Llegamos a Fenon, la capital, sin contratiempos, y mi primera impresión, no pudo ser más decepcionante, pero antes de contaros cómo se inició mi vida en este lugar frío, gris, de piedra y magnificencia, debo contaros cómo cambió el contexto del archipiélago con la marcha de Josh.
A nivel global, su marcha influyó mucho más de lo que uno se pueda imaginar, pues, solo poco después, la actividad pirata se incrementó, llegando a ser incontenible en algunos puntos. Fronsta perdió su hegemonía en las rutas marítimas comerciales, e Iljenike, mi hogar, finalmente quedó en poder de Ucoll, el imperio rival. Yo no volví a tener noticias del asentamiento de Houluke, pero la ausencia de las mismas, venía a confirmar que no se había descubierto aún. Esa era mi esperanza.
Esto da buena muestra del poder y capacidad que llegó a tener Josh Wonter, que, ahora, se encontraba en la política continental, en el senado frontasiano, donde sería una figura tremendamente relevante, y yo, Adara Wonter, era su mujer.
Se esperaba de mí tanto como del hombre con el que me casé. Esta, sería mi siguiente gran prueba, y, os aseguro, casi más dura de lo que viví en el archipiélago, pero antes os contaré lo bueno.
A este papel, tenía que sumarle el de la maternidad. Solo gracias a las personas que tuve a mi lado para ayudarme, superé mi tristeza y encaré mis nuevas obligaciones, sobre las que no deseo abrumaros, pues la vida en una ciudad, en nada tiene que ver con la que yo conocía.
Con el ritmo de vida que llevábamos en la capital, y lo demandante que era Mathew, fui dejando atrás todos mis recuerdos en aquellas islas, sus protagonistas, su historia, las vivencias. Toda mi atención fue a la labor de ser madre y hacerme mi sitio en mi nuevo hogar, y, como bien sabréis o imagináis, cuando se es madre, el tiempo se acelera.
Hélokar y Eder comenzaron a desaparecer de mi mente como dolor de pérdida, para permanecer como un bello recuerdo que despertaba mi entera gratitud, pero que se iba diluyendo entre las rutinas de mi nueva realidad, mi nuevo papel.
En ella, mi hijo y mi marido se convirtieron en mi mundo, y mi adaptación a la cultura continental en mi principal misión, que abracé con el deseo de complacer a mi marido, y de demostrarle a los que me despreciaban, lo valiosa y capaz que yo era. Ya os diré que una pérdida de tiempo, pero, al menos, lo intenté.
Vivíamos en un gran palacete en la zona residencial más rica de la capital. La vivienda era de dos plantas, treinta dormitorios y un inmenso jardín que a mí me regalaba cierta paz cada vez que la vida de la gran ciudad me dejaba agotada.
El nombre de la residencia era"Armonía", y se encontrada aislada por este enorme jardín, no pudiéndose ver desde las calles circundantes. Os diré que Josh adquirió esta residencia pensando en mí, buscando mi sosiego y la posibilidad de que yo siguiera en contacto con algo de naturaleza.
En este ambiente se criaría Mathew como el hijo de Josh y Adara Wonter, y nadie sospechó jamás la verdad, que solo conocían Didi y dos fieles miembros del servicio, la ama de llaves, Estela, y el mayordomo principal, Gregor, que, además, adoraban al niño.
Mathew en verdad se hacía querer, pues era un niño muy activo, inteligente, jovial y cariñoso, además de muy responsable y maduro para su edad. Suya era la más brillante elocuencia, convirtiéndolo en un adulto en miniatura, que amaba imitar a su padrastro, al que adoraba y respetaba con devoción. El temperamento de mi hijo ha sido siempre fiel al de su verdadero padre, aunque físicamente sea como un calco mío.
Él, solo, se ganó el corazón de Josh, que lo crio como suyo con sincero amor, pero con ánimo disciplinario, como buen militar. Josh era duro, pero atento, protector y magnánimo. Con mi hijo era rígido, pero en absoluto cruel. Las pruebas de amor más tiernas solo las guardaba para mí. Demostraba amor hacia Mathew a través de las palabras y la presencia, pero nunca con muestras abiertas de cariño.
![](https://img.wattpad.com/cover/376979059-288-k555911.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La última sacerdotisa --COMPLETA--
RomansaCasíoke había nacido para ser sacerdotisa en un templo ancestral, en una isla tan lejos del mundo, que ella no se imaginaba otro posible, hasta que un naufragio junto a las costas de su hogar la llevaría a salvar al hombre que le estaba prohibido, c...