querían y querían a mis hijos.

Sin embargo, no os he hablado de Joseline (Osy, cariñosamente) y Catherine (Cathy). Solo os diré que yo nunca llegué a tratarlas con estos nombres, porque nunca me aceptaron como parte de la familia Wonter.

Ellas dos eran inseparables, y a pesar de que tenían un trato cordial con el resto de sus hermanos, vivían al margen. No tenían su residencia en la capital, sino en el campo frontasiano, donde habían formado sus propias familias.

Josh no les perdonaría jamás que no me aceptaran, como yo no entendía su gratuita beligerancia hacia mí, que no les había causado ningún mal. No tardaría en enterarme de la causa de su malestar, o, más bien, la excusa.

Yo las conocí al poco de llegar a Fronsta, en una gran fiesta de recepción que se le hizo a Josh por su regreso, donde se le volvió a condecorar y se halagaron sus hazañas, así como se celebró su entrada en la política.

Era un evento especialmente importante para el que yo estuve perfectamente preparada gracias a Didi. Os aseguro que no defraudé, acaparando tanta atención como mi marido. Josh estaba orgulloso, y muy pendiente de mí, mostrándose muy enamorado, sin complejo, una faceta que nadie conocía de él.

Esta capacidad mía de enamorarlo hasta el punto de transformarlo, no fue en absoluto del agrado de Osy y Cathy. Ya fuera por celos, su propia inseguridad, o porque eran íntimas de la viuda Berton, me odiaron desde el primer momento, lo que envenenaría el buen clima que siempre reinara en la gran familia Wonter.

¿Y quién es esta viuda Berton?, os estaréis preguntando. Una mujer muy poderosa gracias a su viudedad, que estaba profundamente enamorada de Josh, o yo realmente diría: obsesionada. Una mujer de su talante no es capaz de amar.

Elisadora Berton tenía seis años más que yo, y siete menos que Josh. Enviudó muy joven de un rico magnate y político frontasiano de antiguo linaje, al que no dio hijos. Antes de eso ya conocía a Josh, cuando estaba en la escuela militar, a punto de licenciarse.

Me contó Didi, que ya se enamoró entonces, y que trató de conquistarlo. Josh en un principio respondió a este amor, pero él era un joven sin fortuna y con una enorme deuda, que aún no había servido como militar, por lo que ella se divirtió con él y luego lo abandonó por un mejor partido, Issaias Berton, treinta y cinco años mayor que ella.

Josh se resintió de ese efímero romance, pero pronto se licenciaría y se embarcaría en la marina, no volviendo al continente en dos décadas. Cuando lo hizo, fue conmigo como su mujer.

Mientras tanto, Elisadora enviudó, a los dos años de contraer matrimonio. Dicen las malas lenguas que ella estuvo envenenado a su marido durante esos dos años, hasta que falleció, pues el magnate comenzó a enfermar al poco de casarse. Después de esto, hizo su vida como viuda de inmensa fortuna, hasta que empezó a escuchar las hazañas de Josh, quien fue ascendiendo a gran velocidad.

La última sacerdotisa --COMPLETA--Donde viven las historias. Descúbrelo ahora